📚Capítulo 30📚

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Observo sus semblantes y las ganas de haberme quedado en mi habitación se intensifican.

Me siento tan decepcionada de mí misma, hasta mis amigas me miran con la culpabilidad que ya cargo.

¿Y él? Él sigue sin responder mis mensajes y sin dar señales de vida. Ya ha pasado una semana tras aquella noche, y el dolor que siento por haber dañado a la persona que me quiso sin importar el desastre que soy aumenta.

Y lo extraño, sobre todo cuando me miraba como si yo fuera un precioso diamante, o aquella perla preciosa y frágil que debe de cuidar; él me hizo sentir importante y que mis sentimientos importaban. No solo era un chico queriendo estar conmigo porque era bonita, era un hombre dispuesto hasta privarme del mundo si este me hacía daño.

Él tenía razón en que luego era yo quien no quería parar todo esto, y es cierto, yo no quiero que lo que tenemos termine, ¿pero cómo recuperar su amor si le rompí el corazón y frente a la familia que lo odia? ¿Cómo podría hacerlo?

Suelto un suspiro devastador y agacho la cabeza, ni siquiera tengo motivos en tener la frente en alto.

—¿Él está bien? —Sé que mis amigas lo han visto, pero se han negado a decirme algo al respecto y no las culpo.

—Si con bien te refieres a que parece un mártir y que ahora ya no pasa tiempo con nosotros sino con un grupo de abogados, pues sí, él está bien.

¿Abogados? ¿Por qué con abogados?

—Acordamos en no decirle nada, Valery —le riñe Vanessa—. Austin me comentó que él está hasta la coronilla en poder obtener una propiedad para construir un refugio para los niños de la calle.

Sonrío.

Claro... esto no me sorprende, Jardel y su manera de buscar soluciones para todo el mundo.

—¿Ustedes no me dirán nada en cuánto a lo que pasó? —les pregunto, todavía a estas alturas ellas no comentan nada.

—Como tu amiga —empieza a decir Lery—, reconozco que lo que hiciste no tiene perdón de Dios. ¿Cuál era la necesidad de herirlo frente a la bruja de tu madre?

—Valery, joder, ten un poco de tacto.

—Tranquila, Vane —digo en un hilo de voz—, está diciendo una cruda verdad.

—Es que si fuera yo ni siquiera te perdonaría, lo avergonzaste delante de todos. Hasta a mí me dolió y no fue a mí que me rompieron el corazón —continúa la rubia—, aún no logro entender por qué lo hiciste.

—Yo...

El nudo en mi garganta crece y la herida vuelve abrirse un poco más.

—No. —Me interrumpe Nessa—. Si a alguien debes darle esa explicación que sea a él. La merece más que la curiosidad de nosotras. Y no sé si lo de ustedes al final era capricho o real, pero sea como sea, él es un buen chico que aguantó bastante por ti cuando incluso tú estabas en coma.

Me estoy sintiendo más mal que como llegué, y quisiera decirle a mi amiga que ya no siga, ¿pero cómo le digo que me oculte aquella verdad?

>>Y no lo digo para que te sientas en deuda con él, sino para que sopeses tu comportamiento y palabras si acaso de verdad no lo quieres en tu vida.

Y con esas palabras mis mejores amigas se marchan del restaurante donde hemos almorzado, dejándome completamente sola, cosa que agradezco en silencio.

Pero su alegría siendo arrebatada por mí me atormenta.

Masajeo mis sienes y pago la cuenta, creo que me vendría bien un poco de aire.

Salgo del local mientras arreglo mi bolso y voy sumida en mis pensamientos a lo que estos procuran torturarme.

Un viento fresco mueve mi cabello, camino por la plaza donde se encuentra el restaurante que abandoné hace unos minutos mientras arreglo mi pelo desordenado; pero entonces mi bolso cae al piso derramando todo lo que hay en su interior.

Bufo molesta por la acción y me agacho para guardar mis pertenencias, me levanto en un santiamén y entonces me quedo estática al ver a la figura que se encuentra a unos metros de mí.

Mi corazón comienza a latir desbocado y reprimo las ganas que tengo de acercarme y rogarle por perdón; luce tan tranquilo, tan apacible...

¿Es ese mi Jardel? ¿Desde cuándo él es una persona tranquila?

Se acomoda su traje color gris, se ve como todo un empresario, incluso su rostro desprende seriedad por doquier.

¿Dónde quedó aquel chico risueño?

Camino a paso de tortuga hacia él, no debería pero no puedo quedarme con esta distancia, siento alivio al verlo, pero también culpa por lo que hice y eso hace que me detenga...

—Te ves bien —comento despreocupada.

—Supongo que podría decir lo mismo. —Su voz es fría, gélida.

No suena como él.

Trago grueso y aprieto con más fuerza mi bolso.

—¿Por qué no has contestado mis mensajes? —No quería que sonara como un reproche, pero no lo puedo evitar pese a que sé la razón del porqué lo hizo.

Una estruendosa carcajada de su parte me desconcierta.

¿Le parece chistoso?

—Sí, me parece bastante chistoso. —No me jodas, he pensado en voz alta—. ¿Por qué habría de responder tus mensajes?

—Porque lo nuestro es especial —me apresuro a decir sin ser consciente de mis palabras.

—Si tan especial lo encuentras entonces ámame, solo ámame hasta que ya no encuentres motivos para hacerlo y decidas partir para siempre de mi vida.

Me quedo quieta en mi lugar al escucharlo, analizando, digiriendo letra por letra.

Miro hacia todos lados, me siento entre la espada y la pared, como si me asfixiara lo que acaba de decir.

Muevo mis pies de un lado a otro, de pronto se siente como si él estuviese respirando frente a mí y la presión crece por todo mi alrededor.

¿No era esto lo que quería? ¿Entonces por qué no me siento capaz de formular una respuesta coherente?

Doy una gran bocanada de aire y exhalo al agachar la cabeza, no puedo mirarlo a los ojos, no cuando siento que aquel hombre está herido por mí.

—Ese es el problema —murmuro—, puede que yo tenga motivos pero estos no son suficientes para yo seguir a tu lado.

El silencio sepulcral reina entre nosotros.

Yo no estaba preparada para encontrármelo, no entiendo por qué el destino quiso hacer esto cuando aún no logro responder la pregunta que me hizo mi padre.

Un poco de tiempo entre ambos habría dolido menos.

Decir que me siento como una completa basura es poco, escucho sus pasos acercarse a mí y fijo mi vista en su rostro; se nota lo decaído que está.

¿Solo es por mí?

—Es curioso. —Se acerca lo suficiente a mí, de manera que tengo que inclinar un poco la cabeza para observarlo—. Porque yo podría imaginar miles de escenarios y todos terminan igual; tú rompiéndome el corazón una y otra y otra vez.

Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora