📚Capítulo 3📚

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Cuando aprendamos a tener consciencia de que el color de una persona no te hace menos humano, entonces podrás decir con libertad que tú también lo eres.


Paseo mi vista por cada una de las personas que se encuentran en este lugar, todos son como yo; aislados del mundo porque la sociedad no nos permite alcanzar mucho debido a nuestro color.

¿Realmente habrá alguien que pelee por nosotros? ¿Habrá quien nos defienda?

¿Qué sucederá con los que no tienen la fuerza para luchar y se quedan estancados? Es triste que nadie hable de esto hoy en día, es más fácil ignorar a cierto grupo de personas porque no cumplen con un estricto estatus social.

—Sean bienvenidos una vez a este grupo de apoyo —dice la encargada—. Me alegra ver que no han desistido y que todos siguen aquí, eso demuestra que para ustedes es importante lo que hacemos aquí.

—Yo me siento agradecida por este proyecto que han iniciado —comenta una señora ya entrada en edad—, para algunos de nosotros se nos hace difícil integrarnos con personas que no sean de nuestro "nivel".

—Es cierto —agrega la chica que está sentada a mi lado.

—Yo también lo confirmo. Nos maltratan mucho y aquí me siento en casa

—Esto es como estar en familia.

—Aquí no me siento incómoda.

Todos comienzan a lanzar comentarios de ese tipo, siendo así que la sala se convierte en un murmullo de todo lo que están expresando.

Empecé a venir a este grupo de apoyo para negros hace unos meses; no tenía ni idea de que había grupos para eso, me encontré el anuncio un día que iba para el trabajo y decidí unirme.

No obstante, creo que esa ha sido una de las pocas decisiones buenas que he hecho.

Aquí no solo se basan en que cuentes como lidias con tu día a día siendo rechazado, sino también buscan la forma de que te aceptes como persona. En cierta manera es terapéutico.

—Y bien, ¿alguien quiere contarnos algo hoy? —pregunta la señora Moore, la encargada.

—Yo. —La mujer que había hablado al principio vuelve hablar.

—El escenario le pertenece.

Me acomodo mejor en mi asiento y escucho atentamente las palabras que comienzan a salir de su boca.

—Mi nombre es Amanda Allen, tengo cincuenta y cinco años y vivo en Las Vegas desde hace cuatro años. —La he visto varias veces aquí, pero nunca había hablado—. Quiero contarles algo que me sucedió hace días y que me rompió el corazón.

>>Soy madre de jóvenes que ya están en la universidad, una de ellas siempre me acompaña para hacer las compras pero esta vez ninguna pudo. Me fui al supermercado de la ciudad a comprar lo que necesitaba y fue espantoso. —A su lado tiene un bastón y lo aprieta con fuerza mientras agacha la cabeza—. Al principio todo marchaba bien, hasta que llegué al área de comida, habían muchos blancos a mi alrededor y al momento de yo ir a buscar la carne todos se esfumaron.

>>Me dejaron sola en el lugar mientras se iba para otro lado a murmurar. Luego tenía que buscar un ingrediente y este me quedaba muy alto, busqué quien me pudiera ayudar y la única respuesta que obtuve fue "a los negros no se les ayuda, hay que dejar que ellos mismos busquen la sobra que nosotros le dejamos.

—Espere —la interrumpo—. ¿Me está diciendo que siendo usted una persona mayor nadie pudo ayudarla por ser negra? Al carajo esta sociedad de mierda.

Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora