069: Mingyu

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Cuando comenzará la persecución, Mingyu tenía un plan para que las zapatillas de Hyejin no fueran un problema.

—¿Me oyes?

Hyejin alzó la mirada inspeccionando los alrededores mientras que su mano derecha tocaba su oreja de forma disimulada. La voz de Mingyu había sonado de repente a través del auricular que llevaba puesto dentro de la oreja, era un aparato tan pequeño que costaba divisar, casi parecía ser un solo accesorio exótico, como algúna perforación salvaje, además de ser protegido por su cabellera negra. Fácilmente, nadie podría verlo.

La voz del chico se escuchaba perfectamente, así que Hyejin giró un poco a la izquierda y tocó la punta de su nariz con el dedo meñique encontrando a su camarada entre los empresarios que salían y entraban del bar, parado bajo el brillo del farol camuflajeado con un traje de guardia y un arma dentro de su saco.

El día lucía encantador... bueno, en realidad era medianoche pero para ellos no era así, para Mingyu y para Hyejin el brillo en la oscuridad de la noche era como el resplandor del sol a mitad del día, para ellos la noche era la viva calidez de la bola de fuego colando en la copa de los árboles, o de los rayos que calentaban los departamentos que se encontraban en los últimos pisos, en la parte más alta, dónde los hospedados podían tener una amena conversación con el sol.

Y es que ambos eran como koalas, dormían de día y cazaban de noche, por eso para ellos los tiempos daban una vuelta directamente, además porque la noche los abrazaba y los trataba con dulzura, los llenaba de adrenalina y de esa sensación de querer correr sin tener un fin.

Así era como se podía comparar la calidez del día con la calidez de la noche, porque después de todo, estaban juntos.

Y todo lo que hacían juntos se convertía en la mágica razón por la cuál nunca los separaban para cualquier trabajo.

Hyejin sonrió cuando la voz masculina volvió a susurrarle en la oreja.

—Recuerda una cosa, Hyejin. Tenemos exactamente treinta minutos para ejecutar el plan, agregando diez minutos  más para instalaciones. Recuerda todo lo que planeamos y haz las cosas al pie de la letra, por último... asegúrate de estar a salvó, pero en cuestión de que estés en problemas, ya sabes que hacer. —Dijo Mingyu. Hyejin suspiro un poco, la voz profunda del chico la hacía ponerse mal. Era como un animalito que se encargaba de prender su interruptor... ese botoncito rojo que hace mucho no quería tocar. —Bien, inicia.

Concluyó.

La peli-negra respiró profundo, no era momento de pensar en Mingyu y en lo sexy que a veces podía llegar a ser. Con falsa tranquilidad acomodó su vestido asegurándose de que nada se hubiera movido de su lugar o que algo luciera sospechoso ante los ojos de su futura víctima y de ciertos espectadores, y luego de haber recibido la señal de Mingyu para iniciar, luego de haberse abofeteado mentalmente para tener la cabeza fría, comenzó a caminar en dirección al bar.

Así es como iniciaba el plan de su perfecto atraco.

Las piernas de Hyejin generaban un movimiento provocativo de sus caderas en cada paso que marcaba, sus ojos oscuros pero brillantes paseaban de izquierda a derecha haciendo contacto visual con algunos e ignorando las miradas de otros, sus brazos repletos de tatuajes sensuales y un poco reveladores hacían la tarea de resaltar un poco más el escote de su vestido, dejando que sus hábiles dedos toquen juguetonamente el collar de oro que descansaba en su cuello con un inmenso ego, mientras que su cabello negro y risado se ondeaba en la suave brisa que el viento quería proporcionarle, regalandole una entrada completamente triunfadora y bastante llamativa.

𝘼𝙏𝙏𝘼𝐂𝐂𝐀: 𝙎𝙀𝙑𝘌𝘕𝙏𝙀𝘌𝘕 𝘐𝘔𝘈𝙂𝙄𝘕𝘈𝘚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora