𝘼𝙏𝙏𝘼𝐂𝐂𝐀: 𝙎𝙀𝙑𝘌𝘕𝙏𝙀𝘌𝘕 𝘐𝘔𝘈𝙂𝙄𝘕𝘈𝘚

99: Soonyoung

—Pequeña "continuación" (salto en el tiempo) del imagina 78 con Hoshi—

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—Soonyoung, creo que debemos hablar. —Dijo el viejo, sentándose en la mesa.

Soonyoung asintió acercándose hasta él. Se arrodilló un poco antes de sentarse sobre la silla y esperar paciente a que el hombre quisiera hablar.

Ese día el ambiente era melancólico, el cielo permanecía nublado con el sol casi perplejo del miedo escondido tras las nubes grises, el viento era calmado sin embargo en su zumbido enviaban un mensaje que se acunaba en las copas de los árboles y debajo de la tierra seca. Los animales habían escapado dejando al mundo entero en silencio, penando por algo que no había sucedido. Era como si la naturaleza quisiera advertirle a Soonyoung que algo malo estaba por suceder, o como si el mundo fuera capaz de percibir cuando las cosas no marchan bien, pero la vida en sí, era triste y cruel, aunque a veces saliera el sol.

Soonyoung suspiró desviando su mirada del cielo que se veía reflejado en las ventanas del enorme comedor, cuando un recuerdo se asomó por un poco en sus vagos pensamientos: el día, la época y el clima le recordaban a aquel momento en el que mataron al perro Cerbero —cual misterio fue su muerte,— cuando el cielo pareció caerse en pedazos debajo de él mientras enterraba los restos del animal, cuando todo comenzó.

Hace diez años atrás, pese a que el recuerdo era viejo, aún permanecía en la mente de Soonyoung como un momento asqueroso pero honorable.

—¿Qué es lo que debemos hablar? —Cuestionó con voz recta al pasar los minutos en profundo silencio.

El viejo lo miró de reojo, casi fugazmente. Soonyoung bajo la cabeza ante la seriedad del hombre.

Últimamente las cosas marchaban de una forma extraña, rara y quizás... peligrosa. Aunque era casi imposible, en esa casa no había peligro, el peligro salía de aquel lugar. Entonces ¿qué era aquello que marchitaba los momentos de triunfo tras acabar con uno de los enemigos?

—Hablemo de tí, Soonyoung. —Habló, con voz neutra y expresión serena, como siempre estaba él.

Soonyoung frunció el seño. ¿Hablar de él? ¿Sobre qué? su mirada demostró confusión ante las palabras del mayor, ¿por qué hablarían de él? hace tiempo que no hablaban de sus respectivas vidas, con el tiempo se habían convertido en completos extraños, socios que trabajaban pulcrando las necesidades del otro, simplemente satisfaciendo sus adversidades sin pensarse mutuamente más allá de estar compichados. ¿Hablar ahora sobre él?

Soonyoung solo estaba esperando su parte del trato.

—¿Hablar de mí? —Su voz salió cortante, tan profunda como la enorme cicatriz que llevaba en la espalda.

—Si, de tí. —Señaló el viejo, llamando al aludido con su dedo índice para que se acerca más a él.

Sería una conversación íntima.

—¿Qué pasa conmigo? —Cuestionó una vez más, aclarando ante la vista del hombre que Soonyoung no era más que una caja de preguntas acompañadas de una que otra sorpresa.

La sonrisa serena se embozo sobre los labios del ajeno, y esa sonrisa se convirtió en risa. Era la primera vez, en muchos años, que el doctor reía libremente y en paz. Aunque siendo sinceros, su felicidad la cual era demostrada en sonrisas no era más que una advertencia.