| Epílogo |

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Epílogo

Lindsay

24 de Febrero de 2020

Me detengo frente al edificio más temido por los adolescentes: el instituto. Estudiantes ingresan a él con prisa, ya que es casi la hora del comienzo de las clases. Suspiro; ingresar sin ser comida por los demás va a ser toda una misión imposible.

Me giro hacia mi mamá dudosa. ¿Qué pasa si no logro conectar con nadie? ¿O si me va mal en las clases?

—Tranquila Lindsay, es tan solo un edificio lleno de otras personas de tu misma edad, justo igual a tu instituto anterior. Tú puedes con esto —dice dándome unas palmadas de ánimo en la espalda.

—Gracias mamá —susurro abrazándola.

Ella me sonríe, para luego depositar un beso sobre mi cabeza.

—Y recuerda, tú eres Lindsay Wilson, no hay nadie que pueda contigo, ¿de acuerdo?

Esta vez asiento y me despido rápidamente. Cambiarse de instituto nunca ha sido algo fácil, pero por el trabajo de mi papá siempre hemos tenido que estar mudándonos constantemente, y el día de hoy me toca ingresar a un nuevo instituto nuevamente.

Es muy extraño que llegue alguien nuevo a clases a finales del mes de Febrero, pero por lo menos ya queda poco para que se acabe el año escolar.

Cruzo las grandes puertas de entrada rodeada por otros estudiantes, pero la verdad es que ninguno repara en mi presencia. Será mejor así, no me gusta ser el centro de atención, mucho menos en un lugar completamente nuevo para mí.

Lo primero que captan mis ojos al ingresar son las taquillas. Genial, no puedo esperar a que me asignen la mía para poder dejar todas mis cosas ahí y quitarme este gran peso de la espalda de encima. Aquí utilizan muchos libros.

Camino aún más, hasta que doy con la cafetería. Hay muchos estudiantes agrupados ahí. Quizás les gusta pasar el rato en esa parte del instituto antes de que empiecen las clases. Lamentablemente no veo ninguna cara que pueda reconocer, pero no se puede esperar tanto en una ciudad que no es la mía, ¿verdad?

Sigo de largo, buscando las oficinas. Necesito que me entreguen mi horario, de lo contrario no sé a qué clase me toca ir.

Pero es casi como si el universo se encontrara en contra mío, ya que suena la campana y de un minuto a otro los pasillos se llenan de los estudiantes que antes se encontraban en la cafetería, y me veo rodeada y arrastrada por ellos.

Siguen sin darse cuenta de que estoy aquí, y de que hay alguien tratando de ir en dirección contraria a la que todos están caminando. Por más que lo intento, mis esfuerzos son nulos. Supongo que tendré que esperar hasta que la masa de personas baje su densidad un poco.

Me rindo y simplemente voy con la masa, o al menos eso es lo que creía, ya que de un minuto a otro alguien me empuja por accidente y choco contra uno de los muchos cuerpos que me rodean.

—Lo lamento mucho —consigo decirle al desconocido que ahora se encuentra frente a mí.

—No pasa nada —dice con una sonrisa ladeada, pero luego su expresión cambia—. Espera, ¿eres nueva?

Asiento tímidamente. Por lo que puedo captar, él es mayor que yo y es capaz de moverse con facilidad en muchedumbres como esta.

—Estaba tratando de llegar hacia las oficinas, pero me topé con esto y todo mi plan se arruinó —le explico, a lo que él suelta unas carcajadas.

Por un instante me siento cómoda junto a él. De los pocos segundos que llevo a su lado, no me ha juzgado ni criticado, y tan solo le causa algo de gracia mi situación. Si no me equivoco, debe de ser una buena persona.

—Si quieres te puedo llevar hasta allá sin que mueras en el intento.

La que ríe en esta oportunidad soy yo.

—Es decir, si no es mucho problema para ti, sería genial.

—Vamos entonces.

Inmediatamente él me toma por la muñeca y me arrastra hasta una de las esquinas de los pasillos, en donde la densidad de personas es mucho menor. Inteligente.

En ese lugar tan solo tuvimos que esperar un par de segundos antes de que todos entraran a sus respectivas clases, quedando ni una sola alma en los pasillos.

—Ahora sí podemos caminar tranquilos —él suelta su agarre y comienza a caminar. Por mi parte, yo lo sigo desde atrás—. Y dime, ¿qué es lo que te trae aquí a estas alturas del año?

—Con mi familia nos hemos cambiado de ciudad, así que a mí me ha tocado cambiarme de instituto. No es la gran cosa, la verdad es que sucede bastante seguido, así que se podría decir que ya me estoy acostumbrando un poco a esta dinámica —explico.

Él asiente, por lo que asumo que entiende.

Caminamos en silencio por un par de segundos más, hasta que llegamos a unas puertas de madera, en las que se puede leer la palabra "SECRETARÍA".

—Bueno, aquí es donde debo dejarte. Tengo un exámen el día de hoy, justo en la clase que está pasando ahora mismo,, así que no podré acompañarte hasta adentro. Aún así debo advertirte, las secretarias ahí dentro son algo gruñonas, así que pon la mejor cara de niña buena que tengas, y sé paciente, ¿está bien?

Asiento riendo un poco. Él se da media vuelta para regresar corriendo hacia su clase, pero lo llamo una última vez:

—Ey, ¡no me has dicho tu nombre!

El chico misterioso se detiene abruptamente y se da media vuelta con otra de sus sonrisas ladeadas.

—Me llamo Lucas, Lucas Wright, ¿y tú?

—Yo soy Lindsay.

— ¿Lindsay cuánto? —pregunta burlón, cruzándose de brazos.

—Lindsay Wilson.

Lucas me sonríe por última vez, antes de perderse entre los pasillos, mientras yo ingreso a la secretaría del instituto, dando el primer paso de este nuevo inicio.

FIN

Obra del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora