|Prólogo|

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Canción en multimedia: Can't help falling in love [Ed Sheeran]

Prólogo

Lindsay

27 de Junio de 2002

El día tan esperado al fin ha llegado. Por fin, luego de más de nueve meses de espera el día del nacimiento de Lucas Wright llegó. ¿Y cómo es que yo sé de forma tan específica toda esta información, si solo soy una simple adolescente de dieciséis años? Bueno, he ahí la respuesta; no soy una simple y absurda adolescente, soy una Guardiana. Les explico un poco para que entiendan: un Guardián es un espíritu que al momento de morir ha decidido quedarse en el mundo de los vivos, con la única condición de que cumplirá un trabajo por un tiempo determinado, el cual consiste en guiar y guardar vidas, de ahí viene el término Guardián. Y, en este caso, a mí me ha tocado cuidar esta vida que está a punto de nacer.

La verdad es que no puedo más de la emoción, he estado esperando este momento por años, literalmente. Hice que los padres de este niño se conocieran en secundaria, que comenzaran a salir y que se comprometieran en matrimonio. Y el día de hoy, veintisiete de Junio, están a punto de tener a su primer y único bebé. Porque, sí, Lucas será el único hijo de esta hermosa y adorable pareja. No es algo que a mí me guste mucho la verdad, pero simplemente debo seguir las órdenes de mis superiores, por lo que Elisabeth y Charles Wright no tendrán ningún hijo más.

En estos momentos estoy vestida con un delantal celeste, una mascarilla, guantes de látex y una cofia del mismo color que el delantal. Me voy a hacer pasar por una estudiante de medicina para poder estar presente en el parto, y al mismo tiempo lograr que nadie me reconozca si en un futuro es necesario mostrar mi cara por cualquier razón que surja. Al ser una Guardiana, es necesario siempre ser precavida, tomar precauciones y pensar en cómo tus decisiones lograrán afectar al futuro de cualquier manera posible.

Lo sé, no es un trabajo fácil; hay que tener bastante dedicación y ponerle mucho esfuerzo para que todo salga bien y nosotros, los Guardianes, podamos seguir siendo seres desconocidos para los que aún tienen la suerte de estar vivos. Al tomar la decisión de convertirte en Guardián, tienes que estar completamente seguro de que estás tomando la decisión correcta y estar cien por ciento comprometido con tu nuevo trabajo. Sólo hay que seguir un par de reglas:

Uno: Nunca nadie te puede ver, y en el caso hipotético de que llegase a suceder, encubrir a toda costa la existencia y el trabajo de los Guardianes.

Dos: Hacer cualquier cosa por tu hominem*, literalmente cualquier cosa. Según nuestros superiores, no hay ninguna excusa válida que logre justificar que alguien no haya hecho algo por la vida que está guiando, ya que estamos todos muertos, no hay nada malo que nos pueda dañar.

Tres: Nunca hablar ni interactuar con nadie que no sea algún otro Guardián.

Cuatro: Nunca relacionarte de ninguna forma que no sea trabajo con tu hominem. Nunca.

Cinco: Esta es la última, pero la más importante; establecerle un Destino a tu hominem, y hacer a toda costa que este lo siga y lo cumpla.

Esas son las cinco reglas principales, obviamente hay muchísimas más, pero esas son las más importantes y las que abarcan las mil millones más que hay. Son fáciles de recordar, pero difíciles de cumplir. ¿Cómo rayos quieren que nadie me vea? Puede que esté muerta y sea solo un simple espíritu, pero si me coloco al frente de una persona, ella me puede ver perfectamente. Soy como una persona más en el mundo de los vivos, solo que estoy muerta. Repito, todo esto es difícil, pero no imposible.

Respecto a la regla número dos; una vez cuando cuidaba a otra vida, a la niña de la que estaba encargada no se le ocurrió nada mejor que alejarse de sus padres y cruzar una calle que estaba siendo transitada por un montón de autos en ese momento. Adivinen quién tuvo que ir, salvarla y aguantarse cinco autos encima. Exacto, yo.

Obra del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora