14 | Los Amigos No Hacen Esas Cosas

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(Este capítulo no tiene música)


Capítulo 14

Los Amigos No Hacen Esas Cosas

Lindsay

11 de Noviembre de 2019

El ejercicio nunca ha sido uno de mis fuertes, y esto de tener clases de educación física obligatorias en el instituto me está matando clase a clase.

— ¡Vamos señoritas, solo deben trotar por veinte minutos más! —la profesora grita para luego hacer sonar su silbato.

Dejo salir una bocanada gigante de aire. Veinte minutos haciendo gimnasia son una eternidad, sobre todo si consideramos que por varios años no he subido de la velocidad de caracol. Así que sí, la falta de aire en mis pulmones podría perfectamente matarme en cualquier momento, y no estoy bromeando.

—Vamos Lindsay, no es tan difícil —Becca me habla cuando pasa por mi lado, y sigue adelante como si nada. Literalmente me ha adelantado siete veces en los últimos cinco minutos, ¡siete veces!

Miro a mi alrededor en busca de Meghan, con la esperanza de esté en igual condiciones que yo; pero claro, nadie puede estar peor o igual que yo: Meghan va a un ritmo más lento que Becca, pero no parece estar sin aire; todo lo contrario, el viento le golpea en la cara y casi pareciera una modelo caminando por la pasarela.

Sin poder evitarlo, me tropiezo y me doy de bruces contra el suelo de la cancha deportiva. Puedo sentir muchas pisadas a mí alrededor, por lo que me cubro la cabeza con las manos en un intento de protegerla, pero aparentemente todas las chicas siguen de largo con sus corridas.

Menos mal, no sé cómo hubiera reaccionado si al darme media vuelta me hubiera encontrado rodeada por adolescentes deportistas que sonríen de forma sínica; yo creo que lo más probable es que me hubiera puesto a correr, y debido al dolor en mis piernas en menos de cinco segundos estaría nuevamente en el suelo de la cancha.

— ¿Necesitas ayuda?

Miro hacia arriba tratando de identificar a la persona que me acaba de hablar, ya que no logro reconocer su voz, pero los rayos solares me impiden ver una forma concreta.

—Ay vamos Lindsay, no seas tontita y acepta mi ayuda —la chica se agacha, toma mi mano y tira de ella, haciendo así que yo me ponga de pie más rápido de lo que me hubiera gustado—. Fue un buen golpe el que te diste recién, ¿eh?

Su voz retumba en mis oídos, y lo único que logro visualizar es una melena rubia y brillante que se ve de maravilla con el reflejo del sol que hay hoy.

May.

Puedo ver que está hablando, ya que mueve sus labios y agita sus manos en el aire como si estuviera explicando algo, pero no escucho nada y cada vez veo más borroso. Me falta el aire y no logro estar parada mucho tiempo.

Al parecer May no se da cuenta de mi situación hasta que estoy a punto de caerme nuevamente, y ella se ve en la obligación de atraparme en la mitad del aire.

— ¿Lindsay? Dios Lindsay, creo que te vas a desmayar —May me recuesta en el suelo lentamente y parece llamar a alguien, pero no logro escuchar sonido alguno saliendo de alguna parte.

De alguna parte llegan más personas, y ahora sí me veo rodeada de adolescentes deportistas. No logro diferenciar si tienen sonrisas cínicas o no, pero de todas formas no me gusta la posición en la que me encuentro ahora mismo. Prometo y juro que nunca más vuelvo a hacer deporte en mi vida, nunca más.

Obra del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora