Héroe.

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Jennie había tardado mínimo unos treinta y cinco minutos en llegar hasta la casa de Lisa.

A decir vendad, las indicaciones que le había dado la chica de hermosas orbes marrones habían sido correctas, de hecho no era una dirección difícil. La castaña pudo haber llegado en menos de la mitad de tiempo, pero por algún razón quería pasar un poco mas de tiempo con la chica de la melódica, así que hizo lo único que se le ocurrió en ese momento; perderse... o bueno, al menos fingir que lo había hecho.

—Gracias por traerme, Jennie.— Agradeció la chica de piel pálida mientras abría la puerta del coche de la castaña.

Ella asintió levemente sintiendo su corazón romperse.

Quería detenerla. Quería tomarla de la muñeca antes de que saliese de su coche sólo para preguntarle si volverían a verse.

Quería estar segura de que no sería la última vez que supiera algo de Lisa, simplemente, ella no quería olvidar a la más alta... ahora sabia perfectamente que no quería hacerlo.

Pero no lo hizo, de hecho, ni siquiera se atrevió a desearle una buena noche.

Lisa, al notar que no recibiría una respuesta por parte de la castaña, se inclinó rápidamente en el asiento para depositar un tierno y rápido beso en la mejilla de Jennie, saliendo inmediatamente del coche después de hacerlo.

En ese momento, toda la sangre que se almacenaba en el cuerpo de la más alta subió hasta sus mejillas. Sonrió estúpidamente mientras colocaba su mano derecha en la parte en la cual ella había besado.

¿Cómo se llama esa sensación? ¿Cómo se llama ese sentimiento?

Jennie dejó el coche aparcado por un par de minutos mientras recordaba la tarde que había pasado junto a la chica de piel pálida. Sonrió de nuevo al recordar que ahora incluso sabía su nombre.

Soltó un suspiro mientras le daba un último vistazo a la casa de Lisa. Era un poco más grande que la de ella, pero tampoco era algo que se pudiese llegar a exagerar, parecía ser una casa común, justo como la de ella.

Acto seguido, Jennie puso en marcha el motor de su automóvil y comenzó a conducir hacia su propia casa esta vez.

No podia explicarlo bien, pero en ese momento se sentía sumamente feliz, ella no recordaba alguna otra ocasión en la que había experimentado una felicidad como aquella. Algo aquella tarde hizo que su corazón se encendiera de nuevo; algo o alguien.

Sonrió.

Desde el primer día en que la había visto sabía perfectamente que sería difícil lograr borrar su imagen de su cabeza. Ella estaba consciente de que una imagen como aquella no se olvidaba de un día para otro, porque Jennie había entendido perfectamente que aquella escena había conseguido marcarla de alguna manera.

Ella al principio tenía la esperanza de que sólo era una cosa del momento, que sólo se había sorprendido un poco y que en un par de días el efecto que aquel momento había provocado en ella desaparecería, pero cuando se dió cuenta su imagen se repetía en las nubes rojizas y tras la cortina oscura de sus párpados. Una y otra vez, y otra vez..... y otra vez.

—¡Hola Jennie!— Saludó animadamente Yugyeom en cuanto la castaña cruzó la puerta principal de su hogar.

La mayor le regaló una amable sonrisa mientras caminaba hacia el salón principal y se tumbaba justo al lado de su hermano menor en el cómodo sofá gris que adornaba aquella parte de la casa.

—¿Cómo estuvo tu día?

La mayor sonrió torpemente al escuchar aquella pregunta.

En ese momento ni siquiera se puso a pensar que aquel día podría haber sido el último en el que viera a la chica de ojos avellana. No tuvo tiempo suficiente de ser pesimista, de hecho, no era capaz de borrar de su cabeza la imagen de Lisa sonriéndole. No podría dejar de revivir el momento en el que la chica de piel morena se inclino para besarle la mejilla en señal de agradecimiento. Aquel día se convertiría en un día inolvidable en la vida de la chica de oscuros ojos marrones.

La Chica En El Bosque //JENLISA//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora