Ángel.

156 25 1
                                    

Lisa había decidido visitar su antiguo instituto aquel día. Era la primera vez que volvía después de casi tres años. Ella creía que no tendría el valor suficiente para ponerse de pie frente a ese enorme edificio que tanto la atemorizaba, desde el incídete que tuvo con Jongin en la cafeteria, ella se había prometido a si misma no volver... sin embargo, ese día lo hizo.

Se sentía completamente extraña al estar caminando por aquellos largos corredores de nuevo. Se sentía intimidada por el simple hecho de que las demás personas la miraran.

La miraban porque sabían perfectamente quién era.

La chica jamás había tenido un buen status social, de hecho, siempre la habían mirado como si fuse un bicho raro, pero en aquel momento la expresión que se reflejaba en el rostro de sus antiguos compañeros era temor. Ellos no habían podido olvidar lo acontecido en la cafetería hacía ya tres años atrás. Los chicos no dejaban de mirarla como si fuese una asesina; eso logró entristecer a Lisa.

—¡Vaya!— Aquella voz la hizo estremecerse —¡Mi chica favorita ha vuelto!

El corazón de la chica se detuvo. Haber regresado había sido sin duda alguna una mala idea. ¿Qué demonios estaba pensando? Claro, había regresado por una razón, pero aquella razón podía esperar. Ahora estaba segura de que él la mataría y no tendría escapatoria de eso.

—Vamos Manoban.— Habló con seriedad —¿No piensas saludarme?

Al no recibir respuesta alguna por parte de la chica de piel pálida, el chico logró empujar su débil cuerpo contra los fríos casilleros de metal que adornaban el corredor.

El mayor se acerco lentamente analizando cuidadosamente los rasgos y facciones de Lisa. Había cambiado, ella ya no era la misma chica que había golpeado por más de 6 años. No era la misma chica a la que obligaba a hacer sus tareas. No era la misma chica que había logrado humillarlo múltiples veces. Ella había madurado... se había vuelto mucho más hermosa de lo que era antes, su cuerpo comenzaba a dar indicios de adultez.

En aquel momento, él no solo sentía un inmenso rencor hacia ella, no... Kim Jongin pudo sentir algo más que furia al verla. Por primera vez en mucho tiempo, su cuerpo había logrado encenderse con el simple hecho de ver a una chica. Y no era cualquier chica, se trataba de Lalisa Manoban.

—¿Qué mierda es todo esto?— Preguntó el mayor sujetando bruscamente la muñeca de la chica.

Estaba repleta de heridas y moretones... aquello lo hizo enfurecer aún más.

—El único que puede hacerte daño soy yo... ¿Entendido?— Le susurró mientras golpeaba su abdomen.

La menor soltó un gemido debido al dolor. Kai pudo sentir como su entrepierna comenzaba a reaccionar gracias a aquel placentero sonido.

—Nadie los ha hecho a propósito.— Replicó la chica mientras se enderezaba de nuevo. —Ultimamente suelo caer muy seguido al suelo.

El mayor frunció el ceño.

Después de analizar lo que había escuchado, decidió apretar sus puños de nuevo y hacer que sus nudillos se estamparan contra su mejilla. Aquel golpe fue tan potente que logro que las piernas de la chica temblaran, haciendo que perdiera el equilibrio. Su cabeza inmediatamente se estampó lo contra el suelo.

—Pobre Manoban.— Susurró mientras se alejaba un poco.

—¿Qué? ¿Ahora te compadeces de mí?— Escupió la menor —Te recuerdo que hace tan sólo un minuto estabas intentando matarme.

Una sonrisa maliciosa adorno el rostro del joven después de escuchar eso. Él jamás se había compadecido de ella, y estaba seguro de que jamás lo haría. Aún quería matarla; por supuesto que quería hacerlo. Kai había estado esperando que ella regresara, lo había esperado por años.

Quería venganza, quería vengarse de aquella chica que lo había humillado, quería vengarse de aquella chica que le había hecho la vida miserable. Quería vengarse de aquella chica que nunca le había prestado atención.

Él se moría por ella, y ella seguía sin notarlo.

—Te goleare hasta que mueras.— Aseguró mientras le daba una fuerte patada en las costillas.

Todos los estudiantes que hacía unos minutos estaban en el corredor habían desaparecido, todos habían caminado hasta la cafetería; no querían presenciar aquello y mucho menos querían que Jongin también se desquitara con ellos.

—Entonces hazlo de una maldita vez, Kai.— Susurró sin apartar la mirada de los casilleros.

—¿No puedes decirme nada a la cara?— No recibió respuesta —Hija de perra...

Dicho eso, la chica sintió otra patada por parte de Kim Jongin. Esta vez se enfocó en reventar su estómago.

—¡Hijo de puta!

Acto seguido, la chica de piel pálida pudo ver cómo su mejor amigo se lanzaba encima del chico, golpeándolo múltiples veces en el rostro.

La castaña pudo notar el alboroto que se generó en la cafetería en tan solo un par de minutos, algo iba mal.

Por alguna extraña razón, ese día ella quiso saber lo que pasaba. Se levanto de la mesa y se dirigió rápidamente hacia el corredor principal, ignorando las advertencias que le habían dado todos los demás estudiantes.

Se detuvo de golpe al ver lo que estaba sucediendo; el cuerpo de Lisa yacía en el suelo mientras que Choi se encargaba de darle una paliza a Kim Jongin. No entendía muy bien lo que estaba pasando, sin embargo, Jennie inmediatamente se arrodilló justo al lado de la chica de cabello marrón oscuro.

—¿Qué te hicieron...?— Susurró con cierto tono de preocupación en su voz.

Los párpados de la menor estaban cerrados, de su boca brotaba un poco de sangre y pudo notar una peligrosa cantidad de heridas y moretones en sus brazos y piernas... maldita sea, alguien de verdad había intentado matarla.

Con delicadeza, la chica de ojos de gatito acarició la mejilla de Lisa; sus ojos se humedecieron al verla en ese estado. Era devastador, ella no merecía sufrir de esa manera.

—No puedo moverme...

Al escuchar aquello, la mayor colocó uno de sus brazos en la cabeza de Lisa, mientras que el otro sostenía sus piernas con una delicadeza impresionante. Se puso de pie cuidadosamente para no perder el equilibrio con el cuerpo de la chica entre sus brazos, ayudándola el hecho de que Lisa no pesaba mucho. En cuanto pudo enderezarse correctamente, comenzó a caminar hacia las afueras del instituto con aquella hermosa chica entre sus brazos, cargándola en la típica posición nupcial.

—Deberías llevarla al hospital.

La sangre almacenada en el cuerpo de la castaña comenzó a hervir en cuanto escucho la voz de Chanhee justo a sus espaldas.

—¡Cállate o te mataré!

Su tono de voz era bastante severo. Ella no bromeaba en lo absoluto. Al llegar al estacionamiento de aquel enorme instituto, se encargó de colocar a la menor en el asiento del copiloto con la suficiente delicadeza para que no se dañara aún más. Jennie no estaba segura de lo que había sucedido, pero ella sentía la necesidad de cuidar a Lisa hasta que se mejorara.

Lástima que no iba a poder hacerlo. Por más que la mayor se esforzará, era posible que la chica no pudiera reponerse de aquello.

—¿Moriré?— La menor pregunto aún con la voz rota.

Jennie sintió una punzada en el pecho al escuchar aquello. Ella no moriría. Ella no creía que el mundo pudiese llegar a ser tan cruel como para llevarse a una chica tan increíble como Lisa... no lo soportaría.

—No morirás. No lo harás porque eres un ángel...— Susurró Jennie.

Una sonrisa adornó el rostro de Lisa después de escuchar las palabras de la castaña.

—No tienes que hacer esto, Jennie...— Murmuró sintiendo como su cuerpo comenzaba a reaccionar, como si estuviera reviviendo cada uno de los golpes que Kai le había dado.

—No puedo quedarme sentada viendo cómo te destrozan.

Lisa se sintió feliz al escuchar aquello, lástima que ella no podía hacer nada para evitarlo.

—No tienes por qué preocuparte por eso.

De todas maneras... siempre me están destrozando.

La Chica En El Bosque //JENLISA//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora