Lisa había pasado aproximadamente una semana y media cautiva entre esas cuatro paredes blancas, la nostálgica habitación de hospital ya estaba comenzando a sofocarla.
Tenía que salir de ahí lo más rápido posible, no quería seguir en aquella irritante camilla, no quería seguir conectada a un montón de máquinas que, según su doctor, la estaban ayudando a mejorar.
Lisa no podía creer aquello, era algo absurdo. Ella sabía perfectamente que aquellas máquinas no la estaban ayudando, sabía también que los analgésicos y los medicamentos no estaban teniendo el efecto que debían tener. Toda la mierda que la estaba invadiendo para "ayudarla" no hacía más que destrozarla aun más.
Sólo estaban retrasando lo que evidentemente sucedería. Lisa no era idiota, de hecho, no estaba ni cerca de serlo. Ella estaba consciente de que podría morir en cualquier momento, y por eso debía salir de ese lugar. No quería que su último momento de vida fuese recostada en una estúpida camilla de hospital, no quería que las demás personas pensaran que se había rendido apenas llegar a medio camino.
En ese momento ella podía moverse, había recuperado el funcionamiento de sus extremidades debido a todo el esfuerzo que le ponía a sus rehabilitaciones.
De vez en cuando, decidía caminar por los pasillos de aquel enorme hospital a mitad de la noche. Al hacerlo, podía escuchar los sollozos y lamentos de todos los internos; ellos también estaban muriendo.
No era la única que decidía hacer aquello, pues la chica había notado la presencia de otros chicos de su edad merodeando los pasillos al igual que ella.
Lisa no sabía con exactitud lo que estaba sucediendo con los demás, pero todos los internos de ese piso tenían muy pocas esperanzas de vida. De hecho, era demasiado normal para ella escuchar que algún interno moría cada mañana. Siempre se iba uno, a veces dos, pero ella lo comprendía, era entendible el hecho de que ellos hubiesen decidido ponerle fin a sus horrendas batallas, aquellas en las que tenían que combatir a diario.
La chica de piel pálida había comenzado a sofocarse, pero tenía que admitir que le gustaba que la chica de ojos de gatito fuera a visitarla cada día que tuviese la oportunidad.
No solían hablar mucho, siempre que Jennie llegaba solía tomar la mano izquierda de Lisa entre las suyas. Hablaban acerca de un par de cosas y cuando Jennie se animaba a hacerlo, se acercaba a la menor sólo para atrapar los labios de la menor entre los suyos.
Ambas estaban perdidamente enamoradas de la otra, así que no le veían el lado malo al hecho de besarse de vez en cuando.
—¿Has estado bien?— La voz de su amigo en silla de ruedas la sacó de sus pensamientos.
Asintió levemente mientras se ponía de pie. Un par de gotas de sudor caían por la frente de Lisa. La sesión de aquel día sin duda alguna había sido difícil, pero si ella quería escapar de aquel irritante lugar, tenía esforzarse al máximo en las rehabilitaciones.
—Si,— Mintió. —¿Y tú?
La sonrisa que se formó en los labios de su amigo expresó lo necesario sin siquiera utilizar palabras.
—Tae me llevará a tomar un helado esta tarde,— Sonrió al igual que un niño delinco años al abrir sus regalos de navidad. —de verdad me emociona la idea.
Un par de risas se escaparon de sus labios.
—Me siento avergonzado por mi inmadurez.
La chica negó rápidamente con la cabeza mientras le sonreía a su amigo.
—Debe ser lindo.
El tono de voz que Lisa utilizó fue lo suficientemente débil como para que el chico notara que ella de verdad estaba muriendo.
Lisa ya lo había aceptado, sabía que moriría y no parecía tener inconvenientes con eso. Su rostro estaba decaído, sus movimientos eran débiles y su piel en ese momento estaba mucho más pálida de lo normal, pero los ojos de Lisa... ellos no habían muerto todavía.
—¿Has salido con Jennie alguna vez?
La menor frunció el ceño al escuchar aquella pregunta.
—Una vez fuimos a un parque... pero, no sé si a eso se le pueda denominar cita.— Rió. —He escuchado que los chicos invitan a las chicas al parque de diversiones, a ver una película y esas cosas...
Jungkook rió por lo bajo al escuchar las palabras de su amiga. —Sí, pero...-- Comenzó a hablar —las relaciones entre chicos y chicas son algo ambiguas, porque... un pequeño suceso puede arruinarlo todo.
Lisa se mordió el interior de la mejilla cuando Jungkook dejó de hablar. De un momento a otro, ambos chicos como un montón de enfermeras y un par de doctores corrían hacia una habitación en específico. La chica frunció el ceño, sabía perfectamente de quién era aquella habitación; Jackson Wang.
Ninguno de los dos sabía muy bien el problema que atormentaba al chico, pero sabían perfectamente que era algo serio. Era serio, por supuesto que lo era, pero también sabían que no debía morir pronto, pues la enfermedad aún no lo había invadido por completo.
El chico gruño.
—Esto es como un campo de batalla,— Habló, —las personas sin resolución de ganarle a las enfermedades deberían irse.
La chica tragó pesado al notar como de pronto los doctores abandonaban la habitación del chico con expresiones de alivio en sus rostros.
—El chico tiene resolución.— Susurró Lisa mientras que una sonrisa se asomaba en sus labios.
—Lo último que él quiere es morir... he escuchado que ha intentado escapar un par de veces.
Una voz masculina consiguió que ambos se sobresaltaran.
Fue entones cuando un chico rubio se puso de pie justo frente a ellos. Lisa no lo conocía lo suficiente, pero sabía de quién se trataba; Min Yoongi. Un coche lo había golpeado y le rompió la pierna izquierda, en ese momento se encontraba en rehabilitación para acostumbrarse a caminar de nuevo.
Lisa sonrió. Quizá Jackson podría entenderla...
Quizá Jackson podría escapar junto a ella.
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La Chica En El Bosque //JENLISA//
Fanfiction-¿Quién eres en realidad, Lalisa Manoban? La pálida chica sonrió débilmente al escuchar aquello. -Creo que tu misma tendrás que conseguir la respuesta a esa pregunta, Kim Jennie. "¿No es curioso como las escenas más inolvidables pueden ser tan t...