—Te vez feliz.— Murmuró Marco, su padrastro, al mismo tiempo en que la chica de piel pálida se sentaba justo frente del piano que se encontraba en una esquina del salón principal.
—Quizás lo esté.— Replicó.
—Es bueno saberlo.— Mencionó mientras se acercaba a ella sólo para depositar un tierno beso en su cabeza y poder volver a su habitación para revisar algunos correos que había recibido respecto al trabajo.
Lisa soltó un suspiro mientras se preparaba mentalmente. Después de un par de minutos, comenzó a tocar las teclas de aquel hermoso piano con delicadeza, produciendo una hermosa melodía; una de sus favoritas.
Nocturne Op. 9 No.2
Sonrió débilmente, había comenzado bien. Sin errores.
Unas de las cosas que más le gustaba de tocar eran aquellas que lograban traerle recuerdos, recuerdos tanto malos como buenos.
Aunque... ella solía tener un problema.
En cuanto mas se entregaba a la melodía, todo lo malo que le había ocurrido en el pasado regresaba a su cabeza una y otra vez... el instituto, los recitales, sus compañeros, y... Sehun.
El ambiente seco, el olor a polvo, las miradas del publico. Todo eso regresaba a su cabeza. Recordaba perfectamente como observaban todos y cada uno de sus movimientos esperando que de repente tuviera una equivocación, pero jamás las tenía. Sus presentaciones siempre habían sido perfectas, Lisa siempre hacías las cosas a la perfección.
Y vaya que eso había cambiado.
Después de un par de minutos la chica de piel pálida comenzó a cometer error tras error... los recuerdos comenzaron a afectarla.
Ella sabía que no debía estancarse en el pasado, estaba consciente de que en algún momento debía avanzar; por mucho que esto pudiese llegar a cambiarla.
A decir verdad, ella no quería volver a la vida que tenía antes de que todo sucediera; la vida que tenía antes de Sehun. Aquella vida en la que los demás podían manipularla como quisieran, la vida en la que era humillada, la vida en la cual recibía abusos diarios por parte de sus compañeros, ella no quería ser esa Lisa de nuevo.
Estaba deprimida, pero ella sabía que si seguía deprimida y se rendía, no podría mirar a la cara a sus padres, quienes la criaron. Era su vida y si se rendía sería una pena.
De un momento a otro, la castaña sintió un dolor punzante en su pecho. Paró en seco y se puso de pie, caminado hasta el pequeño mueble que estaba a un lado del enorme sofa que decoraba el salón principal. Abrió el cajón con cuidado y busco el ya bien conocido frasco de analgésicos. Respiró profundamente mientras lo tomaba, junto a otros dos frascos diferentes.
Abrió los tres rápidamente, tomando los tres diferentes tipos de píldoras, después de un par de segundos tragó las tres de golpe.
—¿Lis?
La vos de su hermana menor le causó escalofríos, no esperaba que alguien pudiese llegar a verla.
—Bicho... ¿qué haces despierta? Es tarde.— Habló tiernamente mientras acariciaba el rostro de su pequeña hermana.
Y ahí estaba ella, con su cabello rubio y ojos claros, idéntica a su padre (padrastro de Lisa), pero con los típicos rasgos asiáticos de los tailandeses heredados por su madre, la perfecta combinación.
Jai tenía ya el pijama puesto, su cabello era un desastre y llevaba abrazado a su oso de felpa, su compañero de cama. Lisa se dió cuenta inmediatamente que ella se había despertado por el sonido del piano.
—¿Sigues enferma?— Preguntó inocentemente.
La chica de piel pálida le regaló una débil sonrisa mientras acariciaba con delicadeza la mejilla de su hermana menor.
—Es sólo un resfriado.— Mintió.
—¿Por qué no tomas un vaso de limonada?
Al escuchar aquello, la sonrisa se le borró inmediatamente del rostro.
"Si del grifo saliera limonada, los resfriados desaparecerían..."
—Lo tendré en mente.— Susurró luchando para no echarse a llorar en ese momento. No quería derrumbarse frente a su hermana menor.
—Jai, debes dormir.— Indicó la mayor. —Mañana tienes escuela.
La menor asintió animadamente mientras se ponía de puntillas sólo para poder depositar un beso en la mejilla de su hermana mayor. Le deseó una buena noche y subió las escaleras dirigiéndose a su habitación.
Fue entonces cuando la de oscuro cabello marrón se quebró. Ella sabía perfectamente que Jai había dicho eso en un intento de animarla, su hermana menor no era consciente del daño que le causaba el simple hecho de recordar aquello.
Pero lo recordó.
Aire frío y seco. Las sábanas limpias suavizan el ambiente. Un chico cruel le pide que sueñe de nuevo. Pensó que como ya había cumplido un sueño podría rendirse, pero alguien volvió a echar agua a su corazón marchito.
"Pensaba que ya lo sabías, soy un patán."
Sonrió débilmente al recordar las palabras de su viejo amigo, era un idiota. Él podía hacer que se rompiera en mil pedazos y aún después de eso lograba hacerla sonreír.
Era cruel.
Siempre que lo recordaba no podía evitar ponerse nostálgica, y tampoco podía pensar en alguna otra cosa que no fuera su vieja amistad con el aquel chico, pero ese día lo hizo.
Recordó algo. La recordó a ella.
La hermosa chica de ojos de gatito con la que había pasado la tarde; Jennie.
Ese día no fue en vano. A amabas les habría gustado que se parara el tiempo. Fue un día fantástico. Jennie estaba agradecida. Ella no sabía que en el camino a casa, después del instituto, y explorar con aquella chica de orbes color avellana, brillarían tanto las estrellas.
Aquella noche, Jennie logró dormir por primera vez en una semana y media.
Durmió con una sonrisa pintada en el rostro.
Sonreía por aquella chica que había encontrado en el bosque. Sonreía por Lisa, esa chica que, sin siquiera intentarlo, terminaría siendo una persona sumamente importante en la vida de la castaña.
Esa chica que se convertiría en una buena razón para creer.
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capítulo dedicado a @JohannaRivas781 por apoyar la historia. gracias
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La Chica En El Bosque //JENLISA//
Fiksi Penggemar-¿Quién eres en realidad, Lalisa Manoban? La pálida chica sonrió débilmente al escuchar aquello. -Creo que tu misma tendrás que conseguir la respuesta a esa pregunta, Kim Jennie. "¿No es curioso como las escenas más inolvidables pueden ser tan t...