Asunto pendiente.

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Habían pasado un par de días desde lo acontecido con el chico solitario de la habitación que estaba frente a rehabilitación, y Lisa estaría mintiendo si de repente dijera que se había rendido, porque no lo había hecho.

Ella tenía un objetivo y estaba segura de que iba a conseguirlo. Le importaba una mierda que a Jackson no le gustara su presencia, o que en ese momento estuviese odiándola porque logró vencerlo en un estúpido juego de ajedrez. Era algo que la chica había descubierto fácilmente; aquel chico odiaba perder.

Era fin de semana y, por ello, Jennie no tenía que ir al instituto ese día. Decidió visitar a Lisa al hospital, lo cual ya se había convertido en una parte esencial de su rutina.

—¿Cómo haces amigos?— La menor preguntó repentinamente.

Era una pregunta difícil de responder, porque ni siquiera Jennie tenía una respuesta clara. ¿Cómo hacía amigos? Realmente no lo sabía del todo bien. Cuando le agradaba una persona lo único que solía hacer era acercarse a él o ella para hablar; comúnmente sus planes resultaban, pues conseguía tener una amistad con aquella persona.

—Bueno...— Se rascó la cabeza. —creo que sólo vas a hablar con alguien y si se agradan mutuamente, las cosas funcionaran.— Sonrió.

El problema en la situación de Lisa era que el chico posiblemente la estuviese odiando en ese momento... lo había vencido, y lo había hecho de una manera completamente absurda. Quién sabe, quizá ella debió pensárselo dos veces antes de hacer aquello.

Por supuesto que entendía al chico, ella también odiaba que la derrotaran; aunque casi nadie conseguía hacerlo. La habían vencido una que otra vez; por supuesto que lo habían hecho. Un par de chicos que competían contra ella en los concursos de interpretación. No recordaba muy bien sus nombres, pero había un sujeto en específico que consiguió arrebatarle el triunfo una sola vez.

Song Minho era un chico demasiado idiota. Su coeficiente intelectual no era el más alto del mundo, era más que obvio, tenía en cuenta que él siempre había sido una completa vergüenza en los estudios, pero tenía un talento impresionante a la hora de tocar el piano.

Sí, el sujeto era un idiota, no tenía ni la más mínima idea de lo que quería hacer en el futuro, pero cuando subía al escenario conseguía cautivar a todos los presentes... inclusive a ella.

Después de su increíble debut en aquel concurso, nadie supo absolutamente nada de él. Simplemente había desaparecido y hasta ese día nadie sabía muy bien lo que le había sucedido.

Lisa creía que, comparada con la corta existencia de la vida humana, tocar era verdaderamente muy profundo e intenso, alguien no podía desaparecer de esa manera después de cautivar por completo a una audiencia.

—Digamos que este chico... es un poco amargado. Es fanático de la soledad.

Jennie lo entendía, conocía a varios chicos con aquella descripción. A ella no le agradaba del todo hacer amistades con ese tipo de personas, normalmente no hacían más que conseguir problemas y andar por ahí odiando a todas las personas que los rodean.

A decir verdad, a la castaña le inquietaba un poco el hecho de que Lisa quisiera hacer amistad con un chico así. ¿Por qué querría hacerlo?

Claro, ella sabía perfectamente que esa clase de chicos conseguía llamar la atención de las chicas, pero Lisa no podía gustar de él, ¿Verdad? No podía porque en ese momento ambas estaban saliendo, ¿O no?

—¿Por qué tanto interés por querer ser amiga de un sujeto así?— Soltó repentinamente.

El corazón de Lisa se detuvo al escuchar aquella pregunta. Ella quería ser capaz de contarle a Jennie lo que había estado planeando, quería poder decírselo sin siquiera tener la necesidad de inquietarse debido a la reacción que la mayor podría llegar a tener, pero Lisa no podía decírselo. Sabía perfectamente que ella jamás estaría de acuerdo con sus motivos y que incluso se lo impediría.

Lisa no quería que nadie arruinara su plan, ni siquiera Jennie.

—Sé que puede ser agradable.

Mintió.

—¿Por qué lo crees?

La chica enferma se encogió de hombros mientras pensaba en las palabras correctas que debía utilizar para responder aquella pregunta.

—Una vez mi padre me dijo,— Comenzó a hablar. —si hay una meta que tú quieras alcanzar, no importan las apariencias, tómala y aférrate a ella lo más que puedas.

Jennie no dijo nada más, pues estaba segura de que no podía discutir con aquello.

La castaña se había marchado relativamente tarde, Lisa miró por el enorme panel de cristal que estaba puesto en una de las paredes de su habitación por un par de segundos sólo para notar que el cielo ya se había oscurecido.

Se levantó de su camilla e inmediatamente comenzó a caminar hacia la habitación del chico. No tardó siquiera tres minutos en llegar, tomó el pomo de la puerta y rápidamente se adentró en el pequeño santuario sagrado de Jackson Wang.

Aquella vez, él estaba recostado en su camilla con sus auriculares colocados. Se sobresaltó un poco al notar la presencia de la chica de piel pálida, frunció el ceño mientras se ponía de pie y caminaba hacia ella.

—¿Pero qué carajo?— Dijo con exasperación —¿Qué haces aquí?

La menor se apresuró en colocar su mano derecha encima de los labios del chico, quien no hizo más que mirarla con una expresión de confusión en su rostro.

—He escuchado que quieres escapar.

Los ojos del chico se abrieron como platos al escuchar aquello.

—Si quieres hacerlo,— Suspiró. —creo que tienes que comenzar a tratarme bien.

En cuanto aparto su mano de la boca de aquel chico, le regaló una simpática sonrisa antes de notar que el tablero de ajedrez estaba perfectamente colocado en su escritorio.

—Pero... creo que tú y yo tenemos un asunto pendiente, ¿No crees?

Jackson se sorprendió al entender a qué se refería la menor con aquellas palabras. El chico se  acomodó el beanie de su cabeza mientras se acercaba al tablero de ajedrez junto a la menor.

—Bien... ¿Cuál es el plan?

Lisa sonrió victoriosamente al escuchar aquella pregunta saliendo de los labios de Jackson.

Vaya... lo estaba consiguiendo sin siquiera tener que esforzarse.

La Chica En El Bosque //JENLISA//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora