Jackson seguía perplejo aun después de que un par de minutos pasaran; ella lo había vencido de nuevo. No entendía muy bien como lo había hecho, pues la chica de piel pálida le había tendido una trampa demasiado elaborada aquella vez.
No había sido una derrota absurda ni mucho menos, Jackson se había concentrado mucho más en aquel juego, pero no importaba que tanto se pudiese llegar a concentrar. Era irremediable que él pudiera escapar de aquella jugada.
En ese momento, el moreno entendió que la única manera para conocerse a sí mismo, era salir de su zona de confort y aprender. Incluso si eso significaba ir tras la persona que lo derrotó.
A decir verdad, Lisa había comenzado a preocuparse. Habían pasado más de tres minutos desde que mencionó aquellas dos palabras que significaron la derrota para el mayor.
Estaba paralizado. Parecía que las fuerzas habían abandonado su cuerpo y yacía inerte en aquella silla como si de un muñeco de trapo se tratase. Respiraba de manera regular, pero él estaba inconsciente. No obstante, mantenía los ojos fijos en el tablero de ajedrez, como si estuviese tratando de analizar la trampa que le había tendido desde el inicio del juego.
La chica se apoyó en el escritorio con ayuda de uno de sus codos, mientras que chasqueaba los dedos un par de veces frente a los ojos del chico. No reaccionó. Sus ojos funcionaban con normalidad, miraba algo, pero no mostraba expresión alguna debido al irritante sonido que ella estaba produciendo con sus dedos. Era muy extraño.
Él ese momento ni siquiera estaba pensando en el juego de ajedrez, por alguna extraña razón, en su cabeza comenzaron a proyectarse recuerdos de los pocos ratos que solía pasar junto a su familia.
La primera vez que él intento huir de su hogar, no sólo había tomado uno de los montones de billetes que tenía su padre en su studio sin decir nada. También se llevo un viejo y pequeño encendedor de plata y una navaja plegable de acero inoxidable, algo que posiblemente no utilizaría, su padre la había conseguido en alguno de los viajes que había hecho por su cuenta.
También decidió llevar consigo una potente linterna, un par de conjuntos de ropa y unas gafas de sol sólo para ocular su identidad.
Jackson se había cuestionado un par de veces si también debía llevar consigo aquel Rolex Daytona que le había costado una fortuna a su padre, pero al final lo dejo pasar. Aquel reloj era una belleza mecánica, a él le fascinaba, pero no quería llamar la atención cargando consigo de forma innecesaria un objeto de ese valor.
Además de todo lo que llevaba, decidió también llevar una vieja fotografía que tenía en el escritorio de su habitación. En ella se le podía ver a él abrazando cariñosamente a su primo favorito.
El chico se preguntaba si tan siquiera él le echaba de menos, pues era con quién tenía mejor relación. Por supuesto, no podría saberlo...
Cuando sus padres notaron la ausencia de su único hijo, se apresuraron en llamar a las autoridades, quiénes no dudaron en iniciar una búsqueda exhaustiva hasta encontrarlo.
Lo lograron.
El chico ni siquiera había tenido la oportunidad de abordar al autobús que lo alejaría de aquella estúpida ciudad y lo llevaría al aeropuerto; su plan era huir hasta su ciudad natal. Le gustaría poder decir que casi lo consiguió, pero sus padres fueron lo suficientemente rápidos como para encontrarlo.
El se encontraba sentado en una de las bancas de madera que se encontraban justo afuera de la estación de autobuses. Había utilizado el encendedor de plata que había robado del studio de su padre para encender un cigarrillo. Aquella fue una mala idea, pues su salud estaba completamente jodida como para poder soportar el humo del tabaco, pero a él le importó una mierda.
En cuanto el chico notó que sus padres lo habían encontrado intentando huir. Desgraciadamente, las punzadas que sentía en el pecho hicieron que dejara de correr. El quiso seguir, por supuesto que lo intentó. Sabía perfectamente que en el momento en que sus padres lograran atraparlo, su vida terminaría.
Ambos le habían informado un par de semanas atrás que él sería ingresado al hospital debido a la estúpida leucemia, al parecer, se había vuelto mucho más severa con el paso de los años.
Jackson odiaba el hospital, de verdad que lo odiaba... odiaba el hospital, odiaba a los doctores, odiaba las enfermedades, y por supuesto... odiaba a sus padres. Los odiaba porque ellos se rehusaban a aceptarlo, al igual que todo el mundo.
Su persecución terminó un par de minutos después de que se había detenido. Sus padres inmediatamente lo atraparon y lo trasladaron inmediatamente al enorme hospital de la ciudad. Habían pasado dos años y un par de meses desde ese día, sus padres se rehusaron a visitarlo e incluso amenazaron a todos sus primos sólo para evitar que fuesen a verlo.
Separarlo de su primo, su mejor amigo... aquel había sido su castigo más grande.
Su vida se había ido a la mierda desde que ingreso al hospital. Lo único que quería en ese momento era escapar, huir lejos y empezar de nuevo, pero evidentemente no había tenido la oportunidad. Lo había intentado un par de veces en el pasado, pero era inútil, era difícil burlar a la seguridad del hospital, así que era completamente normal que un doctor lo descubriera.
Jackson volvió de su transe al sentir la mano de aquella chica justo encima de la suya.
Frunció el ceño e inmediatamente alzo la mirada sólo para encontrarse con aquellos profundos ojos color avellana. Su corazón se detuvo y su respiración comenzó a volverse irregular. Conocía esa mirada, aquellos ojos tan profundos los había visto antes, pero no en ella.
Apretó la mandíbula en cuanto el recuerdo de su primo pasó por su mente.
Sus padres los habían separado y los odiaba por haberlo hecho.
—Acepto todo de ti, Jackson.— Habló con serenidad. —La única que entiende como te sientes, soy yo.— Enlazó sus dedos delicadamente. —Así que no te rindas, encontraremos la forma de salir de aquí. Vamos a encontrarla juntos.
La razón por la que vivía en ese momento, había vivido sólo para morir, pero quería ver a su mejor amigo de nuevo.
Quería ver a sus padres, no, quería destruirlos. Quería hacerlo, le importaba una mierda que no fuera lo correcto, él quería que ellos sufrieran tanto como él, quería que entendieran lo desastroso que era perder a las personas que más amaba en el mundo.
Bueno, él suponía que quería regresar a su hogar.
Claro, era más fácil decirlo que hacerlo. Suponía que era porque había pasado demasiado tiempo desde que se esforzó tanto. Como estaban las cosas en ese momento, él sabía perfectamente que le sería imposible mantener el control, quizá sería mejor esperar un poco.
Jackson odiaba las guerras. Eran horribles y desagradables, no importa de qué ángulo las veas, pero... sus padres eran así. No le importaba una mierda si tenía que comenzar la tercera guerra mundial para acabar con ellos.
En ese momento, él estaba hecho una mierda y era por culpa de sus padres. Lo único que él quería en ese momento era volver a casa, y acabar con sus padres.
Él tenía sed de venganza.
Ellos se arrepentirían de todo... de haberlo rechazado, también del día en que decidieron ingresarlo al hospital, pero sobre todo... se arrepentirían de haberlo alejado de su mejor amigo.
Sujetó la mano de Lisa con un poco más de fuerza.
—Supongo que somos muy parecidos.— Murmuró el chico.
—Créeme... lo somos.
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La Chica En El Bosque //JENLISA//
Fiksi Penggemar-¿Quién eres en realidad, Lalisa Manoban? La pálida chica sonrió débilmente al escuchar aquello. -Creo que tu misma tendrás que conseguir la respuesta a esa pregunta, Kim Jennie. "¿No es curioso como las escenas más inolvidables pueden ser tan t...