Capitulo 2

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-¡Papii!- Grito lo mas fuerte que puedo.

En unos minutos pisadas se escuchan bajando las escaleras, mas de las que quiero para ser honesta. Al voltearme cuatro pares de ojos se encuentran frente a mi, con pistolas alzadas en mi dirección.

-¿quieren bajar eso? no quiero morir hoy por una bala perdida. -Les digo, mientras me acerco a mi otro papa, porque si, tengo dos papitos hermosos.

-¿pero que pasa? pensé que te habían hecho algo malo. -respondió mi papi, mientras se acercaba a darme un beso en la frente.

-Estos energúmenos que tienes como hijo y esposo no me quieren dejar salir.

-Yo ya me voy, esto es una batalla perdida. -Suelta Aaron, mientras me da la vuelta para subir las escaleras.

-¡Esto es estúpido! la niña tonta interrumpe cosas importantes solo para poder salir, les dije a ustedes dos que la educaran mejor. -Dice mi otro hermano Arthur mientras entrecierra sus ojos marrones en mi dirección.

Veo a su espalda encontrándome con dos pares de ojos mas, los cuales denotan fastidio y enojo. Unos tan oscuros como la noche, que solo pueden pertenecer a Jared. Y otros mieles, que son de Ian.

-Ya sal como quieras, no olvides llevar a alguien contigo, porque estoy seguro que de lo contrario hoy nuestra hija no llega a casa.

Di varios salto y abrace a mis padres, llenándolos de besos.

Jean Lucas, mi padre mas severo es un blando cuando se trata de mi papi Armando, quien me apoya en todo.

Le guiño un ojo a mis queridos hermanos, mientras salgo de la casa.

Afuera hay muchísimos hombres, tanto custodiando el jardín como el frente. Uno que otro me mira mientras cruzo por su lado, mala idea chico, hoy te sacan los ojos. Vivo con seis hombres en casa, y no puedo decir cual de todos es mas protector y celoso, y ninguna chica debería vivir con tantos chicos aunque sea una casa enorme. Son robustos, desordenando, molestan demasiado y infinidades de cosas mas. Al único que saco del paquete es a mi papito Armando.

Mientras voy a subir a mi porche siento como una gran mano se sitúa en brazo, de solo sentir el halón se de quien se trata, Ian. Doy la vuelta para encontrarme con aquellas lindos ojos mieles mirándome con enojo, Ian podría ser el mas guapo de todos mis niños, con hermosas facciones refinadas, tupidas cejas, su cabello rubio que llega justo hasta sus hombros, es todo un Odín rompe corazones.

-Yo voy contigo.

También es de los mas tercos, y fríos. No habla mucho y es sombrío, cuando llego a casa y lo vi por primera vez me dio mucho miedo, le tuve miedo como por un año, salía despavorida cada que tenia que quedarme a solas con el, pero el tiempo paso y le encontré su lado amable, que es inexistente, pero ya se que no me haría daño. Tiene una cosita dulce debajo de todo esa mascara de frialdad.

Solo asiento y le doy las llaves para que conduzca. Esta demás decir que la conversación es inexistente, ya que el anormal no habla ni con su reflejo, a menos que sea de suma importancia su voz no se escucha.

Cuatro tontos en mis manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora