Capitulo 52

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Estaba aburrida, demasiado para ser precisos. Charlie había salido con su padre a hacer algunos negocios a Milán y yo tuve que quedarme en la finca. No tenía con quien hablar o que hacer, los empleados ni porque yo les hablara me dirigirían más de dos palabras.

Camine hasta la oficina de mi padre para saber si podía salir a algún lugar, todo estaba realmente callado y no había movimientos de nadie más que mis pasos, no tenía miedo, en este lugar no podría pasarme nada, era demasiado seguro.

Llegue hasta la gran puerta y toque unas veces, pero al no responderme entre, no había nadie, todo estaba totalmente en silencio y solo luz de las ventanas iluminaba el lugar. Intente buscar el botón de la Luz pero cuando di con él y lo presione las luces no encendieron, eso era extraño. Seguí abriéndome paso hasta el gran escritorio que estaba lleno de papeles.

—Hay mucho desorden aquí. —Murmure.

Comencé a arreglar de apoco los papeles que estaban esparcidos por el suelo y el escritorio, todo marchaba a la perfección hasta que de unas hojas calló no que parecía una foto, uno extraña y antigua foto, me costó tomarla porque algo me decía que no lo hiciera, pero al final tomé la decisión de mirar. El alma me bajo a los pies. Una mujer estaba posando con una enorme sonrisa a la cara y un bebé en brazos, podía ver qué más atrás estaba mi padre distraído con algo. Los temblores en mis manos hicieron que la foto callara al suelo y sin poder evitarlo Dos gotas saladas se derramaron por mis mejillas.

—¿Amber? —Se escuchó la voz de mi padre.

Ni si quiera me había percatado de su prensencia.

—Es ella. —Murmure.

—¿Quien? —Se acercó un poco y le señale la foto en el piso, él no tuvo que verla para que su rostro se descompusiera. —Amber, ¿que sabes de ella?

—Yo... yo... nada... ella aparece en mis sueños... no me deja mover.

Esa era la mujer, la recordaría hasta después de mi muerte, el miedo que fluye en mi cada que la vio es aberrante, no podría olvidarme de ella.

—¿En tus sueños?

—Si... ¿quien... quien es ella?

—Es complicado.

—Explícamelo, intentaré comprenderlo.

—Es que... ella es tu madre cariño. —Lo dijo vacilante.

—¡No! ¿Donde está?

—Lejos de aquí. —Se acercó a mi y me acarició el cabello —Muy lejos de ti.

—¿Donde?

—Ella decidió irse Amber, nadie la obligó. Tenía miedo de ti y de en quien te convertiría.

Yo no entendía lo que pasaba del todo bien, ¿se fue? ¿Por mi?

—Pero, ¿quien soy papá? ¿Por que alguien me tendría miedo?

—No a ti, a mi. —Susurro, con miedo a que lo escuchara. —Eres buena, demasiado para mi gusto. Inteligente, manipuladora a tu antojo, tienes potencial para subir a donde estoy. Ella le temía a eso, a que decidiera educarte para querer poder, tener el mundo a tus pies, para dejarte el trono cuando me fuera.

—¿Y lo hiciste?

—Dios sabe que no, pero no porque no quisiera, si no porque yo mismo tuve miedo. Quería moldearte a mi antojo, que algún día tomarás las riendas del negocio, pero tenía miedo a que fueras más cruel de lo que llegaba a calcular. Tuve miedo a que usaras tu inteligencia en mi contra.

—Eso es ridiculo.

—No lo es, no cuando estas en este negocio. Aún con el poco entrenamiento que te han dado eres mejor que yo administrando y pensando en todo.

—No me tenias miedo... me tenía envidia... tu padre, mi Nonno me reconoció a mi por encima de ti y eso te hirvio la sangre.

—Veo que comprendes.

—Se supone que soy tu hija.

—Y por eso te protejo. Por eso hago lo que esté a mi alcance para cuidarte.

—No me cuidas a mi, te cuidas a ti. —Hice una pausa para respirar profundamente, y ver si mi corazón seguía latiendo. —¿Donde está mi madre? —Pregunté. —¿Donde está maldita sea?

—Ella no quiere que la busques, no te quiere cerca. —Apuntó a un lugar donde había unos papeles, al abrir entre ellos había un sobre, ya abierto. —Ella no te quiere, ahí lo dice.

—¿cómo estoy segura que la escribió ella?

—No mentiría con algo así, confía en mi por esta vez.

Cuatro tontos en mis manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora