Capítulo 56.

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Yo lo sabía, tarde, pero lo sabía. De hecho, había sido testigo de cuantas veces ellos me lo habían dicho, que no pensaba en que las personas con las que había compartido tantos años fueran unas locos psicópatas es otra cosa, no recuerdo a nadie que fuera más retraído que Ian, ni más parlanchin que Aaron, pero aquí estoy con ese extraño loco y necesitado de psiquiatras. 

-No lo entiendo, no entiendo, te juro que no lo hago. -Balbuceaba el.

Siempre escuche hablar de la locura, de cómo podía asomarse por tus ojos y movimientos corporales. Yo sabía que el no estaba bien, sus grandes ojos turquesa me miraban con algo extraño en ellos, algo que no había visto jamás, y que sólo me producía un temor desmedido. No era fácil de asustar, eso no, pero todos sus poros exhalaban locura, y nadie podía saber lo que pasaría si sus demonios ya se habían descontrolado. 

-shshshsb bonita. -Se acercó rápidamente a mi lado. Sostuvo con delicadeza mi mejilla y comenzó a acariciar mis labios con su dedo pulgar. -No llores, no lo soportó. 

-De... déjame ir Aaron, por favor. -suplique. Y fue humillante, nunca en mi vida lo habían tenido que hacer, y jamás piense que tendría que hacerlo bajo una situación como esta. 

-¡¿QUE TE DEJE IR!? -Me sostuvo con fuerza la barbilla, para que lo mirara directo a los ojos, a aquellos que me atemorizaban porque desbordaron horror. -Jamás te dejaré ir, tu eres mía. 

Y eso era un hecho -Déjalo ir a él, y me quedaré contigo. - murmure, yo ya estaba resignada a quedarme allí, pero algo me decía que Charlie no estaba incluido en esa invitación. 

-¿Que parte no entiendes de que te amo? 

-Yo también te amó, mi amor. -No podía decir que era del todo mentira, pero en ese momento sentía que era mi única salida. 

-¡MENTIROSA! Sólo mientes y mientes Amber, ya deja de hacerlo. 

-No, yo te amó Aaron. 

Sus ojos se abrieron, tanto que podríAn salirse de sus órbitas, y una larga y ancha sonrisa se pegó en sus labios, parecido a la del gato de cheschirie en todo su esplendor. 

Cuatro tontos en mis manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora