Capítulo 59

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Algo frío se extendió por todo mi cuerpo, dándome escalofrío, instintivamente palpar el lugar donde estaba buscando algo con que cubrirme, me no había nada más que algo duro y frío. Rápidamente abrí mis ojos encontrandome con el blanco techo y una fuerte luz del mismo color encendida, me estremeci al momento en que pude sentarme en la dura superficie, dándome cuenta que estaba en el piso, y totalmente mojada, mis cortos cabellos  pegaban a mi frente. Un fuerte estornudo escapó por mis labios, y no pude evitar abrazarme. 

-Al fin despertaste. -La fría voz de Jared, hizo correr corrientes eléctricas por mi columna, cada una de ellas ocasionando más y más dolor en el pecho. -Con algo de ayuda la pura despertó. 

Fije mis ojos en el punto donde había mirado, encontrando a un encendido Aaron allí, la rabia desbordada sus ojos, al igual que la ira. Ni si quiera en ese momento entendía del todo lo que pasaba o porque estaba enojado, el no debería no estarlo, no cuando... cuando asesinó a Charlie. Lágrimas corrieron por mis mejillas y de nuevo aquélla agonía se instaló en mi pecho. Desesperación, eso sentía. 

Justo cuando iba a ponerme de pie, la mano de alguien impactó contra mi mejilla, ocasionando un ruido sordo en el lugar, el lugar del golpe me dolía, y fue tan fuerte que el sabor metálico de la Grecia inundaba todo. Levante mi vista para encontrar a Jared frente a mi, con la misma furia que desprendía Aaron. 

-Así que te querías  ir con el. -Otra bofetada impactó en mi mejilla, me sostuvo con una fuerza espeluznante la barbilla, iban a romper aquel lugar en algún momento. -No se lo que dude en algún momento que eras la zorra que demostrabas.

No pude explicar en que momento  miedo salió de mi sistema, pero con todas mis fuerzas grite. -¡TU NO DEBERÍAS JUZGAR HIJO DE ENEMIGOS! -mi respiración era agitada y entrecortada, escupi la sangre y volví a mirarlo, su expresión había cambiado a una de consternación, pero no iba a parar, no ahora. -¿Ya se te olvido? Porque a mi no. Jared Vigoliori.

Todo se sumió  en total silencio, y pude observar los rostros de los tres que estaban allí. La  de Jared era espeluznante, el sabía lo que se aproximaba, alguien morirá aquí. La de Aaron destinaba más enojo que antes, y eso ya era mucho decir. Arthur se mostró totalmente pacífico, algo consternado, pero pacífico. 

-¿QUE MIERDA DICES? -Rugio Aaron. 

-Que es hijo del hombre que intenta matarnos, los traicionó y les miró la cara de idiotas. 

-Yo puedo explicarlo... -respondió Jared, quien muy a mi pesar no mostraba miedo en  voz, sólo calma, ¿Así muere un asesino? ¿En calma? 

Antes de que el volviera a abrir la boca, se escuchó un estruendoso ruido por todas partes, dando el preámbulo de que un arma había sido disparada. No pude evitar gritar, cuando algo caliente se esparcio por toda mi cara y cuerpo, grumos y caliente. Era su sangre, la sangre de Jared. Lo vi tendido en el suelo, recostado en su sangre y con un profundo agujero en su frente. Estaba impactada, pero no me sentía mal, no del todo, el merecía morir, ¿Verdad? El merecía morir. 

-¿Que hiciste?  -pregunto Arthur mientras se acercaba al cuerpo. 

-Pensé que un asesino entrenado sería más difícil de matar, pero ya ves que no. 

-Ya basta Aaron entregame esa arma. 

-¿Quieres ser el siguiente?

Arthur sonrió con cinismo para luego graznar -inténtalo...

Todo paso tan rápido que a mis ojos no le dieron tiempo a captar, Arthur y Aaron se estaban golpeando mientras intentaban sostener el arma. Estaban distraídos. Sin esperar una alarma salí corriendo del lugar en donde estaba, dejándolos a ellos detrás. Corrí por un largo pasillo blanco, totalmente iluminado por farolas, al final me esperaban unas escaleras, que no dude en subir. Rápidamente llegue a una puerta que estaba entre abierta, y justo allí se escuchó el estruendo de otra detonación, y dos, tres, cuatro en total. Corrí más rápido, espero que este muerto Aaron. 

Era una sala de estar, con grandes ventanales y muchos muebles blancos, no me paré a pensar mucho en las cosas, sólo a abrir las puertas que encontraba. La primera me llevo a un baño, la siguiente a un estudio, y cuando por fin llegue a una que daba a un largo pasillo y una enorme puerta  al final, lo escuché. 

-Este fue más difícil, pero ya no está. -Aaron. 

Mis piernas perdieron la fuerza y me sentí desfallecer, no tenía sentido, ya no. Ese horrible hombre no me dejaría en paz. 

-Y como a ti te quiero todo menos muerte, vas  a aprender la lección de otra forma. 

Justo ahí reaccione, intentando correr, pero mis piernas fallaron, y antes de llegar a la mitad del pasillo ya estaba tirada en el piso, mientras el tiraba de mi pie. Patalie, incluso arranque mis uñas intentando sostenerme, pero ya estaba bajo su cuerpo. 

-Ahora aprenderás. 

Con ambas manos rompió la ropa que tenía toda ella, dejándome desnuda, expuesta a él, y con el horror de lo que pasaría. Grite con todas mis fuerzas, y atañe su cara magullada, para liberarme, pero me dio cuenta que eso sería imposible. Así que lloré, con todas mis fuerzas, o las que me quedaban.

-Por favor no. -Suplique, cuando sentí su miembro erecto en mi entrada.

-Sólo  disfruta. -murmuró. Empujó con lo que pareció todas sus fuerzas su pene dentro de mi cuerpo, haciéndome gritar de dolor. Llevo sus labios a los míos para intentar besarme, pero con las fuerzas que me quedaban lo morir hasta hacerlo sangrar. -¡PERRA ESTÚPIDA!

Sus embestidas cada vez más fuertes me estaban matando de dolor, ¿Como puede alguien pasar de darte placer a tortuoso dolor? Sabía que luchar ya no me ayudaría, pero no podía dejar  de hacerlo, dejar que ese maldito siguiera violandome. Justo allí, en aquel lugar, el término de romperme, romperme el alma y mi corazón, dejarme vacia. En el momento en que mi cuerpo sólo quedó inmóvil, entendí que ya había muerto, justo allí. Muerto de agonía por dentro, estaba sucia y horrorizada, pérdida con el alma rota. Gracias a él. 


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¡NO LLORE! Se los aseguró, pero si me estrujo el corazón. 

Cuatro tontos en mis manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora