Capitulo 53

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Lo decía todo, ella no me quería, de hecho había intento no tenerme muchísimas veces m, pero de igual forma nací. Se fue lejos en cuanto pudo escapar de mi padre y se suponía que ya yo no la necesitaba más. No sabía cuánto dolería aquello hasta que por fin la leí. Mi corazón se había roto, no era una mala persona como ella me describía, y monstruo, ¿cómo alguien le dejaría escrito esto a su hija? Cuando se supone que debes amarlos  y protegerlos.

Últimamente  mi mundo estaba de cabeza, las cosas iban demasiado mal, todo me salía mal, me estaba repudiando a mi misma tanto, que llegue a mi límite. No iba llorar, no lo haría más. Ya basta de que las personas se aprovechen de mi y no tengan consecuencias.

Mire el anillo que cargaba mi dedo, por lo menos lo tengo a él, quien siempre me va a amar. Ya estaba cansada de toda la mierda que estaba saliendo, de todo lo que estaba pasando, necesitaba irme de aquí, alejarme de todos, o morir en el intento.

Tomé mi celular y marqué el número que me sabía de memoria. A los dos tonos descolgó.

—Cariño, ¿cómo estás? —Se escuchó la voz de Charlie al otro lado.

—Te necesito aquí. —Dije con la voz rota.

—¿Que pasó?

—Nos vemos en Milán, si me amas te irás conmigo.

Corte la llamada y fue directo a mi habitación. Tire mi armario por todos lados, tomé una pequeña maleta de mano y puse cosas esenciales ahí, como pasaporte con otra identidad, licencias, actas y muchas otras.

Camine lo más rápido que pude por el lugar, saliendo por la puerta de atrás y cuidando que nadie me viera, ni el servicio ni los guardias. Mi padre tenía razón, soy astuta e inteligente, debía usarlo para algo. Yo conocía los escapes de aquí, los lugares sin seguridad y en los que podía escabullirme. Así que los utilice todos hasta que llegue a la salida, solo unos pasos más y estaría libre.

Empecé a caminar, pero fui detenida de pronto cuando una mano se posó en mi boca, mi corazón se detuvo y el alma me bajo a los pies.

—¿A donde vas princesa? ¿No piensas invitarme? —Aarón.

Cuatro tontos en mis manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora