Capitulo 48.

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Una semana, una semana de paz y tranquilidad. Nada de balas rozando tu rostro, hombres amenazandote, idiotas traicionándote. Solo paz y tranquilidad.

Ahora mismo caminaba por la casa para llegar ala despacho de mi padre, quien hace unos minutos me mando a llamar para darme una noticia importante. Soy impaciente así que prácticamente estoy corriendo para llegar lo antes posible, mucho de los trabajadores se quedan mirándome con preocupación y otros con desinterés.

Últimamente la situación ha estado pasando desapercibida, no me encuentro mal o desconsolada como hace unos días, se que es poco tiempo, pero ya me interiorice para saber que voy a morir, porque eso va a suceder tarde o temprano, y se que la habría una solución si lo hablara con mi padre, pero eso sería tener que confesar lo que ha hecho Jared, y yo simplemente no sería capaz de hacerlo.

Toco dos veces la puerta de madera oscura frente a mi, para entrar unos segundos después. Mi impresión es notable cuando mis ojos caen en la persona que está con mi padre, mi piel se eriza, y ceño de frunce, ¿que hace ese hombre aquí?

—¿Hola? —Saludo.

—Oooh cariño, venga y siéntate. —Habla mi padre, mientras abre su silla para darme paso a mi.

—¿Que pasa aquí? —Preguntó sin titubeos.

Ambos hombres se miran mientras sonríen.

—No había tenido el honor de conocerte en persona, mucho gusto Antonio Riobardo. —Pero yo ya sabía su nombre, claro que lo sabía. —Un gusto por fin conocerla nuera.

Y si, es el padre de Charlie, ¿que hacía allí? Ni la menor idea, pero no era nada bueno. El hombre nunca quiso conocerme, ni si quiera cuando estaba en la ciudad y Char le insistía, ¿por que ahora si? Está demás decir que difícilmente se podría enlazar los negocios de mi suegro con alguno ilícito, el hombre era demasiado honrado como para hacer eso, aunque él no me agradara, no estaba de más decir la verdad. Su dinero fue conseguido a base de trabajo limpio y esfuerzo, entonces, ¿que hace él aquí? ¿Negocios?

Cuatro tontos en mis manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora