Capítulo 29

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Maratón 1/5

-estas loco si piensas que me quedaré aquí -hable, tan alto para que me escuchara hasta la iguana que vivía por allí.

-¿Y a donde irás? -Habla por primera vez Ian. -Deja tu inmadurez y entra ya.

me di media vuelta para ingresar al carro, prefería quedarme allí dentro por el resto de la semana a tener que estar con esos cuatro locos allí dentro, conocía lo suficiente a Aarón como para ver sus intenciones ocultas, aquella mirada de superioridad me hacía retroceder.

Cuando ya estaba apunto de abrir la puerta del vehículo, sentí como mis pies abandonaban el suelo, y era arrojada como saco de papas a él hombro de alguien. me asombre, pero instintivamente me di cuenta de lo que pasaba lance golpes a la fornida espalda de quien parecía ser Ian, sus brazos tatuados debajo del Polo me lo hizo saber.

Estaba segura de que gritar no serviría de mucho, por lo que me había detenido a ver estábamos en medio de la nada, posiblemente ni las serpientes vendrían a mi rescate. Pero como bien dicen que no pierdo nada intentándolo, grite con todas mis fuerzas, arrañe, golpee y creo que fractura mi muñeca de todos los golpes que le propine a Ian.

-¡ESTO ES SECUESTRÓ! -grite en todo lo alto. -¡AYUDA! ¡ME QUIEREN MATAR!

-Oooh nena, lo único que terminará muerta esta noche será tu entrepierna. -pude escuchar la voz de Aarón mientras aún seguía colgada del hombro del troglodita.

-Traeme las llaves. -ordenó Ian a no se quien. -hay que encerrar a esta chica.

Grite con más fuerza, cuando por fin mis pies tocaron el suelo corrí hasta la puerta, en la cual golpee y me tiré contra ella, yo no quería quedarme allí con aquellos cuatro, me sentiría más segura en medio de una balacera o con un arma en mi Cabeza.

luego de lo que parecieron horas, mi cuerpo estaba exhausto y ya de mis labios no salía gritos o voz, sólo susurros inaudibles. Sentía como líquido espeso bajaba por mi estómago, nudillos y piernas. mi ropa estaba empapada de sudor y sangre, podría ser esprimida y llenar todo un lago. el corto cabello se pegaba a mi frente, y mis sollozos eran insufribles hasta para mi.

-¿Por fin te callaras? quiero descansar. -Aarón, punto imbécil.

No respondí, en cambio pude escuchar como Jared le susurraba a lo bajo "Ya cállate maldito idiota"

Dos fuertes brazos me ayudaron a ponerme de pie, al mirar arriba unos ojos chocolates me recibieron, Jared movió el cabello de mi frente y dejó un ligero beso allí. como su fuera de porcelana, camino conmigo hasta lo que parecía una habitación, no depare en muchas cosas, el cansancio no me dejaba. Sólo sentí mi cuerpo se arrojado a una suave base que deduje era un colchón, Ian estaba acostado allí, su fragancia me lo confirmaba y también sus brazos cuando rodearon mi cintura.

allí, bajo la mirada de cuatro imbéciles, me quedé totalmente dormida de cansancio.

Cuatro tontos en mis manos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora