Giuliana.
Bailo frente al espejo mientras termino arreglar mi cabello. Despertar temprano nunca fue de mis cosas favoritas, supongo que antes no tenía motivos, pero ahora los tengo. Hoy es el día en el que lo volveré a ver. No he podido sacar esos hermosos ojos azules de mi cabeza; ni los tiernos hoyuelos que se le forman cuando sonríe. Sí, Carlo es el chico más atractivo que he visto en mi vida, puede que sea un poco mayor, ¿pero qué más da?, el amor no tiene edad, o eso es lo que dicen por ahí.
El hecho es que me estoy esforzando mucho para ser una buena jinete y que él esté orgulloso de mí. Llevo la semana esperando sus tutorías por lo que no puedo evitar dar saltitos de alegría.Tomo mi sombrero y salgo de la habitación. Me asomo en el comedor y allí está mi madre. Sostiene una revista en la mano y ojea esta mientras bebe jugo. El desagrado no tarda en llegar, solo ella tiene la posibilidad de remover el ácido en mi estómago. Eso de que se da lo que recibe es pura mentira, lo digo porque desde pequeña intentaba mostrarle mi amor, ella, en cambio, se empeñaba en echarme a un lado cada vez que podía. Sobre todo cuando papá no estaba, y eso era la mayor parte del tiempo. Me escabullo sin que me vea, prefiero ir a la cocina con Marie.
—Buenos días —la saludo efusivamente ella está fregando, con sus manos cargadas de espuma me responde— ¿Cómo amaneció la cocinera más hermosa de toda Verona?.
—Hola, Giuly, estoy bien, gracias por el cumplido —me sonríe y tomo asiento en la mesa de centro—. Traes buenas energías hoy.
—Sí, estoy emocionada por mis prácticas de equitación.
—Mmm, ya veo, solo las prácticas, ¿eh? —me da un guiño y se limpia las manos en su mandil.
No sé si he sido demasiado obvia, es algo que me preocupa, por lo que no le respondo, aunque mis mejillas sonrojadas le deben dar la respuesta. Tal vez me he excedido hablándole de Carlo ¡Dios, es verdad lo que me dice papá!, este nivel de intensidad mío es tanto una bendición como una maldición.
Marie sirve mi desayuno con una rapidez increíble, ya sabe lo que me gusta y complace mis caprichos. El platillo lleno de cruasanes con diferentes cremas es un deleite a la vista. Amo su repostería ya le he dicho que debería abrir su propia tienda de dulces.
—¿Hay de pistacho? —le pregunto y ella asiente.
—Logré esconder dos de las garras del señor Luca, si fuera por ese tragón maleducado se los devoraría todos.
Hace un gesto de desagrado al mentar a mi tío. Cosa que me da gracia, ya que cada vez que se encuentran las chipas del odio saltan entre ellos. Comienzo a comer, todo está exquisito, como siempre. Mi vista recae en la pelirroja frente a mí, en cada uno de sus movimientos al realizar las tareas. La agilidad la caracteriza, como si hubiese estado cocinando, limpiando y sirviendo a otros de por vida. Es algo que me causa duda, no sé nada de Marie. Ella me escucha, me anima y se ríe de mis tonterías, sin embargo, nunca habla de sí misma o su familia ¡Dios, soy una terrible amiga!
—¿En dónde vives?
—No muy lejos de aquí.
—¿Con quién vives? —ella se gira y me da una mirada dudosa.
—Andas muy curiosa hoy.
—Es que nunca cuentas nada de ti, y tengo que saber todo de mi futura socia —comento con mi boca llena de la tostada que mastico.
—¿Socia?
—Sí, claro, cuando sea mayor de edad voy a pedir a papá que me ayude a montar mi propio negocio. Abriré varios locales donde nuestros vinos puedan acompañar los postres, y por supuesto, uno de ellos va a ser tuyo.
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Atada a tu legado. (Cadenas de sangre y vino).
Teen FictionAngelo Carosi regresa a Verona después de doce años para reclamar lo que le pertenece. Está dispuesto a llevar su apellido a la cima de vinicultura, creando el mejor vino de Italia. No le importa a quién deberá aplastar, sea enemigo o su propia fami...