Angelo.
Siento la tensión recorrer mi cuerpo, estoy incómodo. Los últimos acontecimientos han despertado ese lado que tanto quería mantener dormido. Las manos me pican, y mis dedos lo único que desean es retorcerle el cuello a ese infeliz que se atrevió a maltratar a Serra. Poco hombre, casi se orina cuando le intenté romper el brazo. Me gustó oler su miedo, su incertidumbre. No hay nada como la súplica de la víctima para un verdugo.
-¿Te encuentras bien? -pregunta mi hermano-. Te noto exaltado.
-Sí -intento disimular mi estado.-Bien, tú dirás -cruza los brazos sobre su pecho, sé que no está complacido.
-Debes confiar en mí, Luca, la idea suena descabellada; pero para su éxito necesito tu apoyo.
-No lo sé, Angelo, estamos tan débiles que lo que pretendes me resulta un sueño más.
-No vivo de sueños y lo sabes. Es por eso que tenemos que levantarnos con todo, porque nos estamos revolcando en el desperdicio de los errores de las últimas tres generaciones. Tenemos que resurgir con más fuerza.
-Creo que lo podemos hacer, pero esa idea del Tinto de Reserva, no me termina de convencer -estipula y veo la duda en sus ojos.
Lo entiendo, ambos hemos vivido separados de este mundo por demasiado tiempo. Nuestro padre tuvo que dejarnos ir por el peligro que corríamos, pero sé que tanto él como yo mantuvimos la idea fija de volver y hacer lo que estamos destinados. Tenemos visiones diferentes pues yo fui instruido por mi bisabuelo y él por Massimo que no era más que una marioneta de su padre. A mí me enseñaron a respetar el proceso; a mi hermano, a sacarle el mayor lucro posible. Rebusco en la gaveta que guardo bajo llave, saco el maletín de cuero y le entrego su contenido.
-Esto es lo más preciado que tenemos los Carosi -él toma el diario escrito y lo ojea-. Es el mayor legado que atesoramos. Ha sido reescrito por cada generación. Mejorando las recetas, los métodos y las mezclas para hacer vino.
Las hojas amarillas manchadas por tiempo captan toda su atención. Frunce el ceño detallando las diferentes caligrafías que se plasman en tinta negra. Los secretos de nuestro apellido quedan expuestos ante sus ojos. El silencio nos toma por un tiempo, y espero paciente a que mi hermano termine de comprender que lo que sostienen sus manos son años de tradición y saberes en el arte de hacer el vino como los mismos dioses.
-¿Hace cuánto lo tienes? -pregunta cerrando el cuaderno.
-Desde que era niño; el bisabuelo me lo confió.
-Sabías que aquí tenías lo que podía salvar a nuestro padre y no dijiste nada -reprocha con tono hastío.
-Me limité a cumplir mi promesa. Si el bisabuelo demoró dos generaciones para entregarlo a alguien es que vio lo podrido escurrirse entre los Carosi -me encojo de hombros sin darle más explicaciones, por ahora es lo que necesita saber.
-Nunca me vas a decir la verdadera razón por la que te tuviste que marchar, ¿no es así? -inquiere y su pregunta desata un tumulto de los recuerdos que me arruinaron la vida.
-Tú mismo lo dijiste, para vivir mi dulce vida junto a mi familia -miento y él niega con la cabeza.
-Deja de hacerme el tonto, Angelo...
-Deja tú de prestar atención a cosas insignificantes que no nos van a ayudar en nada, Luca -le interrumpo y él se tensa-. Escucha, si te he mostrado esto es porque creo en ti y necesito que tu confianza esté al mismo nivel. No quiero que guíes a los trabajadores a ciegas o por una imposición mía, quiero que veas el futuro y las posibilidades como yo las diviso, para juntos hacerlas realidad.
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Atada a tu legado. (Cadenas de sangre y vino).
Teen FictionAngelo Carosi regresa a Verona después de doce años para reclamar lo que le pertenece. Está dispuesto a llevar su apellido a la cima de vinicultura, creando el mejor vino de Italia. No le importa a quién deberá aplastar, sea enemigo o su propia fami...