Capítulo 36: Dejarla ir.

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Angelo

Mis dedos se pasean por las barricas de roble que cargan el vino. El aroma amaderado resalta en la nave de reposo. Faltan cuatro meses para que el Tinto Joven pase a las botellas y siga su proceso. Deseo que transcurran rápido, que el tiempo se disuelva fugaz e implacable dentro de estas bodegas. Cronos me tiene en sus manos, dependo de su benevolencia más que de la suerte misma. Aunque lo niegue, o me haga ciego ante mi instinto, este grita que las sombras que me asechan pronto lograrán su cometido.

En barriles está lo que había deseado toda mi vida, seguir el legado familiar, ser digno de estas tierras, de producir vino a la altura de la misma ambrosía que era consumida por seres divinos. A pesar de estar manchado, de haber sido echado, y servido como sacrificio a la suciedad que hoy me acompaña, estoy aquí; logré materializar mi sueño, mi ambición; aunque por dentro esté lejos de serlo, me siento y me veo como un Carosi.
Debería estar satisfecho, pero existen momentos en los que, a pesar de cumplirse los sueños, la alegría no es capaz de llenar el pecho o iluminar la sonrisa. No cuando las sombras pesan tanto en tu espalda. No cuando lo único que sientes tener son toneladas de vino en barricas. Es como una burla a mí mismo, todo tan lleno, tan abundante, próspero, y yo tan vacío.

«Vacío» Así me siento, así me dejó ella después de su respuesta esta mañana. Pensar que me aceptaría por lo que soy fue tan estúpido como su petición a que dejara mi cargo en el foso. Yo nunca quise ser un verdugo; fue a lo que me tuve que agarrar con uñas y dientes para sobrevivir. Por desgracia, es lo único que me da la seguridad de seguir vivos.
Serra Vitale era un capricho, uno que me provocó hasta enredarme con el nivel de inocencia que había jurado nunca más saborear. El sol y la luna no se tocan, no porque no quieran, sino porque cuando lo hacen uno se termina tragando al otro. El eclipse se considera una maldición, una que hoy recorre nuestras pieles. Es lo que me sucede con ella, siento que si accedo su luz me ablandará. Poco vamos a durar si llega a temblarme la mano cuando tenga que matar a alguien. Peor sería si mi oscuridad se llegara a fundir en ella, la apagaría, se opacaría. Comenzaría a ser como yo, y eso es algo que en verdad me aterra. La quiero por lo que es, por lo que me hace sentir cuando estoy con ella.

Está decidido; lo he pensado toda la mañana mientras Bianca gritaba en mi rostro estrellando objetos al suelo de la oficina. «Tengo que dejar ir a Serra»
Detengo mi recorrido cuando siento pasos acercarse con premura. Reconozco la cadencia; ese andar desbocado de animal salvaje que tiene. La escucho respirar agitada, ha llegado tarde, ya el trabajo principal lo he hecho. No la miro, espero sus disculpas que no tardan en llegar.

—Lamento la demora, señor; he tenido un inconveniente.

—Sus inconvenientes no me interesan. Si no puede realizar la simple tarea de estar a tiempo en un sitio, es mejor que me avise para sustituirla por alguien más.

—Como si pudiera —se mofa—. Le recuerdo que fue usted el que exigió mis servicios a como diera lugar.

Una sonrisa torcida asoma en mis labios. La rabia que cargo es grande, y el que ella mantenga ese tono altanero lo empeora. Me giro a verla; el escenario que me brinda me hace apretar los puños con fuerza. Está empapada, su respiración es caótica, gotas de agua se deslizan por la piel tostada que mis instintos me invitan a lamer. No importa que esté desaliñada, con los pantalones llenos de tierra; sus iris marrones sulfuran fuego, el enojo la prende, y ella a mí; a mi rabia, a mis jodidas ganas.

—¿Qué fachas son esas?

—Fue un accidente —musita.

—¿Piensas que ese es porte para estar en bodegas?. Eres mi asistente personal, si fuera época de turismo en las cavas mancharías mi apellido.

—¡Si no me hubieras mandado a trabajar a la viña como campesina no estaría así! ¡Es tú culpa, Angelo!

El tono exaltado junto a lo que dice hace que con dos zancadas quede frente a ella. La tomo por el mentón obligándola a verme a los ojos.

Atada a tu legado. (Cadenas de sangre y vino).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora