Capítulo 18: Fiesta en la viña II: Como miel para avispas

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Angelo.

En el mundo de los monstruos un paso en falso te puede costar la vida, por lo que, antes de planear un ataque debo tener mis defensas bien posicionados. Los Cappola son como ese tipo de ratas sucias y escurridizas que te encuentras por todas partes. Poco les importa el trabajo que les manden a hacer siempre y cuando se les pague. En esta cadena su eslabón es el más bajo, ya que carecen de cualquier clase de escrúpulos. Doy las órdenes y las coordenadas para lo que se tiene que hacer. No soy estúpido, pronto vendrán, y querrán arrancarme algo. Darán el primer paso; esa será la justificación perfecta para poner en marcha su exterminio de una jodida vez.

-Te veré en Venecia en cuanto mi trabajo aquí se desocupe un poco.

-De acuerdo, señor, pondré el plan en movimiento.

Cuelgo, e intento respirar profundo para disipar la tensión que me corroe el cuerpo «...es el tipo de cruz que siempre se carga...» Recuerdo las palabras que mi padre dijo cuando no me opuse ante la exigencia de mi abuelo. Ahora lo veo, además de ser preso del instinto que me azota y pide que lo alimente, también sigo arrastrando la maldición sobre mi espalda. Vuelvo mi vista donde Giuliana y Serra bailan al ritmo de la canción cuya letra envuelve mis oídos.

«Una mattina mi son' svegliato
O bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao
Una mattina mi son' svegliato
E ho trovato l'invasor»

Las dos se balancean tomadas de la mano, felices, despreocupadas; sin sospechar que esas escorias desean poner sus mugrosas garras sobre ellas. Siento impotencia, de solo imaginar esa pesadilla. Estoy manchado, por más que lo evito mis cadenas arañan con muerte. No puedo permitir que otros inocentes perezcan por mi nombre.

El amargor de los recuerdos de hace doce años vuelve a atacarme. En un solo día mi mundo y el de ella cambiaron para siempre. No teníamos culpa, solo estábamos enredados con el mismo apellido que traficaba sombra debajo de su divinidad. Aun así, el remordimiento nunca me ha abandonado, es uno de los tormentos que mi mente carga día a día.

«E quest'è il fiore del partigiano
Morto per la libertà»

La canción termina, ellas se detienen por un momento, están agitadas. Miro a mi alrededor y todo en la fiesta parece ir de maravillas «Es tan fácil aparentar perfección cuando por dentro te pudres» Suspiro, y concentro mi mente en el aquí y el ahora. No puedo olvidar mis objetivos, y parte de ellos están frente a mí. Me acerco a las tinas. Las dos conversan, pero cuando Serra nota mi presencia la sonrisa se borra de sus labios.

-Salgan de allí las dos, ya fue suficiente espectáculo -exijo.

-¡Pero, papá, si apenas hemos bailado par de canciones!

Solo la miro, y ella agacha la cabeza tragándose el reclamo. Dejan la tina con las faldas manchadas y las piernas chorreando el mosto.

-La llevaré a casa para que se limpie -me dice Serra aún sin mirarme.

-Las acompaño.

Decreto y ninguna de las dos está cómoda con mi decisión; lo noto en la forma tensa en que ambas caminan. Al llegar a la residencia de los Vitale, Serra le indica a Giuliana donde está el baño. Mi hija sale de la cocina y toma las escaleras hasta el segundo piso. Sus pasos hacen eco, es lo único que por un momento se escucha en la habitación junto al sonido pausado de nuestras respiraciones.

Serra me mira, sé que espera que le diga algo, pero no es lo que me apetece, ya que mis ganas están concentradas en otra cosa. Con mi porte logro intimidarla, justo como la primera vez que nos topamos, es algo que nunca olvidaré ¿Cómo hacerlo?, si fue ella quien despertó esto que me está quemando de adentro hacia afuera; deshaciendo las pocas neuronas de cordura que hay en mí.

Atada a tu legado. (Cadenas de sangre y vino).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora