Serra.
El trabajo es extenuante, los días pasan lento y siento que toda la responsabilidad que se me ha otorgado pesa demasiado sobre mis hombros. La vendimia se puede considerar uno de los procesos más importantes en la elaboración del vino, es donde se recolecta el fruto y se definen los racimos de mayor calidad. Soy encargada de uno de los puntos de control donde se pesan los cestos antes de ir a las bodegas.
Llevo cuentas, la calidad del producto y que este no sea maltratado a la hora de transportarlo. Estoy agotada, y aún no se cubre ni la mitad del campo. Mi abuelo estipula unos veinte días para terminar, es la mitad de lo que tardaría un proceso normal, sin embargo, la labor se ve inacabable.Limpio las manos en el mandil y vuelvo a ajustar mi pañuelo. El conductor del camión me hace una seña pidiendo permiso para avanzar y se lo concedo, es el quinto cargamento del día. La noche comienza a caer, lo que da por finalizada la jornada.
Voy a la tienda a hacer las sumas correspondientes. Los demás trabajadores se marchan, sé que me estoy tardando un poco, pero el agotamiento me resta agilidad. Siento pasos pesados acercarse, alzo mi vista y veo al mismo hombre que estaba en las caballerizas con Giuliana. Carga un cesto repleto de uvas y mira a ambos lados como si esperase encontrar a alguien más.
—Llegas tarde, el camión salió hace media hora, ¿no escuchaste la orden de retirada?
No puedo evitar el enojo, son unos quince kilos de uvas que se echarán a perder.—Lo siento, estaba muy lejos.
Coloca el cesto sobre la mesa y mi molestia crece al mirar las bayas, están arruinadas. La pulpa les escuece por el maltrato que deben haber sufrido.—¿Qué les sucedió? —espeto—, este producto es inservible.
—Lo lamento, es que corrí para llegar a tiempo y me caí con todo y canasta —su voz se escucha afligida, por lo que intento controlarme.
Niego y paso las manos por mi rostro. No nos podemos permitir este tipo de pérdidas con dos planes de producción por realizar. Solo de imaginar la reacción de Angelo un escalofrío me recorre el cuerpo.
Desde la ceremonia no he tenido más contacto con él que el necesario. Nuestros encuentros se han reducido a entregar mi reporte y nada más. Pasa los días en el campo y las noches en su oficina. Ni siquiera me determina, a duras penas alza la vista para verme.—Fue un accidente, no hay problema —termino por decir y él relaja su cuerpo.
—¿No eres muy joven para tal responsabilidad?
—Soy una Vitale, hago lo que me corresponde.
Vuelvo mi vista a los apuntes, y él se mantiene estático. No deja de repararme, su mirada se siente pesada, como si buscara algo en mí que no está a simple vista.
—A veces lo que corresponde hacer no es lo que nos apetece.
—No es mi caso —miento y escucho su risilla.
—Sé leer a las personas mejor de lo que te imaginas, pequeña... ¿Qué tan importante eres para Angelo Carosi?
Su tono de voz ha cambiado. Ya no es la del mismo hombre que llegó sudoroso y preocupado, ahora se siente como agujas de hielo. Vuelvo a verle y noto lo serio en su semblante. Dejo el bolígrafo sobre la mesa y yergo mi espalda.
—No soy importante para él, solo soy una trabajadora más.
—Lo he percibido de otra manera —se acerca—, pero si tú lo dices, no soy quien para refutarte.
—No, no lo eres, no entiendo a qué vino esa pregunta; o qué haces aún aquí si ya tu turno terminó.
—Estoy cuidando que nada malo te pase, estás sola en medio de este campo, cualquier persona podría llegar y de repente hacerte daño —pasa su dedo por el borde la mesa con lentitud—. No se sabe quién es quién o las intensiones que guarda. Tómalo como una disculpa por arruinar las uvas.
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Atada a tu legado. (Cadenas de sangre y vino).
Teen FictionAngelo Carosi regresa a Verona después de doce años para reclamar lo que le pertenece. Está dispuesto a llevar su apellido a la cima de vinicultura, creando el mejor vino de Italia. No le importa a quién deberá aplastar, sea enemigo o su propia fami...