Cap. 10

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Pasado nada pisado

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God is a woman - Ariana Grande

Debo admitir que el sexo con D es bueno, ni más ni menos, pero hoy, con Gustavo fue exquisito, aunque sentía que algo iba mal. Algo mío se comprometió a la hora de tener sexo con él, pero no entendí que fue.

Comparé la forma de seducir entre Gustavo y D; uno es caballeroso, el otro es violento, uno se tomaba su tiempo, justo como lo está haciendo ahora besando y chupando cada parte de mí, mientras que el otro era directo y rápido, lo que hacía más satisfactorio al probar.

Así como cuando estás viviendo un recuerdo hermoso, los mejores momentos son fugaces y deseas más, por eso si se repite tratas de disfrutarlo al máximo. Pero siempre debes volver a la realidad.

–Cuéntame acerca de la misión sesenta y seis amo esa historia –dijo, adentrándose en mí, apagando una llama placentera para encender una iracunda.

Le propine dos cachetadas e hice que retrocediera un poco, aunque volvió al ataque con una sonrisa en su rostro. Agarrándome del mentón de forma brusca volvió a abrir mis pliegues y entro en mí.

-¡¡Suéltame!! –grite.

–Hermosa –dijo acariciando mi cara y embistiéndome más rápido–, te soltare cuando me corra tres veces en ti, es nuestra tradición –jadeó más rápido.

–Da –trate de decir para detenerlo, pero sus embestidas aumentaban cada vez más dejando un sonido como si fuesen aplausos en el aire, se tornó sagaz.

Mis piernas rodeaban su cintura y saqué fuerza detrás de la lujuria para alejar una y patearlo justo en el vientre, lo hice retroceder y vi como pequeñas gotas salían de su miembro cubierto por una capa de mis jugos.

–Hoy no estoy con ganas de tener sexo salvaje, Rafaela –gritó, se jalo la camisa rompiendo la tela con los botones haciendo que estos vuelen y se dispersen. Mostrando un torso definido pero muy poco marcado.

Jalo una bolsa café que tenía cerca de mi silla y sacó unas esposas, yo apenas había recuperado el aliento y este me jalo las piernas, sentí su peso sobre mí y traté de apartarme, pero el rápidamente esposó mis manos.

Rozó de arriba abajo su miembro en mi zona haciéndome caer en locura, araño mis piernas y eso aumentó el frenesí de sensaciones.

─Reporte de misión sesenta y seis soldado ─provoco que me retuerza debajo el–. Cuéntame cómo murió Faber –ordenó, haciendo que vea su iris casi rojo combinado con un negro que me hacía ver al hombre insano penetrándome¬– De seguro se fue a los campos elíseos, tan inocente. No como Rafaela Thalassinos.

–Tu... –trate de decir– Tú lo sabes muy bien –jadee–, total tu ordenaste que lo mataran –dije y eso lo confundió, dejo de agarrar tan fuerte mis muñecas esposadas y bajo la velocidad de las embestidas, hizo que le rodee la cintura nuevamente y este se sentó en la cama, provocando que yo me siente sobre su miembro y empiece a rebotar.

–No te confundas, él se suicidó –aclaró, agarrando mi cintura. Coloqué mis manos esposadas en su cuello y con el poco movimiento que podía realizar, acaricié y hundí mis manos en su cabello negro como la noche–. ¿Faber sabía que por tu culpa mataron al amor de su vida?

─Tu eres el asesino...

─Tú la que los sentenció ─respondió─ ¿Qué pasó el 16 de abril del 2019 en Grecia? –exigió.

–D –trate de callarlo con besos, rápidamente se alejó de mi cara e incrusto sus fuertes dedos en mi cintura, llevando el ritmo de las montadas.

–No, no, no –dijo volviendo a ser salvaje y apretando mis muslos, con sus ojos abiertos de forma inmensa, se le vino una mejor idea–. Mejor cuéntame cómo te infiltraste con tus soldaditos de papel en mi territorio, aun me pregunto como lo hicieron –hablo lamiendo mi cuello hasta morder mi oreja.

La degradación del corazón (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora