Cap. 37

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Estoy de pie

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Gustavo Viamont

─Thalassinos, Thalassinos ─repetí preocupado─ ¡¡¡despierta!!! ─grite, agarrando su rostro y tratando de limpiar la suciedad de su rostro. El ambiente se encontraba cargado de humo, de gas y poco aire. Cuando la bomba de la habitación estallo, el pilar se vino abajo impidiendo todo paso a la habitación, dejándola sola.

Sentí como se desvaneció en mis brazos y rápidamente la abrace. Se encuentra manchada de sangre e intensas quemaduras, avivando más su piel. Ese beso le quito aliento, lo último que tenía y me lo dio a mí. Quiso sentirse protegida y no cumplí con tenerla en mira.

─¡¡Vaill!! ─grite entre los soldados que entraban a situarse e inmovilizar totalmente a Bricett. Le puse mi mascarilla protegiéndola y el cuerpo de otra morena entre mis brazos se impregno en Rafaela, Veyda. Volvía a ser todo igual, yo retenido sin poder intervenir en la pelea, Veyda peleaba con Bricett y ambas quedaban malheridas, pero una moría. Abrazando a Rafaela, como si eso le impidiera morir, continúe pidiendo ayuda─. Ayuda médica, inspiro mucho gas que la dejo inconsciente.

De pronto un llanto agudo irrito mis oídos, el estruendo de la bomba y el candelabro me aturdió, así como todo ruido lo hace ahora, un niño salió de la habitación llorando y Zret lo agarró tranquilizándolo, le puso la mascarilla, al igual que a la anciana que venía tras él, ambos con sangre y miedo.

Miedo sentí yo, al tenerla entre mis brazos sin movimiento, sintiendo su pulso débil, teniéndola lastimada. Una vez más coloque mis dedos en su vena y ya no sentí nada.

─¡¡No te puedes ir!! ¡¡Eres un soldado!! ¡¡Thalassinos!! ─la llame, ordene y bravee, pero aun así nada.

Instalaron una camilla y le cambiaron de mascarilla, a una con oxígeno, la deposite cuidadosamente.

─Rafaela por favor ─pedí agarrando su mano. Vaill junto a los paramédicos la sacaron dejándome solo en esa habitación, con dolor rechazando en mí. Incluido con la degradación de mi corazón por la mujer que ya estaba dentro de mí.

**

Tres semanas después

Keira Zret

«Debido al atentado en el hotel Olimpo donde la captura exitosa de Bricett Assad se llevó a cabo, aun los heridos se encuentran en estado crítico, por las explosiones se tienen quemaduras de segundo y tercer grado y su estancia en terapia intensiva es prolongada»

─No me digas ─respondí al noticiero con obviedad observando a la capitana en un sueño del que aún no despertaba. Es mi culpa no pude entrar porque el pilar cayó en medio de la puerta y ahora se encuentra en cama por tiempo indefinido─. ¿Sabes qué? Tienes que despertar, debemos ir a beber otra vez.

─Que deseo más grande de recuperación le das ─hablo Vaill con desaprobación, vestía su traje de gala, así como el mío, pero lo diferenciaba su bata de hospital.

─Eso de ser hermanos no va con tu papel de soldado ─solté para irritarlo, era muy fácil.

─Medio hermano, hay una notoria diferencia ─respondió, acercándose con papeles.

─Que amargado ─dije rodando mis ojos.

─Deberías estar preparándote para tu condecoración de grado, no cualquiera se gana el título de satinador en una sola misión ─respondió altanero, otra cosa es que tiene envidia, y la idea de que ahora tendremos el mismo grado no le gusta, menos si seremos compañeros de misión. Centre nuevamente mi vista en Rafaela.

La degradación del corazón (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora