Cap. 41

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Veneno en tu vaso

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Billie Eilish - Bored

1 semana después

Gustavo Viamont:

―No sabía que cocinabas ―intervino en la cocina mientras yo picaba las verduras. Extrañado la mire por detrás, con una ceja alzada analizándola, notó mi mueca y miro hacia otro punto de la cocina. Estaba ignorando nuestro tema de conversación principal.

―En Pakistán me mantuve tres semanas perdido, tuve que aprender ―respondí seco. Pedí a Silvia que se tomara el dia libre, necesitaba estar a solas con esta mujer, pese a que Silvia pasaba desapercibida necesitaba soledad.

―Quiero oír sobre tus misiones ―pidió la morena apoyándose en el mesón de la cocina, mostrándome un mejor ángulo de sus pechos, quería distraerme.

―Quiero oír acerca de tus pesadillas ―pedí sin rodeos. Todas las noches al dormir juntos despertaba llorando, o en ocasiones la escuchaba gritar desde otra habitación.

―No quiero hablar de eso ―respondió dándose la vuelta para irse, pero me adelante y cerré la puerta de un golpe, quedando frente ella.

―Yo si quiero ―sentencie.

―Quiero portarme amable contigo, en tu casa ―dijo lo ultimo como si le costara, pero aceptara a fuerzas.

―Todas las noches despiertas llorando ―inicie, ignorando lo último que dijo.

―Gustavo...

―Hace dos días me dejaste dormido en tu habitación y te fuiste a la mía, ¿para qué? Para que despertarás gritando.

―Yo no...

―¡Rafaela! ―grité, callándola y dejándola quieta―.Después de tus ataques de pánico no pegas ojo en toda la noche, no dejas que te ponga un dedo encima, no ingieres alimentos, ¿Qué sucede contigo?

―Nad...

―No me digas nada joder, claro que te sucede algo ―la agarre de hombros―. Es desesperante oír tus lloriqueos, tus gritos, ver los golpes que intentas dar.

―Mi memoria se fracturó es todo ―respondió simple―. Usted sabe que todos tenemos traumas, incluso usted. Después de un ataque con una conmoción los traumas pueden volver.

―Entonces debemos llamar a la psicóloga de la central.

―No, ya pase por circunstancias similares, y solo es cuestión de tiempo para calmarme ―se excusó.

―Bien ―abrí la puerta de la cocina―, tienes que irte.

―¿Perdón?

―Necesitas estar fuera de esta casa hoy, vuelves en la noche, tal vez mantener tu mente ocupada sirva ―hable rápido.

―¿Estás hablando en serio?

―¿Percibes rastro de burla en mi cara?

―Gustavo, yo...

―Quiero que te vayas, y afrontes lo que te sucede ―sentencie. Camine de vuelta al mesón, pasando por su lado, no mire atrás, escuche como la puerta se cerró, y después la principal.

Su memoria esta fracturada, todos sus traumas contenidos están saliendo a flote por las conmociones que tuvo, pero si ella no los afronta por sí sola, no lo hará nadie, todo debe iniciar por uno mismo, pues quien es débil es porque quiere.

La degradación del corazón (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora