Sangre podrida
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El coronel entro como un huracán a querer abalanzarse sobre Alex, pero el capitán Borcy como otros soldados lograron detenerlo.
–Que mala vibra traes, hombre –habla Alex, sin inmutarse.
–Tus estúpidos juegos no me los tragare, de seguro Bricett te ordeno que decir –prolifero.
–Mentir no favorece a mi línea de vida –sentencio Alex.
–¡¡No menciones a mi familia!! –gritó, encolerizado el coronel.
–Bella dama, ¿podría calmar al sujeto? –volvió a apoyar su mentón sobre la mesa.
–Señor –trate de decir, pero el capitán Borcy sacudio los hombros del corronel como si fuese un peluche que dejo con la boca abierta a todos, esa confianza no debia ser mostrada en estos momentos y menos al coronel.
–Que agresividad señores –respondió Alex–, que mala impresión me estoy llevando de este lugar.
–Joder cálmate, no permitiré que pase lo mismo que en Stahl –recriminó el capitán.
–Bella dama, calma a tu guardián, el soldadito no hará más que enfurecerlo –intervino Alex–. Soldadito, vete, por el bien de todos, tu vida vale mucho, no te la juegues, ya que sabemos que el es tu jefe de seguro necesitas el dinero para trabajar en esta posilga.
El coronel quemaba con su mirada iracunda a Borcy, no pestañaba y su aspecto parecía endemoniado, una vena ya se le había marcado y los soldados por miedo lo soltaron.
–Coronel, usted comprenderá –Borcy trato de justificarse a lo que un coronel encolerizado grito: ¡¡FUERAAA!!
–Usted necesita una limpia espiritual –sugirió Alex por lo que el coronel se acercó y lo agarro del cuello de su suéter, provocando que Alex se quejara de dolor pues lo alzo con las esposas haciendo fuerza en las muñecas de Alex, sacándole sangre en el proceso.
–Inútil, pedazo de mierda, empezaras a hablar o sino hare que una bomba estalle en la habitación de la perra a la que tanto proteges y te aseguro que toda la gente que este cerca de ella me importara un carajo.
Note a Alex tragar su saliva, estaba aterrado y su posición era sumamente dolorosa, en cambio Gustavo producía pavor con solo verlo, un solo puño agarraba a Alex, su fuerza era descomunal para levantarlo con silla incluida, mientras que con el otro puño lo ponía a una distancia considerable para en cualquier momento lanzarle una paliza al enemigo.
–Prefiero que la dama me interrogue –respondió un chiquillo temblando, a lo que el coronel hizo caer la silla y lo abofeteo en el acto.
Mis ojos estaban abiertos de par en par. No puedo intervenir y tampoco quiero intervenir, las torturas eran permitidas además de ser el coronel que las brindaba, pero ver a Alex quejándose me dio pena. Es solo un niño.
Gustavo lo volvió a sentar, agarrándolo con ambas manos en su chompa.
–No te pregunte tus preferencias, te ordene hablar, y si ni eso logras entender me divertiré contigo Alexander Sivautt. Te hare sangrar hasta que necesites una transfusión, te torturare como no tienes idea, porque como tu dijiste, yo soy la ley en este lugar, y si yo ordeno mandarte con los tiburones lo hacen, así que –peino las rastas de Alex– habla.
–Sabe no soy de vender a los míos, pero, dado el caso de ser abandonado por todos y todo, me da igual.
–Sabía que no eras tan idiota –sonrió fingidamente, y palmeo su hombro izquierdo–. Quiero saber todo, Alexito.
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La degradación del corazón (borrador)
Action¿Qué sucede cuando el enemigo esta frente a ti y tu estas cegado por el sentimiento más peligroso que la humanidad conoce? Bendecida y creada por Atenea y Apate, se disfraza de inocente, se camufla, te engaña, te hipnotiza como si fuese una serpient...