Cap. 21

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Sangre seca

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Gustavo Viamont es el coronel de la central 1, líder de GDME, donde solo los destacados formaban parte. El coronel era muy reservado respecto con salir en cámaras, fotografías, y noticias que pudiesen ventilar su imagen, siempre trataba de no estar con el ojo público encima, la que tomaba su lugar era Veyda Ametller, y ahora seria yo.

Cuando sucedían casos el designaba a quien hablar o quien tomaría su lugar frente a la prensa, prefería ser un desconocido frente a todos para que los capturados no trataran de buscar venganza o amenazar su vida. Le resultaba más fácil. Pero a la vez se me hacía extraño el hecho de designar a otros que fingieran su papel.

Cuidaba su vida, a un gran extremo.

–Víctor y Alex fueron encontrados con sustancia controladas en su poder, fue un granito sumado a toda su condena –informo Borcy–. Alex estaba alucinando cuando llego acá, al parecer sufre dependencia.

–¿Saben la verdadera razón del porque están aquí?

–No dimos detalles, accedieron a la petición de un abogado hasta que usted llegara.

–Bien –devolvió el coronel.

–Señor las drogas fueron el camuflaje para la captura.

–No era necesario un camuflaje, la orden se dio a nivel mundial, pueden ser cómplices de un posible atentado terrorista –recrimino.

–перемирие, которое у нас было? –dijo el capitán en un ruso perfecto, que, ahora escrutándolo, tenía rasgos biológicos.

¿La tregua que tuvimos?

–La dama logra entenderte –explico el coronel palmeando mis manos–. Con esta situación ya caduco.

–Señor –intervine yo.

–Te lo explicare después –me detuvo.

Dirigí mi vista a nuestras manos chocándose, y a nuestros brazos uniéndose, ¿Por qué no habíamos iniciado de esta forma?

Porque tú tienes una misión.

Cabeza fría Rafaela.

Recuerda: poder, orgullo y placer.

–Es aquí –anuncio Borcy.

Despegue mi brazo de la unión, y al hacerlo, compartimos una electricidad, que hubiese respondido con una queja dolorosa, pero fue diferente. Esta nos envolvió en una corriente con pulsos acelerados de por medio.

Serpiente de dos cabezas.

Él lo sintió, yo lo sentí, entonces el pregunto:

–¿Estas bien? – solo pude asentir, mirando fijamente sus ojos, volviendo a crear esa electricidad, estos siempre me embelesaban, pues mostraban calma donde siempre había una guerra interna.

Mostraban ceniza cuando aún continuaba la hoguera. Todo era una máscara.

El finge, al igual que tú.

Serpiente de dos cabezas.

–Vamos –se adentró mucho antes que yo, algo inquieto.

Lo seguí, hasta entrar a una especie de oficina, dividida con vidrio polarizado, mostrando a los tres esposados a una silla, dos soldados armados los resguardaban tras rejas en la misma habitación.

–¿Por qué están los tres juntos? –increpo ya diferente el coronel, volviendo a ser el que conocía.

–Están en celdas separadas, pero los pusimos juntos para que así, a los tres los interroguen de uno solo.

La degradación del corazón (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora