La degradación del corazón (borrador)

Cap. 27

Descubrimientos

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–No –respondí por inercia, completamente perdió la cabeza.

Se paró de golpe, agarrándose la nuca y soplando al techo.

–¿Por qué?

Tenía el descaro de preguntar.

–La pregunta es tonta, simplemente no –asegure.

–Si fuese Viamont a la primera –respondió. La seriedad le dura poco, ya asumió el papel caprichoso de niño al que se le da todo.

–¿Estas imbécil o que te pasa? –quería acabar esta conversación.

–Solo digo la verdad, además siempre quise un hijo tuyo –cierto, D repetía hasta el cansancio formar una familia conmigo en Grecia.

Trataba de no obligarme a hacer algo en mi contra, algunas veces cuando ya no aguantaba el no como respuesta, lo hacía, pero después se arrepentía, siendo yo, lo más cercano a una amiga, para mí no vale el termino, el no gozaba de hacerme daño, sino de evitármelo.

La anterior semana se comportó como una bestia, una con mi autorización y provocación, pues sabia como encenderlo y apagarlo, porque lo volvía a ver después de mucho tiempo y aunque cueste aceptarlo tenía otra deuda con él, donde no me convenía tenerlo como enemigo, a el no.

–Si fuese Viamont, no me pediría gestar una cría –respondí. Tampoco tenía ganas de hablar del coronel, es otro niño más rudo que obtiene lo que quiere, con violencia, mientras que este, con capricho.

–Quiero que seas tú la madre de mi hijo –y sigue, y estoy segura que seguirá. Debió preparar argumentos válidos para convencerme, como otras veces, pero el simple hecho de añadir a mi curriculum madre no me convencía.

Es una labor de por vida, que incluso traspasando la muerte no debe acabar, además de que traería al mundo a un ser que vivirá en medio de fuego cruzado.

No tengo como meta ser madre, cerca de mis 25 años, lo consideraría un obstáculo al que jamás podría derribar.

Tendría que renunciar a todo por lo que luche y la Rafaela de ahora no está para quedarse en una casa a esperar que su amado regrese.

Para algunas personas es una bendición tenerlos, se desviven por sus hijos, y llegan a ser buenos padres, sin siquiera saber cómo ser uno, pero las personas que no queremos tener niños ansían otras metas al igual de grandes para desvivirse por ellas.

El ser madre o no, no define como persona a una mujer, y en caso de los varones lo propio. Venimos al mundo para dejar parte de nosotros, sí, pero muchas veces no es una descendencia sino una marca, que inspirara a otros.

Dejemos nuestra huella en el mundo, para ser el inicio de un camino especial.

Seamos eslabones que unan toda una cadena y formemos algo irrompible.

Eso es lo que quiere la Rafaela de ahora. No quiero y esa es razón suficiente.

–Tienes esposa.

–Y estoy contigo, ahora –dijo.

–Que tu matrimonio sea una mentira no es mi problema –contraargumente.

–El matrimonio empezó con mentiras, así a donde íbamos a llegar –pregunto.

–Lo siento por ti –me limite a decir.

–Rafaela...

–D, fue un horrible día –corte lo que iba a decir–. No, y punto, respeta esa decisión, debes hacerla, no repitas lo de la anterior semana.