Capítulo 74: Progreso

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Cuando Xavier llegó a esta mansión y  conoció a Yan Yuchun, se interesó mucho por él, pero ese interés no era diferente al que tenía por cualquier otra mujer, incluso el sentimiento estaba teñido con un poco de desprecio.

Sí, solía ser un hombre que discriminaba a los intersexuales y tampoco pensaba mucho de las mujeres.

Veía a Yan Yuchun como algo divertido con lo que jugar durante sus vacaciones, y cuanto más duro lo trataba, más interesante le parecía. Aunque Yan Yuchun siempre se mostraba frío y sarcástico con él por aquel entonces, Xavier ya había jugado en su cabeza con el oriental en varias posiciones sexuales, quién sabe cuántas veces. Pensaba en muchos trucos, en cosas que ni siquiera se molestaba en usar con nadie más por simple pereza, pero nada le excitaba más que fantasear con tener a Yan Yuchun de rodillas frente a él, chupándosela. Su polla estaría hinchada al máximo, ese enorme órgano sexual del hombre, mucho más grande de lo normal, abofetearía aquella cara siempre condescendiente con insultante regocijo, esparciendo el pre semen que gotearia del glande desde sus pestañas a su mejilla, para luego empujar en los labios rojos y húmedos de par en par, estirándolos hasta casi partir las comisuras de su boca, para luego introducir su polla con fuerza.

Yan Yuchun mostraría inevitablemente una expresión de vergüenza, bochorno y exasperación, mirándolo fijamente con aquellos ojos acuosos, cuyos extremos se verían forzadas a llorar. Pero aun así tendría que estirar su suave lengua rosada y lamer su enorme glande, para luego hacer bajar la polla por su garganta hasta que el terso glande rompiera los grilletes de su garganta y se la metiera entera en la boca.

Yan Yuchun se sentiría incómodo, con náuseas, ganas de vomitar y posiblemente incluso de maldecirle, sin embargo sería incapaz de emitir otro sonido que no fuera un pequeño gemido. Su excesiva saliva gotearía de las comisuras de la boca, y finalmente se vería obligado a abrir la boca de par en par y dejar que su larga y gruesa verga se introdujera en su garganta. Puede que sus bonitas facciones estuvieran estiradas hasta la distorsión, que sus ojos se empañaran, que las lágrimas de acusación y la saliva resbalaran sin cesar, pero no habría más remedio que sufrir su áspero deseo, y finalmente Xavier se sentiría contento con disparar un espeso chorro de semen en aquella boca, dejando que el líquido le ahogará la garganta, llenando incluso las diminutas hendiduras de sus dientes antes de obligarle a tragar su semen.

La desagradable fantasía ponía a Xavier emocionado, e imparablemente durante el tiempo entre desayunar o burlarse de él, salían a la luz innumerables pensamientos desagradables en su mente.

No fue hasta que empezó a apreciar a Yan Yuchun, hasta que confirmó que estaba enamorado del otro hombre, que se detuvo.

En cambio, esos pensamientos desagradables se retiraron bajo la sombra del amor y regresaron a la oscuridad invisible, para sólo quedar el respeto y la novedad de los nuevos sentimientos. Los pensamientos de Xavier estaban cambiando y se sentía avergonzado de su fantasía anterior, así que en el sexo, excepto en ese momento en que le preguntó a Yan Yuchun por una mamada, en otras ocasiones, estaba más dispuesto a ser el "dador".

Ya no quería ver a Yan Yuchun sufriendo, sino que quería darle el máximo placer, a pesar de que todavía deseaba que Yan Yuchun probara el sexo oral por sí mismo.

Después de todo, ningún hombre podía resistirse al placer del sexo oral. Era el tipo de placer que más que físico, era psicológico. ¿Cuánto tiene que gustarte alguien para poder tocar sus genitales con la boca sin ningún reparo?

Era muy, muy raro que alguien como Yan Yuchun, al menos, tomara la iniciativa de hacer un movimiento así.

Lo primero que sintió Xavier al ver su acción no fue sorpresa, sino más bien algo de pánico. Como si no pudiera soportarlo, alargó la mano y cogió la barbilla de Yan Yuchun, intentando decir en un tono seco: "Yan, en realidad no tienes que..."

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