Capítulo 10: Café dulce

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Xavier hizo doscientas flexiones en el suelo y más de cien abdominales, no se detuvo cuando la luz se apagó de repente, en cambio, no se levantó hasta terminar el ejercicio de hoy. Al ver la tenue luz que entraba por la ventana, no encontró el candelabro en la mesa, por lo que inmediatamente salió.

Justo cuando abrió la puerta, la puerta de al lado también sonó, sus ojos se entrecerraron ligeramente al ver la figura del tío Rong saliendo de la habitación de Yan Yuchun cargando un cubo de madera, y se sintió un poco infeliz. Cuando el tío Rong le vio, lo saludó respetuosamente, a lo que Xavier respondió con una sonrisa, y preguntó: "¿Ya está dormido Yan?".

"Todavía no".

Rodeándolo y yendo directamente a abrir la puerta de un empujón, Xavier irrumpió como si nada, el tío Rong lo miró mientras entraba en la habitación. Sin seguirle, bajó lentamente las escaleras.

Yan Yuchun estaba colocando la mosquitera cuando oyó el traqueteo y pensó que el tío Rong se había olvidado algo. Sólo cuando volvió la cabeza y vio al hombre alto recordó que éste se había mudado a la habitación de al lado. Su rostro se enfrió y volvió a fruncir el ceño, su tono no era precisamente cortés, "Señor Almirante, ¿qué puedo hacer por usted a estas horas?" Sacó la mosquitera y lo colocó encima de su parte superior del cuerpo sin dejar rastro para que su abultado pecho fuera demasiado llamativo. Afortunadamente el candelabro estaba colocado lejos y la habitación estaba poco iluminada por lo que Xavier no vio nada fuera de lo normal.

Xavier se apoyó en la pared y le miró con una sonrisa: "No encontré una vela para alumbrar en mi habitación, así que tuve que venir a verte".

Yan Yuchun se tranquilizó, levantó la barbilla y señaló el candelabro: "Puedes encargarte de eso, resulta que me voy a la cama y puedo prescindir de ello". Adoptó una actitud cortante para despedir al invitado, deseando que este hombre se llevara las cosas y se fuera lejos. Así no contaminaría sus ojos.

"Se lo agradezco". Xavier alzó las comisuras de la boca pero no parecía que fuera a marcharse, sus ojos se posaron en su mosquitera, "Esta cosa parece buena, mantiene los mosquitos fuera y el aire dentro".

Yan Yuchun aguantó: "Haré que la criada lo ponga también en su habitación mañana".

Xavier sonrió felíz: "Entonces me disculpo de antemano por la molestia". Se acercó paso a paso, lo suficiente como para dar a la persona una sensación de opresión que era difícil de ignorar por su alta estatura y su fuerte aura. Yan Yuchun observó su aproximación, todo su cuerpo se tensó y trató de mantener la calma de nuevo. Xavier se acercó a él, con facilidad le cogió la mano. Acercando su rostro, besó el dorso de su mano con una sonrisa imprudente y abierta, "Que tengas buenas noches, mi querido tío".

A Yan Yuchun se le puso la piel de gallina por su "beso ceremonial". Su espalda se puso rígida al ver a Xavier salir de su habitación con el candelabro en la mano, y sólo entonces respiró aliviado. Casi temblando, se metió en la cama y se arropó bajo las sábanas. Pasó mucho tiempo antes de que Yan Yuchun se calmara un poco, pero la hendidura entre sus piernas empezó a abrirse y a retorcerse de nuevo como si hubiera sido estimulada por algo, segregando un chorro de lujuria.

¿Cómo pudo excitarse tanto por la proximidad de un hombre y el mero olor de su rico sudor? A Yan Yuchun le pareció increíble y no se permitió aliviarse. Su corazón estaba enfadado y molesto con una ola de vergüenza en su mente, pero no pudo evitar recordar lo que había dicho el tío Rong.

¿Debería de tomar la iniciativa de acercarse a ese hombre, para quedar embarazado de su hijo?

Debía de admitir que era una buena manera, mientras pudiera producir un varón, ya sea si Xavier estuviera vivo o no, sería él quien se encargaría de la mansión en el futuro, y esperaba que las irracionales regulaciones del gobierno federal se levantaran en los próximos años, siempre y cuando pudiera aguantar hasta entonces...

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