Extra 2: La carrera de Fu Rong

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Fu Rong ha estado viviendo así durante diez años, pero cada día, en momentos como este, seguía estando algo nervioso. Los soldados en los cuarteles tienen pocos canales de ventilación. Cuando la situación no era tan grave, podían salir a encontrarse con otras mujeres dos veces al mes, pero cuando la situación era mala, no podían salir durante meses, y la única forma de satisfacer sus deseos sexuales era confiando en sus propias manos y en las pocas prostitutas militares.

En este campamento militar, a los soldados no se les había permitido salir durante ya seis meses, y ya no había suficientes prostitutas para todos, por eso motivo es que Fu Rong junto a otros intersexuales fueron trasladados. En una situación así, podía imaginar que los soldados que vendrían a pedir su servicio se comportarían de forma muy brusca.

La parte inferior del cuerpo de Fu Rong estaba desnudo, y su largo camisón sólo le cubría el inicio de las piernas, de modo que cuando se sentó eran notable sus dos blancos y tiernos muslos. Por otra parte, sus piernas también tenían una buena forma, eran bien proporcionadas, delgadas, pero no débiles, y una vez, cuando le habían dejado mal y no podía continuar, otros habían utilizado sus piernas para desahogarse, untando de semen sucio toda su piel.

Pensar en esas imágenes del pasado hizo que el corazón y el cuerpo de Fu Rong se tensaran cada vez más, pero en cambio la cavidad de entre sus piernas se excitó ligeramente y su carne se retorció. Lamentablemente el cuerpo de un hombre intersexual es así, aunque ya ha pasado dos generaciones, y el virus en su cuerpo no le afecta tanto, -al menos no tiene la obviedad de perder la cabeza en el celo-, la libido es simplemente mucho más fuerte que la de la gente común, por lo que también esta es la única manera de soportar el casi interminable trabajo con que le habían asignado.

El sonido de los pasos finalmente llegó desde la puerta, y el corazón de Fu Rong se aceleró aún más. Cuando la puerta se abrió, sus ojos se humedecieron, viéndose como un conejo asustado. El hombre que entró era muy alto, la puerta del dormitorio era un poco pequeña pero aun así la parte superior de la cabeza del extraño tocaba el marco de la puerta, estaba vestido con un uniforme militar, recto y severo, incluso el botón superior estaba bien abrochado. Fu Rong llevaba años en el cuartel y ya podía leer sus rangos, así que solo necesito posar sus ojos en el parche del hombro para saber que era un Teniente General.

También es un oriental.

Fu Rong se sintió ligeramente aliviado al ver que se trataba de un oriental del mismo linaje que él. Los soldados del cuartel eran de todo tipo de sangre, pero la oriental constituía una gran parte de ellos. Los hombres orientales tenían los órganos sexuales más delgados, y sus movimientos eran generalmente menos bruscos, por lo que eran los más fáciles de manejar. Los ojos de Fu Rong se posaron en su rostro, el otro hombre era bastante guapo, sólo sus cejas eran frías, y pudo notar que aún era muy joven, como mucho de unos veinte años.

Cuando Fu Rong vio que no había ninguna emoción en los ojos del otro hombre; ni siquiera deseo, se puso aún más nervioso. Tenía miedo de la gente así, puesto que se ponía muy inseguro ya que eran menos predecibles que otros soldados cuyos ojos estaban llenos de deseo desnudo. Los soldados que se han estado reprimiendo durante mucho tiempo inevitablemente desarrollan algunas aficiones "pervertidas", y les gusta expresar su gran presión psicológica de una manera un poco demasiado dolorosa.

Las expresiones de tales personas son similares a las de este hombre ahora.

Fu Rong estaba calculando en su mente qué podía hacer para sentirse más a gusto, cuando el hombre ya se había acercado a él y lo miraba fijamente desde arriba, con su mirada tan fría como el hielo.

Fu Rong lo miró, sudando por su espalda debido al nerviosismo. Inevitablemente tragó saliva y viendo que la otra parte no tenía intención de tomar la iniciativa, sólo pudo susurrar: "Buenas noches, señor..." Su tímida mirada se encontró con un ceño fruncido de la otra parte, y la mirada de disgusto hizo que el corazón de Fu Rong se sobresaltara. Cuando estaba perdido sobre qué hacer después, el hombre dijo: "Comienza".

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