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Astoria estaba acostada boca arriba en su cama, mientras todo el resto de las chicas dormían. No habia comentado con su hermana (ni con nadie) el hecho de haber aceptado pasar las fiestas en la Mansión Malfoy. Y pensarlo de nuevo le aceleraba la respiración, al punto de tener que sentarse para poder tomar bocanadas de aire que lograran llenar sus pulmones. ¿Qué había hecho? ¿Por qué no pudo simplemente mantenerse en sus trece y decir que no? No sólo era el hecho de pasar las fiestas con Draco o conocer su casa, lo que más le preocupaba era la señora Malfoy. Poco sabía ella de aquella mujer, apenas la había conocido hace un tiempo en la visita de las familias.
Suspiró. Ya estaba hecho, quedaría descortés echarse atrás después de haber aceptado. Siempre podría fingir sentirse mal y volver a su casa.

A la mañana siguiente, antes de bajar a desayunar, acaba de armar su baúl. Daphne recién estaba empezando, buscando cosas por toda la habitación.

- Oye, Daph. ¿Vas a ir directamente a casa de Theo? -preguntó Astoria a su hermana.

- No, primero quiero ir a casa. -respondió la rubia.- Tu vienes conmigo ¿No?

- ¿A dónde?

Daphne bufó.

- A casa de Theo.

Astoria se entretuvo cerrando el baúl, antes de contestar.

- No. Te dije que no quiero ser mal tercio entre ustedes.

- Ay Astoria...no voy a dejarte sola en casa en las fiestas.

- No voy a estar en casa. Tú tranquila.

Daphne se detuvo en medio de la habitación, mirando a su hermana.

- ¿Y dónde estarás?

- Da igual. -respondió Astoria poniendo los ojos en blanco.

La mayor parpadeó un par de veces, algo descolocada.

- Tienes que decirme dónde vas a estar. Si te sucede algo debo saber dónde buscarte.

- ¿Qué me va a pasar? - preguntó la castaña, con hastío.

- No te hagas la idiota.

Astoria se dió por vencida.

- Estaré en casa de los Malfoy.

- Lo supuse. -comentó Daphne con cierto tono de superioridad.- ¿Y cómo es que pasaste de estar sola en casa a pasar las fiestas con Draco y su madre?

- Hablando con Draco salió el tema y me invitó para que no estuviera sola. Le dije que no era una buena idea. -añade, un poco a la defensiva.- Pero bueno...

- Ya, yo tampoco creo que sea una buena idea, pero allá ustedes.

Astoria dejó estar el tema y, con una última mirada al espejo, salió en dirección al Gran Comedor para desayunar. Al cabo de un rato, Draco se sentó en diagonal, a un lado de ella Theo y al otro, Daphne.

- ¿Cómo es eso de que no vienes a casa? -preguntó Theo.

Astoria siguió con su café.

- ¡Había invitado a un amigo que quería conocerte! -agrega el chico.

Astoria se rió, casi ahogándose con el café.

- ¡Pero qué dices! Además, nunca preguntaste si yo quería conocer a ese amigo tuyo.

- Bueno, ya te darías cuenta cuando lo vieras. Además, ¿vas a quedarte sola en tu casa? No seas tonta.

La castaña miró a su hermana, que alzó una ceja. No le había dicho a Theo dónde iría.

Draconem et ReginaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora