Al llegar al Departamento donde se estaba quedando, Draco dejó el paquete con el anillo y la vela sobre la mesa. Luego tomó ésta última y la llevó a la mesa de noche en su habitación. Internamente, tenía la estúpida expectativa de que sintiendo el perfume de la chica, comenzaría a dormir un poco mejor. O al menos a dormir.
Se quitó la ropa para ponerse unos pantalones cortos que eran todo lo que toleraba ponerse para dormir con el calor que solía hacer en Egipto por las noches. Se acostó y, efectivamente, tardó nada en quedarse dormido.
Se despertó a la madrugada, atontado. Estaba seguro de haber soñado pero no recordaba bien qué. Con un movimiento de la varita encendió una luz y miró el reloj: las cuatro de la madrugada. Se había acostado alrededor de las siete de la tarde, asique hacia nueve horas que dormía. Lo necesitaba, sí. Pero ahora no iba a poder volver a dormirse.Se levantó de la cama y estiró los brazos, acompañado de un bostezo. Se dió una ducha, y luego preparó café. Mientras desayunaba, sus ojos se fijaron en el paquete con el anillo para su madre. Recordó que aún le debía una respuesta a su última carta, donde lo instaba a volver, aunque sea unos días. Había comentado algo sobre una fiesta a la que quería asistir y quería que él la acompañara, aunque la verdad fuera que él no estaba para fiestas. Pero, la verdad es que echaba un poco de menos a su madre y sabía que ahora estaba sola en la casa. Ya no tenía a Lucius para que le hiciera compañía.
Chasqueó la lengua, seguido de un bufido de fastidio. Se dirigió a su cama un rato más, a leer un libro. No podía volver a Gran Bretaña en ese momento, serían aproximadamente las dos de la madrugada. Pero cuando fue una hora decente, se vistió, movió la varita para juntar todas sus cosas en la maleta y tomó el único Traslador que tenía como destino la casa de sus abuelos maternos.
Apareció en la biblioteca, una con muchas ventanas y luz natural. Nada que ver con su casa. Dejó la maleta allí, y salió de la habitación hacia un largo pasillo, igualmente iluminado por las ventanas que acompañaban el camino. Salió a lo que supuso era el hall de entrada y miró a su alrededor. Una elfina apareció, mirándolo con curiosidad.- ¿Está mi madre aquí? -preguntó bruscamente.
La elfina asintió y lo guió hasta el Salón Comedor donde su madre desayunaba. La mujer alzó la vista y dejó caer la taza que estaba por llevarse a la boca, la cual se hizo añicos al chocar contra el pequeño plato que la sostenía. Narcissa se levantó y corrió al encuentro con el chico, al que abrazó con fuerza.
- ¡Draco! Por Salazar, qué alegría.
- Madre, pareciera que me fui hace años. No ha pasado más de un mes.
Narcissa se secó las lágrimas y le aferró la mano.
- Lo sé, querido. Pero se me ha hecho muy largo. ¡Estás un poco bronceado! Te queda muy bien.
Draco sonrió de lado.
- A mi todo me queda bien.
Metió la mano en su bolsillo y sacó el pequeño paquete que tenía el anillo que había comprado. Se lo tendió a la mujer, que lo miró con curiosidad antes de abrirlo.
- ¡Oh! Es maravilloso.
- La piedra es un trozo de una de las pirámides más famosas de Egipto, sólo que está pulida y curada con magia. -explicó el chico.
- Me encanta, querido, muchas gracias.
Draco asintió cómo toda respuesta. Vió unos bollos sobre la mesa, y la verdad es que extrañaba los desayunos de casa. Asique se sentó junto a la silla de su madre, quien se sentó también.
- ¿Sabía Theodore que venías? Porque ayer estuvo aquí.
Draco negó, incapaz de hablar luego de una mordida a uno de los bollos. Pero la mención de Theo, le hizo recordar algo.
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Draconem et Reginae
Fanfiction(El Dragón & la Princesa) Luego de la Segunda Guerra, los sobreviviente tuvieron que continuar sus vidas. Draco regresa a Hogwarts a terminar su último año, pero encontrará alguien que cambiará su vida por completo.