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Draco apareció en la entrada a la calle mágica, entró y se apareció a unos metros de dónde pudo ver a Astoria sentada en un banco, abrazando su mochila, mirando un punto fijo. Le pareció que algo no andaba bien, pero quizá fueran ideas suyas.
Entonces la chica levantó la cabeza, lo vió, dejó su mochila en el banco y caminó a paso rápido hasta él, para abrazarlo. El rubio no entendía nada, aunque obviamente correspondió el abrazo, algo asustado.

- ¿Astoria? ¿Estás bien? -preguntó, apoyando una mano en el pelo de la chica.

Ella simplemente asintió.

- ¿Segura? Habla, porque sino no te creo nada y no te conviene que yo saque mis propias conclusiones. -le dijo Draco.

La joven lo soltó, y él pudo examinarla de arriba a abajo para asegurarse de que no tenía nada.

- Lo siento. Estoy bien. -murmuró la chica, al parecer avergonzada.

- No tienes que disculparte, simplemente me hiciste asustar. -explicó Draco.- Vamos a buscar tus cosas.

Caminaron hasta el banco donde ella había dejado sus cosas, y Draco se encargó de su mochila, sorprendiendose por el peso de la misma.

- Por Salazar ¿Qué llevas aquí? ¡Pesa más que tú!

Astoria se rió.

- Varios libros. No hace falta que la lleves, ya estoy acostumbrada.

Draco fingió ignorarla.

- ¿Y dónde quieres ir?

La joven dudó.

- No lo sé. ¿Qué tal a comer? En toda la mañana sólo tome media taza de café.

El chico la fulminó con la mirada.

- A comer, entonces. ¿Tanto te costaba desayunar como una persona normal?

Astoria puso los ojos en blanco.

- Estaba manejando altos niveles de estrés, no me apetecía comer, la verdad.

- Si, seguramente el cerebro te funcione de maravilla con sólo un café.

- ¿Estás regañandome? -preguntó la castaña.

Draco alzó una ceja.

- Pues sí. Y totalmente merecido te lo tienes.

Astoria le sacó la lengua y él mantuvo el gesto serio. La verdad era que todo aquel regaño le había salido completamente en serio. ¿Cómo se le ocurría andar en la calle con sólo media taza de café en el cuerpo?
Llegaron a un pequeño restaurante en el Munich Mágico, y Draco supuso que tendría que bastarles con eso. Abrió la puerta del local y dejó pasar a la chica primero, para luego mirar alrededor y buscar una mesa libre.

- Allí. -le indicó Astoria, señalando una mesa de un costado.

Él hizo una seña para que pase primero y la siguió. Se sentaron y el chico se quedó mirandola un momento.

- ¿Vas a decirme qué te pasó hace un momento, cuando llegué? -le preguntó.

Astoria se mordió el labio, como hacía cada vez que le pillaban una mentira.

- Tuve una discusión con mis compañeros. Una tontería.

Antes de que Draco pudiera responder, una camarera se acercó a dejarles un menú. Él lo dejó en la mesa y volvió a mirar a la joven.

- Continúa.

Ella frunció el ceño.

- Fue sólo eso.

Draconem et ReginaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora