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La noticia de la separación de los señores Malfoy corrió como agua. No tardó mucho en llegar a oídos de la familia Greengrass.

- A mi lo que más me preocupa es Draco. Ese pobre chico no tiene paz. - comentó la señora Greengrass el día que se enteró de la noticia.- Voy a escribirle a Narcissa a ver si necesita algo o quiere que vaya a hacerle compañía.

Dicho ésto, dejó a sus dos hijas y su esposo solos en el salón.

- ¿No has hablado con Draco, Tori? -preguntó el señor Greengrass.

Astoria salió de su ensimismamiento.

- ¿Qué? Disculpa, no escuché.

- Que si has hablado con Draco.

- Ah. -negó con la cabeza.- No, desde antes de acabar Hogwarts no hablamos.

Daphne puso los ojos en blanco.

- Ya le escribo yo una carta a ver cómo está. Igualmente hablaré con Theo.

El señor Greengrass asintió.

- Sí, hazlo.

Daphne salió y Astoria y su padre quedaron solos.

- El día que fuí a Hogwarts porque querías irte estaban hablando de lo más fluido. -comentó el hombre.

Astoria lo miró.

- No estábamos hablando, estábamos discutiendo. Y no quiero hablar de Draco.

El mayor torció el gesto pero cedió.

- Bien. Hoy podríamos ir a ver qué pasa con tu inscripción a Magizoología.

- Sí por favor. -pidió Astoria.- Estoy muriendo de ansiedad.

- Si mal no entiendo la cursada empieza en septiembre, asique supongo puedo contar contigo hasta entonces ¿No?

- Si, papá. Todavía no me has dejado ver qué es lo que vas a proponer para tu candidatura. -comentó la joven.

- Falta pulir algunas cosas. Serás la primera en leerlo, pero no le digas a tu madre.

Astoria rió.

- No le diré nada. Iré a vestirme y alistarme para acompañarte al ministerio.

El señor Greengrass asintió y Astoria se dirigió hacia su habitación. Tardó un buen rato en decidir qué iba a ponerse, y un poco más en peinarse. Mientras se arreglaba, sus pensamientos divagaron hasta Draco y qué sería de él en esos momentos. Le apenaba pensar que la estuviera pasando mal pero a la vez creía que alejarse de ese ser horrible que le tocó como padre sería como mínimo beneficioso.
Una vez conforme con su ropa y su imagen, bajó a la sala nuevamente. Su padre bebía una taza de té y leía el periódico.

- ¿Y mamá? -preguntó.

- Resulta que Narcissa está en la que era la casa de sus padres, que casualmente es a unas pocas calles de aquí, por lo que no tardó en responder la carta que tu madre le envió. Asique ha ido a visitarla. -explicó su padre y alzó la vista para mirarla.- ¡Vaya! Te ves preciosa.

- Oh. -comentó ante la noticia de que Narcissa (¿Y tal vez Draco?) estaban ahora a poca distancia de allí. Ante el halago, sonrió.- Gracias papá. ¿Nos vamos?

- Claro. -respondió el hombre.

Se puso de pie y dejó el periódico en una mesita. Se dirigió a la chimenea y tomó un jarrón con polvos flu.

- ¿Quieres ir primero? -ofreció a su hija.

Astoria negó con energía.

- Tu primero.

Draconem et ReginaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora