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Astoria abrió los ojos, sobresaltada.
Escuchaba quejidos y balbuceos, que en un principio creyó que eran parte de un sueño. Pero no.
Bajó de su cama, abrió la puerta de la habitación y oyó aún más claro los quejidos. Caminó en dirección a la habitación de Draco, que era la única habitada en ese piso además de la de ella, al parecer. Y definitivamente los ruidos provenían de alli.
Con cautela abrió la puerta y se asomó. Draco se retorcía, dormido, y cubierto en sudor.
Sin dudar, entró y se acercó hasta el  chico.

- Draco. -llamó a media voz.- ¡Draco!

Le puso una mano en el pecho y entonces el rubio reaccionó. Abrió los ojos, casi con pánico mientras aferraba con una fuerza extrema la mano de la chica.

- Mi mano...-dijo ella.

Él la miraba, agitado, y completamente desconcertado.

- ¿Astoria? -preguntó y la soltó.

- Lo siento. Te escuché quejarte desde mi habitación y...no sabía qué sucedía.

Draco se sentó en la cama, y se pasó ambas manos por el pelo.

- Pesadillas.

- Sí. Lo noté. Horribles, al parecer. -comentó Astoria.

Él simplemente asintió. Ella vio un vaso y una jarra de agua en la mesa de noche y fue a servir, dado que no traía su varita con ella. Le tendió el vaso a Draco.

- Gracias. - murmuró él.

- ¿Estás bien?

- Si. Vuelve a la cama.

Ella asintió, y aunque lo último que quería era dejarlo solo, hizo lo que le pidió y volvió a la cama.
Le costó bastante volverse a dormir, pero finalmente lo logró, pensando si Draco iba a poder descansar de nuevo aquella noche.

La mañana siguiente, la despertaron unos golpes incesantes en la puerta.

- ¿Si? -preguntó somnolienta.

- ¿Puedo entrar? - la voz de Draco hizo que abriera los ojos.

- Si. -respondió.

La puerta se abrió y Draco apareció, vestido de negro como de costumbre.

- Menuda pinta cuando te despiertas. Pareces recién salida de la selva. -bromeó el rubio.

- Cállate. -siseó la chica, escondiendose bajo las mantas.

- Anda. ¿No querías ir a casa de Theo?

Astoria se sentó en la cama.

- ¿Tu vendrás?

- Si. - contestó él y luego se echó a reír.

Astoria se quedó atónita. No recordaba haberlo escuchado reír de esa forma jamás. Y le pareció la mejor manera de empezar el día.

- ¿Y qué es tan gracioso? -preguntó sonriendo.

- Tu pelo, pies de pato. Eres un León.

Astoria chasqueó la lengua y se aplanó el pelo con las manos.

- Pies de pato, pelo de León...¿Qué más?

- ¿Lengua de víbora? -preguntó el rubio.

Ella le lanzó un almohadón.

- Vístete y baja a desayunar. Anda.

Dio media vuelta y la dejó otra vez sola.

La castaña se destapó y fue a abrir la ducha. Mientras dejaba que el baño se llene un poco de vapor, buscó la ropa que iba a ponerse y optó por un pantalón de mezclilla azul oscuro, una camiseta y un saco de cuello alto, pues hacía mucho frio. Se metió a la ducha y trató de ducharse lo más rápido posible. Una vez lista y cambiada, bajó a desayunar. A mitad de camino, vió subir a Draco.

Draconem et ReginaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora