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Draco la vió llegar. Intentó disimular una sonrisa pero no lo logró: estaba sonriendo como un idiota.
La chica corrió hasta él y de un pequeño salto le rodeó el cuello con ambos brazos. Él la sostuvo por la cintura y la verdad es que no pudo evitar sorprenderse ante la efusividad de la joven que en ese instante le plantó un beso. No tardó nada en corresponderle.

- ¿Me echabas de menos, pies de pato? -preguntó, con una sonrisa ladeada.

La chica lo soltó, y lo miró con ojos brillantes y una sonrisa grande.

- Bah. Un poco solamente. -respondió Astoria, haciendo un gesto con la mano.- De verdad pensé que no ibas a poder estar aquí.

Draco se inclinó para recoger la caja del pastel, que estaba seguro Astoria ni siquiera se había dado cuenta que habia dejado (más bien casi arrojado) sobre el borde la fuente.

- Era la idea, que no sospecharas. Pero tengo una última sorpresa.

La chica abrió grandes los ojos.

- ¿Otra más?

Draco asintió y movió una mano en dirección a la Torre Eiffel.

- Vamos a cenar ahí.

La joven alzó la vista hacia la torre y vió el restaurante.

- Vaya...-murmuró.

- Andando. Nos están esperando.

Astoria lo miró con gesto confundido pero él apoyó su mano libre con suavidad en la espalda baja de la joven, para juntos ir hacia el restaurante. Se aparecieron allí arriba y entonces Draco la detuvo antes de ingresar al lugar. Sacó su varita y con un movimiento, una venda negra cubrió los ojos de la chica.

- ¡Oye! -exclamó Astoria.

Draco se rió en voz baja.

- Deja ya de quejarte. Y no te preocupes, yo te guio.

La tomó de la mano y la guió hacia un costado de la puerta principal: al cruzarla, estaba el mismo restaurante pero en lugar de camareros había unos cuantos Elfos en la barra, platillos iban y venían flotando de la cocina a las mesas, igual que bandejas con tragos, copas o vasos.

En una mesa larga al fondo del lugar, habia varias personas: Daphne, Theo, el señor y la señora Greengrass, Narcissa, Emily, James y Zack (los compañeros de Astoria). Draco llevó a Astoria hasta allí y entonces le quitó la venda, mientras los demás exclamaban "¡Sorpresa!"

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Astoria se tapó la boca con ambas manos y miró a Draco sin poderselo creer. Abrazó a sus padres y a su hermana, incluso se atrevió a dar un pequeño a abrazo a Narcissa que, para su sorpresa, le devolvió el gesto de buena gana. Miró a Theo, James, Emily y Zack y los apuntó con un dedo.

- ¡Ustedes sabían todo!

Los cuatro sonrieron y ella les dió un abrazo a cada uno.

- Fue una buena idea de tu novio, mi ángel. -le dijo James, con la mala suerte de que Draco se acercaba a ellos.

Astoria no pudo deducir si lo escuchó o no, y Draco tampoco dijo nada.

- ¿Les parece si nos sentamos a cenar? -preguntó el rubio a todos.

Ocuparon sus asientos y un elfo se encargó de mantener los platos y copas llenos durante toda la velada. Luego, cantaron el cumpleaños feliz y la joven pidió sus deseos.

- Tori, cariño, tenemos que volver a Londres...-dijo su padre, al terminar con el pastel.

La castaña se puso de pie y abrazó a su padre.

- Gracias por venir. Nos vemos en la elección. -aseguró con una sonrisa.

Se despidió de su madre y abrazó fuerte a Daphne y Theo, y pudo ver mientras tanto que tanto su padre como Draco hablaban animadamente mientras se estrechaban la mano.
Luego sus  compañeros también se fueron, dejando a Draco y Astoria solos con Narcissa.

- Madre, ¿estás segura que no quieres quedarte unos días en París? -preguntó Draco al ver que su madre se ponía de pie mirando su reloj.

- No, querido. Amo París pero no en época turista. -sonrió a Astoria.- ¿Lo has pasado bien, Astoria?

La chica asintió con energía.

- Más que bien. -aseguró.- Agradezco mucho que haya venido.

- No es nada. 

La mujer saludó a su hijo y a Astoria y sacó de su bolso un pequeño espejo, que pronto comenzó a titilar con un brillo azul.

- Hasta pronto, queridos.

Y acto seguido, el traslador y Narcissa desaparecieron.
Astoria miró a Draco.

- Aún no puedo creer todo ésto. Ha sido sin dudas mi mejor cumpleaños. Gracias.

- No hay por qué. Supuse que un primer cumpleaños lejos de todo no iba a ser fácil.

Draco le tendió una mano.

- ¿Nos vamos?

La castaña asintió, y le tomó la mano para luego aparecer en el apartamento de Draco. El rubio se dejó caer en el sofá y Astoria pudo notar su cansancio. Se mordió el labio mientras sopesaba qué hacer, pero al final supuso que aquella enorme sorpresa había sido para Draco como dar un paso gigante y que ahora le tocaba a ella.
Caminó hasta él y con delicadeza se sentó en su regazo. Draco abrió los ojos y la miró con curiosidad, pero no le pidió que se apartara, lo que supuso era una buena señal.

- Luces agotado. -comentó Astoria, y le dejó una suave caricia en el rostro.

Sabía que Draco no era afín al excesivo contacto físico, pero no encontraba ella palabras para poder agradecerle cómo había estado comportándose desde que volvieron a verse en Munich.
Sin embargo, lejos de alejarse o fastidiarse, Draco apoyó su mejilla en la mano de la joven, y cerró los ojos.

- No había organizado una fiesta de cumpleaños nunca en mi vida.

La joven rió y se acurrucó, apoyando la cabeza en su hombro. Él se acomodó y la rodeó con los brazos.

- ¿Cómo dormiste éste tiempo en Londres? -preguntó Astoria.

Draco gruñó.

- No muy bien. 

La castaña torció el gesto y le dejó un beso suave que hizo al rubio abrir los ojos de nuevo.

- ¿Quieres que me quede contigo a ver si duermes mejor? - preguntó, sonriendo ligeramente.

Draco ladeó una sonrisa y como toda respuesta la besó. Lo que ambos creyeron un simple beso, fue escalando a algo más intenso, que los dejó a ambos agotados, durmiendo hasta el otro día de un tirón.

Draconem et ReginaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora