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Para cuando Astoria termina lo que ha catalogado como la mitad de los trofeos, la profesora Lange llega. Observa con detenimiento y luego a los jóvenes.

- ¿En todo éste tiempo sólo han hecho la mitad? Creo que necesitan otro día de Castigo. Mañana, misma hora, mismo lugar. -indica la mujer, y les devuelve sus varitas.

La joven toma la suya y sale del lugar, en dirección a la Sala Común de Slytherin. Está agotada, pero al menos ha terminado con su parte. Si Malfoy no hace la suya mañana, será su problema. No cree que vaya a cumplir el trato, Draco Malfoy no va a llevarla de viaje por haber perdido una especie de apuesta. Así como ella no va a hacer el trabajo que no le corresponde. Aquello quedaría en nada, probablemente con varios puntos menos para Slytherin, por no cumplir el castigo.

Entra a la habitación de las chicas, y Daphne está leyendo con una luz tenue que flota sobre su cabeza.

- ¿Qué haces despierta? -pregunta la menor, mientras se dirige a su cama.

- Te espero. ¿Qué tal el castigo?

- Tuvimos que limpiar trofeos. Por supuesto, Malfoy no hizo nada y yo no voy a hacer su trabajo, asique la profesora nos citó mañana en la noche otra vez.

La mayor alza ambas cejas.

- ¿Mañana otra vez? Malfoy no hará nada.

- Lo se.

- ¿Y entonces?

- Nos quitaran muchos puntos, supongo. Pero me aseguraré de que todos sepan que ha sido por el orgullo de Malfoy.

- Como si Malfoy necesitara aún más mala fama...-comenta Daphne con una risita.

Astoria ve a su hermana sacudir la varita, y la pequeña luz se esfuma. Ella se queda pensativa: lo que Daphne ha dicho es cierto, si ella hace de público conocimiento que Malfoy se ha negado a cumplir con su castigo, no haría más que darle más mala fama de la que le ha quedado luego de la guerra. Pero ¿A ella qué más le da? Él se lo busca.

Se pone el pijama a tientas, pues apenas si entra la luz de la luna por la ventana, y se acuesta a dormir.

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Draco regresa a la SC de Slytherin unos metros detrás de Astoria. Esa chica le pone de los nervios, no solo no tiene un mínimo de respeto, sino que le desafía. ¿Quién se ha creído que es? Quizás el apellido Malfoy no tenga el mismo peso que solía tener antes de la Guerra, pero él sigue haciéndose respetar. No va a limpiar lo que le corresponde, no va a dar el brazo a torcer. Si la princesita Greengrass no quiere volver a tener otro día de castigo luego del siguiente, tendrá que moverse.
Entra a la habitación de los chicos, y se cambia para dormir. No tiene sueño realmente, asique su mente comienza a divagar, primero a flashes del día de la guerra. Las llamas tragandose a quien, a pesar de todo, era uno de sus pocos amigos. Ese abrazo frío y asqueroso que el mismísimo Voldemort le dió. Potter rescatandole de la Sala De Menesteres incendiada...No. Sacude la cabeza, intentando que esos recuerdos vuelvan al fondo oscuro de su mente, y lo logra. Son reemplazados por imágenes de Astoria, concentrada en limpiar una medalla y en no caerse de aquella altísima escalera a la que está subida, con el pelo Castaño cubriendole más de la mitad de la espalda. ¿Ha estado mirándola? No se percató. No es del estilo de chica que le llame la atención, suelen caerle mejor las que se lanzan a sus pies y hacen lo que dice sin chistar. Y, claramente, Astoria Greengrass no es una de esas. Sin darse cuenta, se queda dormido, y en sus sueños, algo abstractos, aparecen ojos verdes y cabellos ondulados castaños.

- Draco. - una voz a lo lejos le llama. Blaise.

- ¿Qué coño quieres? ¿Qué hora es? -pregunta con voz dormida.

Draconem et ReginaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora