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Al otro día, Tori se quedó dormida. Se despertó sobresaltada, y al mirar a su alrededor, todas las camas estaban vacías.

- ¡Maldita sea! -se quejó con tono somnoliento, y se sentó en la cama.

Se duchó y vistió rápidamente, y salió a la sala común, revisando su mochila para asegurarse que tenía todos los libros necesarios.

- Buenos días, Greengrass. -dijo una voz, algo a lo lejos.

Astoria levantó la cabeza y vio a Draco en la entrada a la sala común. Llevaba su mochila colgada de un hombro y una sonrisa socarrona.

- No viene siendo un buen día. -respondió, mientras cerraba la mochila. - No sé ni qué hora es, ni qué asignatura toca ahora. Y quiero comer algo, muero de hambre. -se quejó, cuando por fin llegó al lado del rubio.

El chico puso los ojos en blanco y metió la mano en un bolsillo, para sacar una manzana y dársela a la castaña.

- Come y calla. Toca Historia de la Magia, y estamos con el tiempo justo. -informó, echándole un vistazo a su reloj.

Astoria tomó la manzana con un leve "gracias" y ambos comenzaron a caminar en dirección al primer piso, al aula de Historia de la Magia.

- ¿Y tú qué hacías en la sala común? -le preguntó Astoria al rubio, antes de darle una mordida a la manzana.

- Buscarte ¿Qué no es obvio? -contestó él, mirándola de reojo.

- ¿Para qué me buscabas?

- Para que luego no vengas a molestar pidiéndome la tarea de todo el día por quedarte haciendo el vago en la cama. -replicó Draco, y bufó.

Ella lo miró con los ojos entrecerrados y rodó los ojos, mas no dijo nada. Finalmente llegaron al aula, y Astoria con la vista buscó a su hermana, pero ésta ya compartía mesa con Pansy.

- Creo que hoy te han cambiado por Parkinson. -comentó Draco, y se sentó en la primer mesa libre que encontró. - Anda, ven. Me ha conmovido tu cara de perro mojado. 

Astoria le sacó la lengua y se sentó detrás de él, en otra mesa, para luego dedicarle una sonrisa falsa.

- Uy, qué mala...-comentó el chico, se puso de pié, tomó su mochila y se sentó junto a la chica.- Cuánto tiempo sin verte, Astoria.

- Eres un pesado. -protesta la castaña, y echa un vistazo a su hermana, que en ese momento la miraba con ambas cejas alzadas. Le lanza un beso y vuelve la vista hacia adelante.

El profesor Binns, el profesor fantasma de la escuela, comenzó la clase del día, que trataba de la Asamblea Medieval de Magos de Europa. No pasó mucho tiempo hasta que varios de los alumnos comenzaron a quedarse dormidos, incluída Daphne. Sin embargo Astoria pudo ver de primera mano lo aplicado que Draco era con la escuela. Tomó apuntes durante toda la clase, y si bien no hizo ninguna pregunta (seguramente porque por cada respuesta del profesor Binns, era media hora de irse por las ramas) escribía pequeños signos de pregunta en las partes que le quedaba alguna duda.
Ella también tomó apuntes, claro, pero bastante más vagos que los del rubio. 

- Para la clase que viene quiero que me entreguen mínimo 40 centímetros de resumen de la Asamblea Medieval de Magos, escrito en sus palabras. Si usan un libro, me voy a dar cuenta. -comentó Binns, con su aire distraído, y salió flotando del aula, dando por finalizada la clase de dos horas seguidas.

Astoria estiró los brazos y las piernas, para luego anotar 40 CENTÍMETROS en el pergamino de sus apuntes. Draco mientras tanto guardaba sus cosas en la mochila.

- Eh Draco. - llamó una voz a sus espaldas.- Vamos al lago a pasar el rato antes de la próxima clase ¿vienes? -preguntó Blaise, acercándose hasta la mesa donde Malfoy y Astoria estaban sentados. El moreno le lanzó una mirada bastante desdeñosa a la chica y luego miró a Draco.

Draconem et ReginaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora