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Había quedado con Astoria y la joven llevaba 20 minutos de retraso. Seguramente se hubiera olvidado...aunque no es muy propio de Astoria llegar tarde a ningún lado.
Unas chispas rojas a unas calles de distancia llamaron su atención pero luego siguió en lo suyo. Hasta luego de un rato.

- ¡Draco! - una voz familiar lo llamó a sus espaldas.

Se volteó para ver a Zabini correr hasta él. El rubio frunció levemente el ceño.

- ¿Qué te pasa, Zabini? -preguntó con recelo.

- Astoria. -respondió el moreno cuando llegó hasta él, algo agitado.- Rowle la atacó, Mcgonagall se la llevó a la enfermería a que la atiendan. Yo...-se pasó la mano por el cabello.- Lo siento.

Draco comenzó a sentir un remolino de sensaciones que lo primero que hicieron fue marearlo. La más potente fue el miedo a lo que Rowle pudiera haberle hecho a Astoria. Y la segunda...

- Tú y yo tendremos una charla en cuanto me cerciore de que Astoria está bien. -le dijo entre dientes y desapareció para volver a aparecer en los límites del castillo.

Caminó hasta la verja y una vez en los jardines corrió en dirección a la enfermería. No se percató de la gente que lo miraba con curiosidad, ni tampoco se disculpó con los alumnos y alumnas que se llevó por delante en su carrera. En cuestión de minutos estaba en la puerta de la enfermería y golpeó sin cuidado la enorme puerta de madera.
Madame Pomfrey abrió al cabo de largos minutos.

- ¿Sí, señor Malfoy? -preguntó alzando una ceja.

- Quiero ver a Astoria.

- La señorita Greengrass necesita descansar. -respondió la mujer.

- Y yo necesito verla. -respondió Draco de mala manera.

La enfermera bufó.

- Cinco minutos. -dijo, y abrió del todo la puerta para dejarlo pasar.

El chico pasó por al lado de la enfermera como una exhalación. Vio a Astoria en una de las camillas del fondo y corrió hasta allí. La vió abrir los ojos y su ansiedad bajó bastante.

- Qué grosero eres cuando te lo propones. - le soltó la castaña.

Tenía un corte grande en el labio y la boca hinchada.

- ¿Me dejas plantado y eso es todo lo que me dices? -respondió él, frunciendo el ceño.

La chica esbozó un gesto culpable. Draco rodó los ojos.

- Es broma, Astoria. ¿Cómo te sientes? ¿Qué fue lo que pasó?

- Es un poco largo de explicar para hacerlo ahora. Además...da igual. Ya pasó.

Draco se quedó mirándola con una ceja alzada.

- ¿De verdad no vas a decirme lo que pasó?

Astoria le devolvió la misma mirada y negó con la cabeza.

- Como quieras. Que sepas que ya sé que Zabini tuvo algo que ver.

La cara de Astoria se transformó, pero para sorpresa de Draco, sus ojos se llenaron de lágrimas.

- Déjalo estar, por favor. -pidió la chica con la voz quebrada.

Draco se pasó ambas manos por el cabello, casi queriendo tirar de él. Pero cuando iba a volver a la carga, los padres de Astoria entraron en la Enfermería.

- ¡Tori! -exclamó el señor Greengrass.

Draco se hizo a un lado para dejarles espacio a los mayores, pero la señora Greengrass no le dió chance de escapar.

- Draco, querido. ¿Tu estás bien? -preguntó con gesto preocupado.

- Sí, estoy bien. Astoria estaba de camino a encontrarse conmigo en Honeydukes pero nunca llegó. -explicó, algo incómodo.

La señora Greengrass le puso una mano en el hombro, casi como consolándolo.

- Vendré luego. -dijo él rubio, mirando a Astoria.

La chica lo miró y asintió.

Ahora tocaba buscar a Zabini y hacerle escupir lo que sabía. Pero saliendo de la Enfermería, se cruzó a Theo y Daphne.

- ¿Qué pasó? -preguntó Theo, confundido, mientras Daphne pasaba por su lado como un huracán y desaparecía dentro de la Enfermería.

- Rowle atacó a Astoria. Es todo lo que sé, no quiso decirme nada. Pero Zabini tiene algo que ver. -explicó Draco.

Theo chasqueó la lengua.

- ¿Zabini? Creo que estás un poco cabreado con él pero que tenga que ver con ésto ya es mucho.

- Vino corriendo a decirme que Rowle había atacado a Astoria y terminó la frase con "lo siento".

Theo lo miró un momento.

- No te metas en problemas. Puedes simplemente ir a decírselo a Mcgonagall. Ya casi termina el año, no arriesgues la insignia por Zabini.

- No es por Zabini, es por Astoria. -respondió el rubio sin pensar. Luego se mordió la lengua.

Theo se rió.

- Supongo que es lo más sincero que te he escuchado decir respecto a Astoria.

- Cállate. Sabes que no significa nada para ninguno.

- Esa es una mentira.

Draco se volvió hacia Nott con la expresión más fría que pudo.

- Cuando Hogwarts acabe, Astoria no necesitará más toda ésta puesta en escena. Cada uno por su lado.

Theo rodó los ojos y bufó.

- ¿Estás seguro que ella piensa lo mismo? ¿O va a toparse con esa mierda de sorpresa?

- Claro que lo sabe.

- Claro que no. Te lo repetiré por última vez: esa chica está enamorada de ti. Y vas a lastimarla si sigues así.

- ¿¡Y qué quieres que haga!? ¿Que la arrastre conmigo y que la gente la odie por estar con un Mortífago? -explotó Draco, expresando en voz alta lo que lo venía atormentando hace semanas.

- Eso es una estupidez.

Draco dió media vuelta y se alejó. Se dirigió a la sala de los Menesteres, que por alguna razón se convirtió en la sala de objetos perdidos. Le pareció irónico, ya que justamente se sentía perdido.
Se sentó en un sillón viejo, lleno de polvo, y cerró los ojos para probar si así sus pensamientos caóticos al menos se organizaban. Últimamente todo en su vida giraba alrededor de Astoria y no podía negar, o al menos a sí mismo, que estaba bastante cómodo con eso. Al menos no se la pasaba pensando en cómo lo miraban, en lo que cuchicheaban a sus espaldas, en la Guerra, incluso sus pesadillas habían disminuido. Por supuesto que lo que sentía por Astoria no iba a esfumarse con el fin del curso. Pero lo que le había dicho a Theo era precisamente lo que pensaba: si se arriesgaba a pedirle a la chica que se quedara con él aún saliendo de Hogwarts, la sociedad mágica iba a excluirla igual que a él, su madre o su padre. Y no podía arrastrar a Astoria a eso.
También era cierto que las palabras de Theo le habían pegado fuerte. ¿Que alguien lo quisiera a él? Imposible. Sabía que era atractivo, entendía que eso, sumado a su estatus social y su habilidad en el Quidditch, hubiera sido lo que amontonaba a las chicas a su alrededor en otro momento. Pero estaba seguro de que ninguna de ellas sentía nada por él. Y mucho menos él por ellas.

Sentía una mezcla de sentimientos que lo abombaban. Quería salir corriendo del Castillo y que Astoria siguiera su vida sin que él estuviera estorbando. Porque era incapaz de dejarla en paz. Por otro lado quería romper todo lo que tuviera a mano, para ver si la ira que sentía consigo mismo se disipaba. Y muy en el fondo, quería ir a quedarse con Astoria todo el tiempo que necesitara, e incluso el que ella quisiera. Y ese era el sentimiento con el que más luchaba.

Abrió los ojos y ya había tomado una decisión.

Draconem et ReginaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora