Estoy borracha en la cama de mi hermana mirando al techo como si fuera lo más importante de mi vida, imaginando lo que sería que la habitación dejará de darme vueltas, intentando centrarme en un punto. Algo imposible en este momento.
He vomitado dos veces, una en el cubo, creo, o eso he intentado, y otra en el suelo. Hay trozos de carne pegados en el parquet y otras cosas de las que son mejor no hablar, y me encuentro fatal.
Pero, tengo que aguantarme. Mamá está abajo con mis tías, mi hermana y mi cuñado. ¡Ha y mi sobrina! Samantha.
Por lo visto se van a Canadá, y montaron hace meses una fiesta de despedida ya que mi hermana es muy familiar muy apegada, demasiado para mi gusto, yo soy todo lo contrario, como he dicho prefiero estar en esta habitación que ahí abajo haciendo el tonto y saludando a gente que sinceramente... Pasando.
Han invitado a amigos de ambos pero la familia de él no ha venido. Lo sé porque según subí, mi hermana me escribió por el WhatsApp que bajara a cuidar de Samantha, mi contestación; no es mi hija.
Se, que a veces soy lo peor, pero es lo que hay mi hermana siempre ha sido así, pidiendo ayuda a su hermana pequeña, y va a ser que no. Esta vez no.
—¿Ya te has emborrachado?
Por su puesto no me podían dejar a solas.
Mi hermana se tumba a mi lado observando el techo. —¿Que es tan interesante?
—Nada, pero si no miro un punto fijo me mareo.
—Jajajaja eres una borracha.
—Lo se.
Susan me abraza como cuando éramos pequeñas, me quita la botella y comienza a hablar de los viejos tiempos. Cuando papá y mamá estaban juntos, o cuando la abuela fue perseguida por una vaca.
—Fue muy bueno ver la cara de la abuela.
—Jajajaja.
Ambas reímos como antes, como cuando vivíamos juntas con mamá, y éramos felices siendo hermanas. Hasta que se casó con Sam. Desde ahí penas nos vemos y, apenas hablamos. No le echo la culpa a Sam, la quiere, la hace feliz y a mí siempre me ha querido un montón, pero mi hermana, no sé, siempre pensé que estaría aquí conmigo. De alguna manera la echo de menos...
Es un momento que no se explicar, mi mente está en retroceso, pensando continuamente que no es cierto, recordando momentos y caminando con lentitud por un gran pasillo blanco bien iluminado lleno de gente corriendo de un lado a otro. Yo, les observo, me fijo en sus caras, en sus movimientos, e intento descifrar que pueden hablar. Parpadeo varias veces antes de agachar la cabeza y buscar un punto en las baldosas que haga que me concentre en otra cosa, lo que sea. Mi madre se levanta un par de veces lo sé porque el asiento asciende y desciende según su peso, y porque a veces veo sus zapatos. Veo a la gente hablar, veo las máquinas que deberían hacer algún ruido, pero no puedo escucharlos, no ahora. Me he pasado la mañana ante el espejo llorando y maldiciendo, de echo tengo un tajo en la muñeca del cual mamá, no sabe nada.
Siento mi corazón a punto de estallar o salir corriendo, y oigo su pálpito acelerado. Gracias a eso sé que estoy respirando, porque internamente me estoy ahogando. Me siento como en un vaso lleno de agua, nadando hacia arriba mientras se sigue llenando, por más que nado y aunque el agua rebosa por el cristal, no puedo salir.
—¿Familiares de Susana Velanguer?
Observo el reloj de la sala como si estuviera en la uni, dejando que el tiempo me sumerja y me ahogue poco a poco. Quiero gritar, llorar y quizás romper algo. Pero no puedo, solo puedo observar esas agujas caer lentamente.
Mi madre se ha levantado. Discute con el hombre portador de malas noticias, discute acaloradamente porque ella no ha podido sacar su rabia aún. Se que como yo, se está ahogando, la diferencia es que como madre debe aparentar.
"Tick tack"
"Tick tack"
Quiero morir. No quiero tener este dolor por el resto de mi vida, no quiero llorar otra vez, y menos delante de ellos. Aunque mis manos me tapan, aunque mis manos me limpian, no quiero sentir esto más. No puedo...
—Lo siento.
Es lo único que logró oír bajo mi llanto sumergido en la chaqueta. "Lo siento" algo que querría gritar a los cuatro vientos. "Lo siento una y otra vez"
Tiemblo y lloro, por dolor por rabia.
Siento que el asiento desciende, pero mi madre sigue hablando con el portador de malas noticias y yo sumergida en mi llanto que solo me permite segundos para alzar el rostro y observar pequeñas secuencias que en el futuro recordaré como las peores. Entonces siento que alguien desliza su brazo por mi espalda, y que al igual que yo tiembla, tiembla y deja caer lágrimas que se impregnan en su abrigo negro.
Alzó la vista esperando a Jack, quizás Lensi. Pero mi sorpresa y mi dolor ascienden al ver que es Elisabeth; al igual que yo lleva la noche llorando porque tiene los ojos rojos, al igual que yo sé está ahogando en si misma por qué tiene las pupilas dilatadas y lo poco que se ve de iris, está negro. La abrazo como si fuese un peluche, realmente no sé porque lo hago, pero instintivamente busco dejar de ahogarme, busco un salvavidas sólido que me ayude a salir.
Ella me abraza y me arrastra más cerca apoyando mi cabeza en su hombro y dejando que me desahogue y me pregunte a mí misma ¿Por qué?
—Lo siento señora Velanguer. La vi, del portador tiembla en cada palabra, y mira a Elisabeth. —Usted debe ser la señorita Heisenberg. Ella asiente acariciando la única mano que tengo libre, ya que la otra está detrás mía apretando con fuerza parte del metal del asiento. —Lo siento para ambas familias, pero su hija... Ha muerto, en el caso de usted señorita Heisenberg, su hermano. Ambos tuvieron un accidente de coche...
—¿Y Samantha?
Acaparó todas las miradas porque es lo único que digo después de hora y media, es lo único que mi cerebro consigue procesar. Elisabeth me mira con lágrimas en los ojos que están a punto de saltar al vacío.
—La pequeña es la única superviviente.
Continuará...
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ℬℯ𝒻ℴ𝓇ℯ𝓁𝒾𝒻ℯ
Non-FictionTras la muerte de Susan, Eli intenta ser buena madre y que los servicios sociales no le quiten a su pequeña, pero todo sele complica ya que tiene que compartir la custodia con la joven Selena. ¿Serán capaces de quedarse con la niña? ¿serán capaces d...