Milagros y ironías.

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Elisabeth y sus preguntas. Siempre intentando sonsacar algo que ni yo sé contestar, y aunque supiera probablemente no sería la respuesta adecuada para ella. El mundo sigue girando y es algo que nos cuesta entender, no para por nada ni nadie, ahora me doy cuenta, en este punto de encuentro en el que suenan las ruedas de las maletas, justo en el instante en el que soy capaz de visualizar rostros que antes no reconocía. Justo en la noche en la que el cielo oscurecido prevé que los turistas vuelvan a sus cuevas para no perderse. Una noche en la que no deberíamos conducir.

Pero lo aremos, aún con el tiempo cargado y amenazando. Aún con la ganas abatidas. Elisabeth es quien guarda todo porque yo, llevo como dos horas sin decir nada más que un leve sonido al salir el oxígeno por mis labios. Estoy cabreada conmigo, con el mundo y con ella por hacer esas preguntas que solo nos alejan. Es innecesario, aunque para ella, es necesario. Saber es su virtud, leer sin palabras, encontrar sin buscar.

Las luces de la carretera están apagadas, apenas se pueden ver las curvas, apenas se puede ver más allá de las líneas divisorias. Conduce deduciendo, porque conoce la carretera. La radio nos sumerge más en esa carretera vacía que solo nos sumerge más para un final, algo de lo que no estoy preparada.

Una canción que me recuerda muchas cosas; buenos y malos tiempos tan dispersos como extraños. Es como si no pudiera olvidar, tuviera que recordar todo, como si fuese totalmente necesario que recordase hasta el último ápice de color negro. Mis propias lágrimas se resaltan solas con el reflejo de la pantalla del movil. Me pone triste saber y no saber, estar como si todo fuese perfecto aún sabiendo que no lo es.

Quiero hablar con Elisabeth y aclarar lo que mi mente encierra bajo presión, pero a la vez pienso que igual que empezó, tenía que acabar, que quizás esto es lo mejor, o la mejor respuesta que puedo dar a la vida por un regalo no merecido. Mi hermana lo pensaba, creía en el karma. -cuando aprietas algo demasiado... Salta- solía decir con una voz triste que era arrancada de su propio pecho. -Creo que las personas tendemos a eso, a no ver, hasta... Perder.-

Susana me lo enseñó muy bien, nunca tuvo un desamor pero rompió muchos corazones que luego con el tiempo le pasaron factura, hasta que conoció a Sam y las aguas se calmaron. Total, el era el chico perfecto; su atención era únicamente para mí hermana, sus dedicatorias algo infantiles para que el resto del mundo supiera lo enamorado que estaba de ella, su cariño para su familia en la que incluía a Sam, desde el minuto uno lo hizo. Creo que eso es querer, porque una vez la familia sabe de su existencia la cosa va enserio, los papás y mamas preguntarán por ambos y se creará un vínculo. Así les pasó, inseparables.

Ayer, Lensi y Jack me escribieron, Justin sabe perfectamente donde estoy y con quién, así que toma distancia para que Elisabeth no se cabree más. Si le conociera sabría que es buen chaval, pero no quiere hacerlo, prefiere odiarle, para ella es más fácil así.

Jack puto crack: tenemos cuentas pendientes señorita Velanguer 😡

Lensi flor de loto: Si porque estás desaparecida y lo peor es que no nos dices nada... 😭

Selen: ya os contaré.

Es lo único que les dije, volviendo a dejarles en visto. No sé si debo decirles lo de Elisabeth, quizás sea un problema para ella, pero son mis amigos, y que sepan con quién estoy, no debería perjudicarla, al contrario debería ser bueno. Pienso que es demasiado complicado, el secretismo no es algo con lo que me guste convivir, mamá lo sabe, que ellos lo sepan debería ser fácil, pero no lo es. Elisabeth pone distancia en cuanto puede, y me lo recuerda.

Hemos llegado casa, son las cinco de la mañana, por lo que mamá y Samantha duermen. Elisabeth no me dirige ni una sola palabra. He subido a mi cuarto a observar las estrellas que se ven, a veces, no siempre, pero hoy es una noche en la que, ahí están. Solo para mí. Solo para una privilegiada que mira al cielo buscando respuestas que obviamente no va a encontrar. Pero al menos, este paraíso, me calma. Calma mis pensamientos, calma mi angustia, y sobretodo el corazón roto que llevo con gran pesar desde allí. Desde que nos pusimos en marcha.

Coloco mis cosas en los armarios dejando un sitio para Elisabeth, aunque no pretendo dormir con ella, si pretendo dejar su espacio tal y como ha estado siempre, ahí. Creo que está en la cocina, o quizás en el baño de abajo, no lo sé, pero no me importa, voy a ducharme y prepararme para dormir, lo necesito.

Dos golpes me despiertan del trance en el que había caído. Estoy disfrutando del agua limpiando mi piel, de las pequeñas burbujas que se forman por la bomba de cristales con aroma a cereza, es relajante.

-¿Se puede?

"¿Mamá?" Creo que la he despertado con el grifo, bien con eso, o con el ruido que he echo al casi matarme. Me he resbalado.

-Si, pasa mamá.

Mamá entra y mira el espejo viendo su propio reflejo, observa el bao del cristal y lo limpia con una mano. Se sienta en la taza del váter y me mira.

-¿Que ocurre?

"Lo sabe" "apenas hemos dicho nada y ya sabe que pasa algo, es cierto eso de que las madres tienen poderes" empiezo a llorar como una cascada a punto de colapsar, me limpio con el agua pero los aullidos salen de mis labios con necesidad, estoy destrozada y ni siquiera sé porque no como. A ver llevado a este punto en mi... No me reconozco.

-El amor duele, pero todo pasa, tarde o temprano, se acaba curando.

-No me habla... -Digo con la voz completamente rota.

-Ya está mi vida... ¿Que ha pasado?

-Me pregunto que qué pensaba sobre el matrimonio y... Y.. -Tartamudeo tanto que no se ni cómo mi madre me entiende.

-Elisabeth es una mujer echa, su vida está completa, tú eres la porción que falta. La cosa... ¿Quieres ser esa porción?

Continuará...

ℬℯ𝒻ℴ𝓇ℯ𝓁𝒾𝒻ℯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora