"Tira y afloja"

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Hasta ahora no lo había pensado, quizás fuese una buena solución para salir de ese ambiente tan tóxico, y sobretodo alejarme lo máximo posible de Elisabeth, lo cual sería perfecto para superar todo aquello que aún resonaba en mi cabeza.

—Piénselo Selene. —Me había llamado por mi segundo nombre, algo que me sorprendió. —Si se aleja de ese ambiente probablemente podría recuperar su autoestima y comenzar algo nuevo.

Deje la sala en silencio para hundirme en mis propios pensamientos. Tenia que ser consciente de la presión que Elisabeth ejercía sobre mi, una presión que iba y venía según ella aparecía y decidía sincerarse de forma que daban ganas de matarla. Aún así yo, intentaba tener paciencia, ser consciente de su forma de querer y aguantar con lo que me echara.

—¿Como le gusta más que la llame? ¿Selene o Ann?

—Mis amigos me suelen llamar Selene, pero ahora les ha dado por Ann.

Sonrió como respuesta mientras escribía, anotó varias cosas y dejó la libreta aún costado. Apoyó su cuerpo hacia delante y junto sus manos dejando la pluma en medio de estas.

—Verá normalmente este tipo de relaciones no suelen partir así, normalmente el adulto no llega a más, pero entiendo que quizás, después de lo que me ha comentado que dijo anoche su profesora. —Hizo una pausa. —Nunca aceptaré la violencia entre parejas, es algo nefasto, ruin, pero... ¿Quizás ella quiso que la pegará? Y usted se sintiera peor de lo que se siente ya de por si.

—Puede.
Dije con un hilo de voz que me consumía por dentro. —Nunca he pegado a nadie, no soy violenta. —Casi estaba llorando.

Ella se acercó, apoyó sus rodillas en el suelo y cogió mis manos temblorosas.

—Las personas somos así, calentamos a otros para ver sus reacciones y luego decir que el otro o otra es violento, que nosotros somos santos. —Levantó mi mentón. —Si tú jamás has sido violenta, ni siquiera con los compañeros, pienso que probablemente ella quería esa reacción o hacerte mucho más daño del que ya ha echo.

—¿Para que?

—No lo sé, por ello he decidido tratarla a ella también. —Me quite de su agarre y me levanté de golpe. —Tranquila, no es que la vaya a ayudar, yo estoy aquí por ti. —Apoyó sus manos en mis hombros y me hizo sentarme de nuevo. —Quiero saber su versión para poder ayudarte a ti.

No estaba del todo de acuerdo, pero entendía hasta donde quería llegar Kate, así que asentí con aprobación, aunque con duda, realmente no sabía si Elisabeth accedería, tampoco sabía si sería lo correcto, lo bueno es que la haríamos por separado, entendiendo eso no tendría que verla en ningún momento, ni siquiera dos segundos.

—Ahora volviendo a otro punto. —Caminó hasta su escritorio. —Tú madre me ha dado esto. —y cogió una cajita de madera. Me la dejo en las manos. —Abrela. —La abrí con cuidado, encontrándome con unas llaves. —Creo que es de una cabaña que tenéis al norte, entiendo que estar lejos de tu sobrina quizás te abruma, pero considero que un tiempo alejada de todo, te ayudará, iré yo hasta allí para tratarte, y cuando no tenga que hacerlo trataré a Elisabeth.

Asentí. —¿La habéis convencido?

—No, pero creeme que lo conseguiremos.

Sonrió de esa forma que hacía que apartará la mirada totalmente avergonzada. Cuando mi madre llegó me trajo la maleta con todas mis cosas, todo aquello que fuese necesario para mí destierro. En realidad no me gustaba estar allí sola, pero entendía el porque, así que simplemente lo acepté. Kate hablo con mi madre sobre la terapia de Elisabeth, mi madre estaba más que dispuesta porque no quería separar a Samantha de su tía, pero ella también estaba al límite con su actitud.

ℬℯ𝒻ℴ𝓇ℯ𝓁𝒾𝒻ℯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora