Al llegar a la casa de mis abuelos nos fuimos pronto a la cama, decidió dormir en mi cuarto a solas, estaba algo apagada, la atendía, entendía perfectamente su derrota, sentir que no había conseguido el objetivo, y que quizás mañana esa persona ya no existiría. Cerré la puerta dejandola allí, dejando que se consumiera en si misma, al fin y al cabo, poco podía hacer yo.
Camine por el pasillo tan largo y oscuro como recordaba, ese pasillo que más de una vez me pegó algún que otros susto, era una casa antigua, y ya sabemos cómo son ese tipo de casas, para nada acogedoras, dan miedo, hacen ruido y parece que los sonidos se intensifican según llega la oscuridad. Así que camine rápido, como cuando era pequeña, como si algo me persiguiera y tuviera que huir de ello, pero, al mismo tiempo tuviera que demostrar que se enfrentar ese miedo. Entonces un sonido que identifique al instante me asustó, provocando que la madera que sostenía el peso de mi cuerpo, crujiera feroz. Ahí sí que corrí, corrí hasta la habitación de mi madre tan rápido que apenas me di cuenta del ruido que podía provocar, abrí la puerta y me introduje dentro súper rápido, cerré y cogí de entre las sábanas, aquello que tanto ruido hacia.
—¿Si?
—Hola princesa ¿Cómo estás?
Me quedé sin habla, sin respiración, no era capaz de pensar, ni siquiera de intentarlo. Su respiración sonaba a través del teléfono, pacientemente esperaba.
—Bueno, entiendo que no quieras hablar conmigo, he sido una inconsciente, una cabeza hueca... —Parecia que realmente se sentía mal. Su voz sonaba dulce y acogedora. —Se que estás en Francia, en cada de tus abuelos ¿No?
De verdad, intentaba hablar, pero no era capaz, no salía de mi garganta la voz, solo podía escuchar mi propia mente regañandome, insistiendo en que colgará.
—Me imagino que sí, que estás allí. —Respiró tan profundamente que sentí como aquel sonido partía mi alma. —He sido una estúpida, en realidad, siempre has sido la primera, nunca jamás he estado con otra alumna, jamás haría algo así.
Sonaba sincera, pero yo no la creía, no quería creerla, porque eso significaba otra oportunidad, y no iba a darsela jamás, no estaba segura de sus verdades y mucho menos de la realidad.
—Te pido perdón por no contarte lo de mi matrimonio, pensé que quizás a él se le olvidará, o a mi, o pasaria el tiempo y se cansaría, no lo sé... La verdad...
—Voy a colgar Elisabeth.
Es lo único que pude decir, es lo único que salió de mi tan rápido que apenas yo misma me entendí. Elisabeth no dijo nada, conociéndola probablemente asintió entendiendo la situación.
Como era de esperar apenas dormí, apenas pude sentir que aquello que tenía o debía ir bien, estaba cerca de mi, me estaba cayendo en picado por un agujero negro que no conocía, y también me sentía culpable por Katy, mi mente estaba enseñándome cosas, imágenes, de destrucción masiva con ella, como si las decisiones que tome con ella, jamás hubieran sido reales.
—Buenos días.
Bajé las escaleras sintiendo como todo mi cuerpo pesaba demasiado. —¿Has dormido bien? —Negué. Katy se acercó, me puso un mechón detrás de la oreja y besó mi frente. —Yo tampoco, pero ahora estoy mejor, mi paciente sea comunicado conmigo, ella... —Respiró. —Esta bien.Sonreí como respuesta, ella me devolvió la sonrisa. —Asi que... Para celebrarlo me gustaría invitarte a comer a un sitio que te encantará. —Tenía sus brazos alrededor de mi cuello, los retire sin mirarla a los ojos, no podía. —¿Ocurre algo?
Me senté en el sofá, ella hizo lo mismo.
—No sé cómo decirte esto Katy... —Tragó en seco. —Ayer por la noche... —Katy me retiró la mirada. —Me llamó Elisabeth.Su mandíbula se tenso, sus manos se encogieron en sus rodillas y su cuerpo se puso más recto, como si estuviera mutando, pero en realidad, seguramente estaba destrozada por dentro o a punto.
—¿Y que te ha dicho?
Su voz sonó ronca. Dolida.—Solo escuché, no hablé, pero todo fue una gran mentira. —Katy entonces giró el rostro y me miró, tenía los ojos más oscuros de lo normal. —Dice que nunca sea liado con otras alumnas y que yo fui su amor.
Entonces Katy se levantó de golpe, cerró el portátil que tenía encima de la mesa y subió las escaleras lo más rápido que le dejaron sus pies. Escuché como recogía cosas y como se movía de lado a lado, por lo que decidí subir, abrir su puerta y ella me enfrentó con las maletas ya echas.
—Quitate del miedo Selene. —Estaba enfadada, y yo ni entendía porque.
La empuje hacia atrás un poco para que me escuchará, ella forcejeo, pero le quite la maleta de la mano y la puse lejos de ella.
—¿Que pasa Katy?
—Que no quiero estar en esto, no puedo estar en medio, mi corazón ya no me permite más, no puedo Selene, de verdad que no, entiendo que ella esté en tu vida es la tita de tu sobrina, pero no puedo, vivo en constante miedo, y el amor no es así. —Comenzó a llorar dejando que su cuerpo fuese recogido por el colchón. —Intento ser fuerte, pero no puedo, te miro y aunque veo amor, veo más allá, y creeme en tu mente y corazón no estoy yo.
Escuché todo para que se desahogara, camine de rodillas hasta alcanzar sus piernas, ella se sentó dejando caer todas esas lágrimas por su rostro. Entonces me acerqué muy despacio y con calma, sintiendo como su respiración chocaba contra mi piel, y como mis labios buscaban los suyos con desesperación, hasta que estos se unieron en un beso tierno y dulce bajo la luz de la mañana y la sombra de su propio cuerpo.
Ella entonces me separó, me miró a los ojos y beso mi frente con tanto cariño, que entendí perfectamente lo que significaba. —Perdoname, no puedo.
Desde ese día no volví a verla nunca más.
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ℬℯ𝒻ℴ𝓇ℯ𝓁𝒾𝒻ℯ
Non-FictionTras la muerte de Susan, Eli intenta ser buena madre y que los servicios sociales no le quiten a su pequeña, pero todo sele complica ya que tiene que compartir la custodia con la joven Selena. ¿Serán capaces de quedarse con la niña? ¿serán capaces d...