"Conceptos"

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Desde aquella noche, ninguna se volvió a acercar a la otra, manteníamos una cuerda rígida entre nosotras que se tensaba cuando simplemente nos mirábamos. Por ello, pasábamos los días como otro más, mamá como siempre divulgando cualquier argumento contra Robert, y él por supuesto, tomando drogas sin que nadie le viera. Samantha sin embargo seguía creciendo, sonriendo, a veces pensaba que había olvidado a su madre y a su padre, otras veces se quedaba mirando la puerta del despacho de mi hermana con cierto anhelo.

Aprendí que debía ocuparme más de ella, pues es verdad que aunque siempre estaba pendiente, a veces la abandonaba para simplemente alejarme lo máximo posible de Elisabeth. Por ello asumí las tareas del día a día que impuso mi madre para Samantha, por ejemplo; Lunes (Lectura 2 horas) Martes (Natación 1 hora) miércoles (preparatoria) 2'30 horas.

Así hasta el infinito de tareas que mi madre se había inventado, simplemente para que Samantha aprendiera más rápido, llegara a la guardería con cierta disciplina y conocimientos. A mí, personalmente me parecía ridículo, pero siendo como es mi madre, mejor no meterse.

Antes de ir a la universidad cogía el coche y me llevaba a Samantha a las clases de natación, luego Elisabeth la recogía y la llevaba a casa para darle la comida y más tarde mi madre la llevaba a las preparatorias y en todo ese transcurso, Elisabeth y yo, ni nos mirábamos, ni siquiera nos veíamos, solo en clases y según entraba, daba la materia y se marchaba sin mirarme, sin decir ni siquiera adiós a sus alumnos.

Eran días difíciles, muy complicados, de hecho, porque todo lo que quería gritar, tenía que silenciarlo, incluso Jack y Lensi aunque me apoyaban preferían no meterse, y... Realmente les entendía, las aguas no estaban para ello.

—Bien tenéis todo lo necesario para los juicios de Salazar, el que entregue el mejor argumento fiscal, podrá ejercer como letrado en el juzgado de California. Yo sí que la miraba, yo sí que me perdía en ella porque sabía que era lo único que tenía, perder la cordura ante un corazón perpetuo y roto que se mantenía en silencio sobre si mismo, obligándose a callar, cuando solo quería gritar. —Y los que tenéis trabajos pendientes, porfavor entregazlos antes del lunes. —Me encantaría decir que en algún momento me buscaba, pero, no era así.

Cerró los cuadernos y las carpetas dejando un leve sonido que cualquiera sabría identificar. Sus tacones golpeando el duro suelo levantándose por un largo pasillo tan oscuro como solitario hasta que tocaba la campana y se llenaba de jóvenes estudiantes, ruidosos y mal educados que creían vencer a la vida por ser más listos. Me apoye en el umbral de la puerta esperando que aquella silueta tan hermosa fuese desapareciendo, pero, incluso con eso solo tenía que cerrar los ojos para escuchar el sonido que me ponía los pelos de punta y provocaba que mis pupilas se dilataran.

—Si sigues mirando así al pasillo van a pensar que esperas a alguien. —Comentó Jack con cierto pesar reflejado en su rostro.

—Si tuviese el valor y las fuerzas solo tendría que caminar por ese pasillo, alcanzar el pomo frío y plateado...

—Siento que al final las cosas fuesen así, siento sobretodo que Elisabeth se casará, pero quizás fuese lo mejor, no lo sé...

Me metí dentro volviendo a mi estado de pasimonia, de no esperar nada de nadie solo que el silencio me abrumase como siempre, calmadamente, como si fuese lo único que fuese a tener los próximos años de mi vida. Algo que ya había comprendido desde ese día. Ese día en el que todo mi mundo se derrumbó y en pleno acontecimiento maravilloso para algunos, para mí fue la destrucción de algo que realmente creía para mí.

Las clases terminaron, algo que agradecí al ver que al menos los exámenes de psicología y leyes me habían salido tal y como se esperaba de mi. Total tenía mucho tiempo para invertirlo en los libros, y al fin y al cabo estando en sta carrera debía seguir adelante, mi segundo año debía ser mejor que el primero. No podía seguir cabreando a mamá, poniendo a prueba su paciencia, perjudicaría el ambiente en casa, aunque la verdad es que la mujer, ahora, me entendía, después de aquella fiesta, me entendía mejor que nunca, dejaba que mi espacio fuese seguro, y no importaba que espacio fuese, para ella estaba bien el que yo eligiera.

ℬℯ𝒻ℴ𝓇ℯ𝓁𝒾𝒻ℯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora