"No todo es perfecto."

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No sé porque tomé la decisión que tomé, supongo que necesitaba encontrarme, y buscándome entre estas paredes no iba a encontrar nada más que vacío. Apenas hablábamos mamá y yo, y aunque seguíamos con la empresa e iba bastante bien, no era suficiente para mí. Tuve la tentativa de hablar con Kate en varias ocasiones, pero me resigné solo por la imagen que quedó grabada. Hacerle daño a ella, fue el fin de todo, le hice daño y aunque intenté asumirlo con la mejor cara posible, no fue posible, estaba destrozada, apenas sonreía, apenas veía a Lensi y Jack, y tampoco hablaba con ellos.

Me estaba refugiando en mi propia oscuridad sin saberlo, sin saber que quedaría de esta manera, tan vil, y tan de probable.

Así que tomé la decisión, tomé la decisión necesaria para mí, la que cambiaría todo pero dentro de lo que cabe, me sumergiría en otro lugar, un lugar lejano, un lugar donde nadie me conociera y donde puediese pensar.

Teníamos una pequeña casa en Francia gracias a los abuelos, murieron hace tiempo, pero la casa se la dejaron a mi madre y a sus herederos, osea en pocas palabras yo. Ese sería mi destino, ya había hecho la maleta, y esperaba en el aeropuerto junto a mucha gente que se dormía, caminaban de un lado a otro, hablaban con otras personas y por supuesto el personal de quipo que ya caminaba hacías las puertas de embarque.

Sentí un vacío antes de llamar a los pasajeros para que nos dirgieramos a las puertas, y, por un momento pensé que Kate quizás aparecería y me haría cambiar de opinión, o vendría conmigo.

Pero, por más que miraba allí no había nadie, solo gente que no conocía más allá de haber estado sentada junto a ellos.

—Señorita Velanguer.
Sonrió la azafata. —Que tenga un buen viaje.

Le di las gracias no sin antes mirar una última vez. Pero, no, ahí no había nadie.

El viaje fue movidito aunque apenas me enteré porque me dormí, la noche anterior apenas había dormido, había tomado tantas malas decisiones que mi cabeza me castigaba por ello. Quince horas de vuelo en las que la música ya me cansaba, y el hombre que tenía sentado al lado, no paraba de roncar, así fueron todas esas horas hasta que el capitán, dijo que aterrizariamos.

—Muchas gracias.
Dije a las azafatas quienes sonrieron agradecidas.

La gran mayoría de personas pasaban por su lado sin darles importancia, como si fueran posters bien echos, pero eran personas y merecían respeto, al menos eso.

Camine por el aeropuerto hasta llegar a las puertas de salida, ya había llamado a un taxi, y esperaba a que viniera para definitivamente dejar todo atrás y empezar hacia delante. La casa de mis abuelos estaba en las afueras de la ciudad en un pequeño pueblecito donde apenas había más de diez personas.

La paz estaba asegurada, además podría ir a montar a caballo, ir al río apara ver a los peces y quizás algún chapuzón, ver las vacas y ovejas que se acercaban a las casas en busca de mimos. Era un destierro total.

Después de una hora de viaje en taxi, ahí me vi, de frente a esa gran puerta blanca, esa casa que hacía años que no veía, y esos grandes jardines que tenían para los perros, ya muertos, enterrados junto a ellos. Abrí la puerta muy despacio ya que la casa estaba completamente oscura, y era de esas casas de... No me toques demasiado que me caigo.

De hecho mamá y yo hablamos varias veces para hacerle una reforma, ahora quizás con la empresa podríamos hacerlo sin arruinarnos.

Llegué a las escaleras principales y para mí gran sorpresa y terror, ahí sí que había luz, en cada escalón había velas, algo que no yo había puesto obviamente ni mamá, corrí a coger un cuchillo algo oxidado de la cocina, y camine por los escalones con algo de pavor. Contra ams me acercaba más miedo tenía, hasta que llegué a mi habitación que estaba entre abierta y adornada con unos cuantos pétalos por el suelo. Tragué en seco.

Deslice la puerta muy despacio poniendo el cuchillo por delante, por si acaso, entonces la vi, apoyada en el escritorio que me dejó mi abuelo mirando hacia la puerta con una dulzura y un cariño increíble.

—Se perfectamente que esto, no era lo que hablamos, pero... No pude Selene te juro, que lo intente, pero no pude.

Deje el cuchillo en una pequeña mesa que había a mi lado y corrí a ella como si no hubiera un mañana, la abrace sin poder soltarla, no quería, ella me besaba la cabeza y la frente mientras sus lágrimas caían por mi rostro empujando las mías.

—Perdoname, se que debí dejarte tú tiempo.

—No, no... —La bese. —Te busqué por el aeropuerto, pensé que vendrías algo en mi interior lo decía.

Ella sonrió. —Tú madre y yo hablamos una de las noches después de irme, abrí todo lo que tenía dentro y simplemente lo dije, y ella, aunque no está nada de acuerdo, me ayudó a saber dónde ibas, tuve una pelea interna por saber si debía o no, entonces... —Me acaricio los pómulos. —Recordé ese brillo, y no pude... Dejarte ir.

ℬℯ𝒻ℴ𝓇ℯ𝓁𝒾𝒻ℯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora