Pasado.

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Es una pregunta traicionera, sabe perfectamente que es algo en lo que jamás he pensado, porque nunca he tenido una relación como para decir, bien alto. -Para siempre- y me resigno por ello. No quiero perder nada de lo que tengo, y menos una construcción que aunque acude lenta, se forma cada día.

Se forja. Mis labios se entumecen con el frio de la montaña que ataca, la brisa ha dejado de ser agradable para convertirse gélida. El sol ya no calienta como antes, de echo sea escondido detrás de la montañas para dar paso a la niebla y las nubes negras que se van formando en el cielo poco a poco.

-Creo que el amor, es como las palabras.

-Ya, bueno cada uno cree lo que debe creer, pero el día que te enamores lo recordarás, porque tu corazón jugará con eso, con tu memoria.

Estábamos sentadas en las tejas naranjas del ático. Mamá normalmente se enfadaba, como cirujana y personal sanitario, decía continuamente que nos podíamos caer y rompernos algo. Exagerada para mi gusto, porque al fin y al cabo no había mucha distancia de techo a suelo. Además había césped así que, como mucho nos romperiamos una muñeca o un brazo. A esas edades era hasta algo guay, porque seríamos la imagen principal del instituto.

Mi hermana se había teñido de rubia, mi madre lo odiaba, le decía que como todas sus amigas querían ser rubias, la tonta, palabras textuales, también. En realidad tenía un pelo precioso, pero bueno supongo que todos hacemos esas cosas ¿No? Jodernos físicamente por un aspecto mejor, cuando el que teníamos era perfecto.

-Ayer Josh se declaró. Le dije que no.

Josh era el típico tío desaliñado, sin amigos, con una familia más rota que la nuestra, una hermana yonki, y un primo que se preparaba para jugar de profesional en el beisbol. Era, malísimo la verdad, pero le gustaba.

-Menos mal que le has dicho que no, siempre lleva una navaja para hacer marcas en el baño, a veces pone nombres, otras veces pone declaraciones.

-Deberian ir a verlas, quizás... ¿Mañana?

-Si no sete olvida. Leí un párrafo suyo que decía: hábito en este mundo por mera resolutividad de unos padres culpables de mi propia existencia en un mundo lleno de soledad.

-Uf... Que intenso.

Josh murió justo al año siguiente, se suicidó, sus padres apenas le hacían caso, y cuando se lo hacían era para machacar lo, así que cogió el coche de su tío, y se estrelló en una colina. Fue triste porque los días siguientes en el instituto nadie quería saber nada de nadie, el ambiente estaba cargado y apenas se escuchaban risas, lo cual es normal, aunque no le conocíamos mucho, la muerte de un compañero siempre trauma. Los dos años siguientes fueron horribles, los profesores intentaban ser lo más amable y cercano posible, mientras que nosotros solo queríamos soledad y distancia para asumir la situación.

-A veces echas de menos a alguien que ni conoces.

-Bueno, es por el echo de no verle.

Mamá quiso llevarnos al psicólogo para llevar la situación, y durante tres años asumimos su decisión, total estaba muy pesadita con el tema. Nunca habíamos visto la muerte tan de cerca, nuestros abuelos aún vivían, al igual que la visa.

-¿Alguna vez te preguntas si estará con nosotros? No se... En algún lugar.

-Si está con nosotros y ha elegido el instituto, es masoca.

-No te rías de esas cosas.

-No me río, me da pena, en realidad sus padres deben estar destrozados, pero, allá donde esté, espero que no sea aquí.

Las palabras más sinceras que jamás dije, estaba triste por el, y al mismo tiempo me echaba la culpa, porque quizás mi hermana y yo podríamos haber echo algo, no se, ayudarle de alguna forma.

-¿Que piensas? -Vuelvo a la realidad junto a Elisabeth. Acarició su regalo como un talismán, recordar a mi hermana me pasa factura, y mi comportamiento egoísta en el instituto me recuerda como he sido y como soy.

He cometido tantos errores que si me los marcará en la piel, no le quedaría espacio para nada más.

-Pensaba en Susana, ella quería que me casará, que creyera en el amor como si existiera algo así. -Sonrio pesadamente. -Y ahora que lo he encontrado, contigo. -Acaricio sus manos. -Tengo más dudas, de quién soy, y de que soy capaz.

Elisabeth sostiene mi mirada entendiendo perfectamente lo que intento decir. Acaricia sus piernas y respira profundamente echando el bao blanco por la temperatura.

-Lo entiendo. -Se levanta y me tiende la mano. -Vamos.

Me siento como si hubiese echo algo malo, mientras camino con ella es como si el tiempo se parase y tuviese que recordar su aspecto, siento que voy a perder una de las personas que más quiero, lo siento real. Parece que mi destino está avisando, llamando. Elisabeth apenas me mira en cada paso y yo la sigo como un niño que sigue a su madre para que no sele escape. De echo siento que he perdido ya la batalla, siento que mi corazón se está rindiendo porque tal y como dijo mi hermana; -duele.

-Elisabeth. -Alcanzo su cuerpo para pararlo, para escucharme a mí misma decir las palabras correctas. -Lo que digo es que...

-Se lo que has dicho, he entendido todo perfectamente, entiendo tu miedo, entiendo que eres joven, entiendo que has perdido y ganar... -Niega. -Te has dado cuenta de lo complicado que es.

-No, me he dado cuenta que no puedo ganar sola. -Le digo intentando convencerme a mí misma.

-Selena... ¿A quien intentas convencer? ¿A ti, o a mi?

Continuará...

ℬℯ𝒻ℴ𝓇ℯ𝓁𝒾𝒻ℯDonde viven las historias. Descúbrelo ahora